Capítulo 20

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THEN

En recepción estaba Michael, probablemente el único tipo simpático de Empresas Ackles aparte de Jensen. Jared aún recordaba aquel primer día en que se conocieron, cuando le preguntó que por qué motivo quería ver a Jensen. Y el rubor que llenó las mejillas de Jared no dejó lugar a dudas de "por qué" quería verle.

Al final Jared solo dijo que había quedado para comer con él y Michael Rosenbaum (eso era lo que ponía en el letrerito que había encima de su despacho) le indicó amablemente la dirección que debía seguir.

Meses habían pasado desde aquella primera vez y desde entonces, en las breves conversaciones que habían tenido, en ningún momento salió la palabra novio, pareja o simple amigo. Sabía que Michael no era tonto (aunque muchos de sus compañeros de trabajo sí que parecían creerlo) y que él tenía bien claro que la relación entre los dos hombres no era de simple amistad. Pero en un lugar como aquel, donde las paredes oían y aún no tenía muy claro si sería bueno que la empresa supiera qué clase de relaciones personales tenía su jefe; agradecía infinitamente la discreción de Rosenbaum.

Charlaron durante un par de minutos de todo y de nada, donde Jared aprovechó para preguntarle si los ejercicios que le había recomendado para mejorar sus abdominales le estaban funcionando, a lo que Michael volvió a pedirle que le cobrara por los consejos que le estaba dando.

- Ya te lo he dicho, Rosenbaum – comentó jovial, dirigiéndose al ascensor – Asegúrate de que Jensen no se quede a dormir aquí, y estamos en paz.

Michael le enseñó el dedo y Jared aún reía cuando las puertas del ascensor se cerraron.

Llegó a la última planta sin soltar la bolsa de comida para llevar que acababa de recoger del chino. Recorrió los pasillos de mármol con seguridad, cada vez menos cohibido por lo imponente que resultaba el edificio.

Aquella mañana, cuando Jared le llamó para saber si podrían comer juntos, la respuesta de Jensen no había sido la que esperaba oír. Al parecer volvía a estar hasta arriba de trabajo y ni siquiera tendría tiempo de bajar a la cafetería para picar algo.

Pero Jared, tan optimista que a veces ni él mismo llegaba a creérselo, decidió convertir la mala noticia en una sorpresa y pensó en llevarle la comida en persona.
Había traído ración para dos pese a que sabía era poco probable que Jensen tuviera tiempo para comer con él. Aunque había que probar suerte y, en el caso de que los astros no estuvieran contra él, al menos así se aseguraba de que Jensen comiera en condiciones.

Lo que jamás pensó cuando llegó junto a la puerta y oyó voces al otro lado, fue que Jensen ya estuviera comiendo.

Abrió la puerta del despacho sin llamar, y lo que vio hizo que deseara quedarse ciego allí y ahora mismo.
Jensen estaba de rodillas, de espaldas a él. No podía verle la cara pero sabía perfectamente que era él. A esas alturas se conocía de memoria su cuerpo, ya estuviera desnudo o con sus mejores ropas, como estaba siendo el caso.

Pero quien no tenía ni la más remota idea de quién era, era el otro hombre que había en el despacho de Jensen, apoyado en el escritorio y con los pantalones bajados, metiéndole la polla en la boca de Jensen con una fuerza descomunal.

- Eso es... - jadeaba el moreno, sus ojos increíblemente azules clavados en el hombre que estaba chupándosela como si fuera un manjar – Ya casi estoy...

Ese fue el momento preciso que Jared dejó advertir su presencia. Le hubiera gustado que fuera con una frase ingeniosa o incluso con un ataque de celos al más estilo Hollywoodiense, con jarrones tirados por los suelos y esas cosas. Pero en vez de ello lo que soltó fue una especie de respiración ahogada, lo suficientemente alta para que el moreno se diera cuenta de que no estaban solos.

Sucedió en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora