24. Uniendo piezas

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 —No te dejaré ir hasta que me expliques que demonios está pasando porque sé que lo sabes perfectamente —dijo Mattie.

Ella había atado a su mejor amiga a una silla del laboratorio. Probablemente era un delito, pero tiempos dificiles requieren medidas desesperadas.

—Mattie, estás enferma.

—Me vale una lechuga, habla.

Harmony suspiró.

—Es una historia larga.

—Resúmela.

Le estaba costando mantener el papel de chica ruda pero le salía estupendo.

—Dudo que lo recuerdes, tienes la memoria de un pez con retraso —dijo Harmony—. Todo empezó cuando teníamos doce años y Reece se mudó a la ciudad.

—¿Cómo? ¿No vivía aquí?

Harmony negó —Reece es inglés. Se mudó aquí por el trabajo de su mamá, tenía un contrato de cinco años.

—Reece gustó de ti desde el primer día, todos lo sabían menos tú —explicó—. Lo de tu cumpleaños estaba todo planeado, incluso tus padres lo sabían porque Reece les pidió permiso para besarte.

Eso es tan lindo y patético a la vez, pensó ella.

—¿Por qué no recordaba nada?

—Ese mismo día, jugando en el lago te caíste y golpeaste con una roca —le recordó—. Cuando te llevaron al hospital dijeron que tenías una contusión y que probablemente no recordarías lo sucedido en las últimas cuarenta y ocho horas.

—Por eso no recordaba el cumpleaños.

—Ni tampoco tu primer beso —comentó.

—Siempre creí que mi primer beso había sido con Michael Rayland.

—Fue con Reece Matthews.

—¿Qué hay de las llamadas?

Harmony suspiró —A Reece se le agotaba el tiempo, este año era el último y estaba desesperado. Por eso acudió a mi en busca de ayuda, intercambiamos celulares para que él pudiera llamarte sin que supieras quién era.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Reece y yo somos amigos desde hace mucho tiempo, sería como traicionarlo.

Mattie suspiró y se sentó en el suelo

—Ni siquiera recordaba que había un Reece Matthews en nuestro salón.

Harmony rió.

—Tú no recuerdas nada. El primer día de clases dijiste que Reece era guapo pero que su acento era tedioso.

Rió.

—Harmony, lo extraño.

—También yo —dijo y tomó su celular para grabar un mensaje de audio—. Hey Reece, hay alguien aquí que quiere decirte algo.

Harmony acercó el teléfono a Mattie y ella suspiró antes de hablar.

—Eres un idiota, Reece Matthews pero me gustas por eso, quiero que vuelvas. Extraño tus llamadas para cargarme, tus estúpidos apodos, tus momos, incluso extraño tu máscara de pato. Te extraño a ti.

Mattie, contesta el teléfono.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora