El rey negro

Parte 7

Je, tal vez hoy les voy a sonar raro, pero lo que pasa que me mandaron a decir que el "creador" no tiene cabeza para trabajar conmigo hoy, así que... el muy hijo de su... quiero decir, el muy sabio me envió a otro computador para que pueda expresarme con todo el amor de siempre.

Y saben... hoy es día de los enamorados. Me enteré porque decidí asomarme al balcón y ¿adivinen qué vi? Pues lógico, hoy es el día de los idiotas con regalos para sus parejas. No que odie el día, valga la aclaración. Pero no es como si la fuera a pasar de lujo aquí encerrado con el idiota de Enquiel. ¡Sí! El mismo idiota que casi me estampó contra la habitación la última vez que intenté acercarme y casi me desarma las extremidades del golpe.

Por suerte el golpe más fuerte me lo di en la cabeza y bueno, no es como si pudiera volverme más loco, así que todo quedó en una enorme inflamación, un dolor de cabeza del demonio y una venda mal puesta. Enquiel se quedó conmigo hasta que desperté. Axel me dio un sermón de hora y media cronometrado, pero ya no recuerdo de qué. Algo de que Enquiel es una bestia y yo no debo jugar con él.

Pero Axel no entiende que soy un sádico y que no me importan uno que otro golpecito, aunque debo admitir que al muy bruto se le pasó la mano porque me dejó sintiéndome como si me hubiera atropellado el camión de la basura y me hubiera dejado una calabaza puesta en la cabeza.

Lo bueno es que soy resistente. Yerba mala nunca muere, saben. Lo único que Enquiel lleva evitándome hace un par de días. No sé si es porque siente remordimiento o si en verdad le desagrado así de mucho. Dijo que no le gusto. Así nada más, el muy grosero me lo dijo a la cara. Puta madre. No hay forma de decir que lo malentendí.

Así que, de vuelta al asunto presente. Hay demasiado idiota con regalo pasando por enfrente del apartamento. Y yo estoy aburrido y con ganas de reventarle la madre a alguien.

Me fui a donde Axel tenía su colección de armas antiguas, por suerte que él anda de nuevo tras la pista de Widy y no aquí, porque ya me la estaría amargando con su sola presencia. Allí encontré un lindo arco y un carcaj lleno de flechas.

Luego me fui al cuarto y le arranqué la sábana a la cama, me desnudé y me hice una sexy toga con la tela y un cuchillo de cocina. Digo sexy porque me dejé la mitad del pecho al descubierto. Hasta me alcanzó para hacerme unas lindas cintas que me amarré en los brazos y en las piernas.

—Bien... Vamos a ver cómo funciona esto... —esperé ver pasar al primer idiota con globos y le apunto. La flecha le pasa a escasos centímetros del trasero y me río para mí mismo cuando continúa caminando sin siquiera darse cuenta.

Agarro otra flecha y la pongo en el arco, esperando pacientemente al siguiente idiota. En esas estoy cuando Enquiel me descubre.

—Ace ¿qué haces?

—Hoy no soy Ace, hoy me llamo Eros — disparé otra flecha que reventó un globo, haciendo que el estúpido que llevaba los globos viera a todas partes sin saber qué había pasado hasta que vio la flecha. Eché a reír cuando el estúpido comenzó a gritar y a correr.

—No deberías hacer eso.

—Nadie te pidió opinión. ¿Por qué no vas a ver si Axel regresó?

—Ya sé que no ha regresado. ¿De dónde sacaste esa ropa? — me encogí de hombros y puse otra flecha en el arco.

—Me la hice yo mismo, ¿no crees que es sexy? Pffft... no respondas, ya casi puedo escuchar la respuesta idiota que me vas a dar. Sé que no lo has captado aún, pero no necesito tu compañía. En otras palabras, quiero estar solo.

—No puedo dejar que mates a alguien con eso —dijo quitándome el arma.

—¡Arruinas mi diversión! —le grité. Enquiel no respondió, sino que puso la flecha en el arco y apuntó. Me callé de inmediato y busqué a ver a qué le iba a disparar. Una pareja estaba abrazándose en esos momentos. El novio de la chica tenía un regalo escondido a sus espaldas y la chica todavía no lo había visto. Enquiel parecía apuntarle al regalo.