1.-Conexión.

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-Diablos, que complicado es tu viejo hermano.-Dijo Jorge, amigo de Ian desde que están en la universidad, dándole una calada a su cigarro.

-Lo sé.-Respondió Ian, con una mirada ruda, que no expresaba ningún sentimiento. Desde que su madre murió, su mirada era así, fría como la nieve en invierno.

Estaban en un bar, ya era tarde, casi de noche, estaba comenzando a oscurecer.

Ian dio una última calada a su cigarro, y dejo la colilla en el cenicero, para luego de una embutida, tomarse el resto de cerveza que quedaba en su botella.

Luego vio la hora en su reloj.

-Bueno, ya me voy, tengo cosas que hacer.-Dijo dándole un billete a su amigo, para pagar lo que habían consumido.

-¿Que?, ¿tan temprano?, ¿no vas a esperar a Marcos y Andrés para ver el partido de esta noche?

Al hablar de su padre, Ian se ponía mas idiota de lo normal, así que necesitaba urgentemente distraerse con algo más. En este caso, alguien más.

-Si, tengo cosas que hacer.-Su mirada se endureció aún más.

Sin más que decir, pues es muy directo y siempre habla en serio, se puso su chaqueta de cuero, y salió del local.

Su amigo, aunque un poco desconcertado, conocía muy bien a Ian, así que no le insistió más. Sabía que si lo hacía, Ian terminaría cargándose algo, o a alguien.

Ian se dirigió a su auto, sacó su teléfono del bolsillo, y apoyado en la puerta de este mismo, le marcó a Sandra, una "amiga" con quién pasaba las penas, y con quién se olvidaba un rato de sus problemas y del vacío que sentía dentro de su pecho, sin embargo, no sentía nada por ella.

-¡Ian!-Chilló Sandra al otro lado del teléfono. Ella siempre ha querido mucho a Ian, y a tratado de acercarse más allá, a intentado entrar en su corazón, pero al parecer este tiene una doble coraza protegiéndolo, la cual se le hace imposible derribar, por más intentos que haga, por lo tanto no le queda más remedio que conformarse con su juego de amigos.

-Ya, no chilles. Ve a mi apartamento, te estaré esperando, a las diez.-Dijo este, en tono seco, y a forma de mandato, respondiendo a la pobre Sandra, que bien sabía que solo la quería para un rato.

-Ahí estaré.-Respondió ésta más alegre que nunca, ya que iba a estar otra vez con Ian.

Aunque Sandra sintiera mil emociones cada que estaba cerca de Ian, igual se comportaba como una perra, ya que Ian no era su único jueguito. Y aunque Ian supiera lo que ésta sentía, no le daba el paso, porque aparte de que sabía que era bien puta, él no estaba dispuesto a abrir su corazón a nadie que se cruzara por su camino.

Luego de esto simplemente cortó el teléfono.

Se subió a su auto, y por el vidrio del parabrisas, pudo ver a una chiquilla, sentada en un banco.

"No debe tener más de 16", pensó en su cabeza.

La chica estaba tomándole fotos, a quién sabe que cosa, y el se quedó mirando como lo hacía, hipnotizado por su delicadeza.

Luego, miró hacia un árbol, y detrás de este, había un estúpido, listo para atacar a esta indefensa joven, que estando tan concentrada en lo que hacía, no se daba cuenta de absolutamente nada.

Ian bajó de un impulso de su auto, y corrió hasta la chica. Justo cuando el estúpido iba a poner una mano en la cámara de la joven, Ian lo pegó contra el árbol, y de un golpe a puño cerrado, lo dejó tumbado en el piso.

-Ven, corre.-Dijo a la joven, la cual pálida por el susto, se levantó rápidamente del banco, y se fue corriendo tras Ian.-Sube al auto.-Dijo este, y la chica, aunque un poco dudosa, se subió, pues el miedo a ese extraño ladrón era mucho más fuerte.

•Luz En La Oscuridad•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora