32. Mike, Mattie y Reece.

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—Reece, cambia eso, me estoy quedando dormida —dijo Mattie mientras se acomodaba más en el chico.

—¿Qué parte de señoras de cincuenta años arañándose es aburrida? —preguntó él riendo y cambiando el canal.

—Que no hay sangre.

—Satánica.

—Nena.

Reece rió pero su sonrisa se fue cuando escuchó unos gritos y una guitarra desafinada. Ambos se levantaron del sofá y miraron por la ventana del departamento de Mattie.

—No manches —dijo Reece riendo.

Michael Rayland estaba tocando una serenata con obvios signos de borrachera. Tenía puesto un traje de mariachi rosado y, además, un perro estaba mordiendo su pantalón.

—¡Mattie! ¡Mattie sal mi amor! ¡MadHIPdeline! ¡Tenemos algo pendiente mi HIP vida! —dijo él, hipando en medio de la oración.

—Déjame golpearlo, por fis.

—Reece, no te molestes, pero tus brazos no son exactamente musculosos...

—¡Me estas diciendo debilucho!

—¡Pero amo tus brazos de fideo!

Reece la golpeó en el brazo y entonces salió la mamá de Mattie con un bat de béisbol en las manos.

—Mamá, guarda eso, prometiste que no lo sacarías si no era una emergencia.

—Que interrumpa mi sueño de belleza es una emergencia —dice la mujer saliendo del departamento.

Los chicos volvieron al sofá y se asomaron a la ventana nuevamente cuando se escuchó un lloriqueo. La madre de Mattie estaba golpeando las nalgas de Mike Rayland.

—¡Fuera de mi barrio, pendejo!

—Y ahí viene la policía.

Mattie suspiró

—Llamare a nuestro abogado. ¡Papá, ponte pantalones, tenemos que ir por mamá a la comisaría! —ella miró a Reece nuevamente— lamento todo esto, sé que no era lo que esperabas.

—Mattie, ya sea en un lugar romántico, en el sofá de tu casa o en la comisaría tratando de liberar a tu mamá, estar contigo es todo lo que esperaba, espero y esperaré durante mucho tiempo.

Mattie, contesta el teléfono.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora