Tiempos Difíciles

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La ciudad tenía un canal de aguas negras, y un río de aguas enrojecidas por los tintes malolientes, y un gran número de edificios amontonados llenos de ventanas que trastabillaban  y sacudían todo el santo día, y en donde el pistón de la máquina de vapor subía y bajaba monótonamente como la cabeza de un elefante preso de una locura melancólica. Había en la ciudad diversas calles anchas que se parecían mucho entre ellas, y muchas calles estrechas que todavía se parecían más, habitadas por personas también iguales las unas a las otras, que entraban y salían a las mismas horas, hacían resonar el empedrado de la misma manera y hacían el mismo trabajo y para las que cada día era igual que ayer y que mañana, y en cada año hacía pendiente con el último y el siguiente. 

Charles Dickens 

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