La bella durmiente

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-Pearce-

Lentamente nos fuimos acercando a las extrañas personas que se encontraban delante de nosotros. Cuando por fin estuvimos lo bastante cerca para ver cómo eran, vimos que llevaban un hábito negro, al parecer eran sacerdotes o de una secta.
<<¿será la comunidad Labrys?>>me pregunté.
En esos momentos daba igual, porque si no actuábamos rápido se irían del lugar y le avisarían a su superior sobre lo sucedido y sobre su loca teoría de que los causantes fueron soldados olímpicos.

- viejo, cuando vas a dispararles con una flecha ??- dijo Dun en un impaciente susurro.

Con la cuerda del arco ya tensa y con una flecha ya puesta, apunte directo a la pierna de uno de los sujetos, de tal manera que la flecha le atravesara el nervio de la pierna y le desgarrara el músculo, inmovilizándolo en el acto (es un beneficio ser el seguidor del Dios de la medicina, no ?). Solté la cuerda y... directo a la pierna

-aaah,Demonios mi pierna!! Mi maldita pierna !!!- gritó el sujeto.

- ahí están !!- dijo amenazadora el superior

- bueno Dun, ese es el pase para que saques tu espada

- pensé que tardarías años en decirlo- dijo Dunckan, mientras se sacaba el collar, que de inmediato se transformó en espada.

- vamos allá !!- dije entusiasmado

- no lograran pasar- dijo amenazadoramente el sujeto- la pagaran por lo que le hicieron a mi amigo- dijo colérico, haciendo un extraño pero peculiar movimiento de manos

- viejo, te crees naruto haciendo jutsus con él movimiento de manos qué haces ??- dijo Dun

-  no es un jutsu idiota es un hechizo!! Abajo!!

-Sterti Maneri- dijo el hechicero

- cuidado Dunckan !!- alcance a empujarlo para la salvación, pero en lugar de que el recibiera el hechizo, lo recibi yo. Salí disparado a la pared (y creo que me rompí otras 3 costillas). Entre en shock, no podía moverme ni sentir nada, sólo veía sombras en medio de la luz, escuchaba murmullos, no podía percibir nada, hasta que finalmente me desmayé. Mi mente quedo en blanco, y no pude recordar más que los buenos momentos en el campamento 6, con mis compañeros. Recordaba las risas, los momentos de euforia y melancolía, de frenesí y alegría. Sentí un acogedor sentimiento. Fue bonito recordar, hasta que estuve totalmente fuera de este mundo...

-Dunckan-

Un tipo con una pierna atravesada por una flecha, otro tipo lanzando rayos por las manos y mi gran amigo Pearce echándose una siesta, que mejor !! Como desearía dejarle todo el trabajo a alguien mientras yo duermo. ahhh, ese sería mi paraíso, pero noooo, tenía que tocarme a mi de sirviente.

Con mi espada en mano, intente captar los hechizos que ese tipo raro me lanzaba, cosa que resultó totalmente eficaz. Di un giro hacia atrás y me escondí detrás de la vitrina de trofeos (son los trofeos o yo, lo lamento escuela, aunque ni siquiera tenemos tantos, se los puedo conseguir y duplicar en un día) ah, si, y tuve que arrastrar a la bella durmiente conmigo (creo que es un poco cruel mi trato, pero necesito ayuda!!. Aunque debo agradecer que Pearce haya inmovilizado a uno, no lo puedo negar).

Me centré en el hechicero, y pensé: "si dañara sus manos no podría lanzar más hechizos, pero... como acercarme??". Entonces tuve una idea, le saque la chaqueta a Pearce (lástima que era su favorita) la hice una bola y se la arroje en la cara al hechicero, dejándolo cegado por un breve momento. Con toda mi velocidad me acerqué al sujeto empuñando en alto la espada, pero lo fue suficiente y alcanzó a sacarse la chaqueta de la cara y que dejara de obstruirle la vista. En cuanto me vio me lanzo un hechizo, pero no contaba con que lo esquivara. Ya frente a el, le atravesé una mano con mi espada, y tras arrancar mi espada, le corte su otra mano, para finiquitar con una estocada que le atravesó el estomago

-in...cauto... n...no sabes lo que viene- dijo el hechicero en sus últimos momentos de vida

-no me creeré tus patrañas para amedrentarme- dije con seguridad

-jejeje... inepto... el fin se acerca... Cronos se acerca... y pronto los dioses caerán... el Olimpo caerá... y todo el mundo se postrara ante los pies de ...Cronos- dijo, antes de morir.

Arranque mi espada de su estómago y me acerqué al sujeto inmovilizado que se retorcía en el suelo

- p... por favor, no diré nada, lo juro !!

-lo siento amigo- dije, con la punta de la espada apuntando entre sus cejas- no lo tomes como algo personal, créeme las espadas no duelen tanto (lo se por experiencia propia)

Con fuerza atravesé su cráneo, y lo vi desfallecer de un segundo a otro. Lo que me dijo el otro sujeto me había aterrado, y no podía dejar de pensar en Cronos
<<que sucederá más adelante??, que pasara en el Olimpo??. Sea lo que sea... creo que nos metimos en un gran problema>>.

Los soldados olímpicos y la ira de Cronos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora