El hueco que te acoge

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Ojalá puedas encontrar(te) el hueco que te acoja en su cuerpo, que te resguarde de frío y que vuelva a ti cuando la vida se torne oscura.
Ojalá confunda las estrellas con tus ojos, y que quiera llevarte a otro sitio donde el tiempo sea efímero e infinito a la vez, donde sus días contigo sean horas y las horas sean recuerdos que se mantendrán congeladas en su memoria.

Te deseo lo que deseo para nosotros.
Que el contacto del miramiento cause en ambos una implosión emocional que les recuerde que están vivos.
Que el roce de ambos cuerpos en los pasillos sea una manera de manifestar el sentir sin decir una palabra, porque las celdas que los apresa no deja más remedio que cerrar la boca.
Te deseo la ausencia de su lejanía, y que la simplicidad de unos dedos que recorran tus heridas sea, para ti, el mapa hacia tu reflejo.
Te deseo un espejo que revierta tus mares.

Es por eso que me encuentro mirando al cielo en espera de una estrella fugaz que conceda mis deseos.

Sin embargo, quizás no exista hueco para los cielos en sus manos, y tu herida sea un mar del que quieres salir ilesa.
Quizá descubras que tu huida puede llevarte a otros caminos.
O que ningún camino conduce hacia tí, y no logres encontrarte.
Quizá aprendas que un refugio sólo te inmersa en el disfraz de otro cuerpo.
O tal vez, sólo tal vez, te acuerdes de mi y te des cuenta las veces que lograste tocarme sin nisiquiera tocarme.

Pero a pesar de todo, quiero que sepas que yo sigo en la espera de aquella estrella para hablarle a susurros de ti, y pedirle que logres encontrarte.

Que te encuentres, para poder buscarme. Porque no hay nada peor que sentirse olvidado dentro de uno mismo.

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