Capítulo 3

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NOW


Jared sintió unas repentinas ganas de machacar el móvil contra el suelo. Por desgracia, si hacía eso no podría llamar a Jensen. O al menos no podría dejarle un recado diciendo que le estaba esperando, como había hecho en los últimos diez mensajes que ya había enviado.

Decidió confiar un poquito más en su compañero y se sentó en el asiento que llevaba ocupando desde hacía media hora, mirando de reojo las pantallas con las salidas de los vuelos.

El aeropuerto estaba hasta arriba, o al menos esa era la impresión que tenía. No estaba acostumbrado a usar los tradicionales medios de transporte. Podía contar con los dedos de la mano las veces que había viajado en avión y todas ellas habían sido desde que conoció a Jensen: Alguien que prefería hacer uso del avión privado que su padre poseía cuando tenía que viajar por motivos de trabajo.

Siempre que podía Jared le había acompañado, por mucho que a su padre no le hiciera la más mínima gracia, pero lo que fuera por poder estar más tiempo con él.

En esta ocasión, sin embargo, había querido hacerlo al modo tradicional. Hacer lo mismo que todas las parejas y familias hacían cuando querían pasar unos días de vacaciones: ir al aeropuerto y esperar cuatro horas para que revisaran su equipaje, les dijeran que no eran peligrosos y pudieran embarcar en un avión que en ocho horas les dejaría en el viejo continente.
No tenía mucho sentido que Jared se imaginara aquello como algo bueno, pues eran las mismas razones por las que Jensen odiaba viajar en un avión comercial. Pero en el caso de Jared solo de imaginarse ese viaje ya se ponía de inmejorable buen humor.
Aunque reconocía que estaría más contento si tuviera a cierta persona a su lado.

Por los altavoces de la Terminal avisaron que, por motivos meteorológicos, el vuelo con destino Roma sufriría un retraso de dos horas.
Jared gruñó por lo bajo, deseando haber elegido ese destino. Si hubiera sido así, ahora tendría dos horas más para que Jensen pudiera llegar desde donde demonios fuera que estuviera y no estaría tan estresado.
Pero no. Había tenido que escoger París, la ciudad de la luz. La ciudad más romántica de todas.

Se obligó a no pensar en los verdaderos motivos por los que había querido ir precisamente a París de vacaciones, porque se suponía que tenía que estar contento y no era momento para ponerse melancólico. Tenía que centrarse solo en que iban a disfrutar de unas merecidas vacaciones, los dos solos, sin nada que les interrumpiera.

Miró de reojo la pantalla de los vuelos y casi tuvo un ataque cuando vio que faltaba media hora para embarcar.
Había sido muy precavido y había facturado las dos maletas, sabiendo que Jensen no iba a llegar precisamente con tiempo.

Desde el día anterior por la mañana que no le veía porque Jensen había tenido que ir a no sabía dónde con su padre, a cerrar un asunto con la empresa. Antes de marcharse, sabiendo que el asunto podía alargarse más de lo deseado, Jared le recordó que al día siguiente por la tarde salía su vuelo, y no le dejó marchar hasta que Jensen no le repitió el horario del vuelo unas cinco veces, jurándole que no se le olvidaría.

Pero cabía la posibilidad de que lo hubiera hecho.

Soltando un suspiro casi de dolor, cogió de nuevo el teléfono mientras caminaba por la Terminal, cavando literalmente un agujero en el suelo.
Al quinto tono Jared sintió que la presión sanguínea le subía cuando oyó la voz de Jensen.

- Hola.

- Joder, por fin te localizo. ¿Para qué demonio quieres el móvil?

- Estaba ocupado. Lo tenía en silencio.

- No me digas – gruñó cabreado, pero se obligó a relajarse. Ahora no había tiempo para eso – Está bien, no importa... Solo dime que ya estás por aquí.

- Uhmmm. Define "por aquí"

- En el aeropuerto, Jensen. Dime que ya estás en el aeropuerto, o al menos lo suficientemente cerca como para llegar en media hora.

- ¿Estás en el aeropuerto? – preguntó extrañado, y Jared sintió que le temblaban las piernas.

Porque ese comentario no presagiaba nada bueno.

- Sí. Te lo recordé ayer por la mañana y tú lo repetiste cinco veces antes de marcharte. Hoy nos vamos a París para pasar una semana de vacaciones... Bueno, exactamente, en media hora nos vamos a París – esperó a que Jensen dijera algo. Rezó para que dijera que solo le estaba tomando el pelo. Aunque fuera una broma de mal gusto no le importaría si eso significaba que llegaría a tiempo. Pero Jensen parecía haberse quedado mudo - ¿Estás ahí?

Sucedió en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora