Ceniza

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P.o.v. Hinata

¡Bep! ¡Bep! ¡Bep! ¡B-!

Mi mano pulsó el botón de desactivar la alarma. 7.30, genial. La cabeza me dolía a horrores y mi cuerpo reclamaba horas de descanso mientras hacía un esfuerzo colosal para no volver a quedarme dormido. Me incorporé pesadamente y me quedé contemplando mis pantuflas como si fuesen los más interesante del mundo. El ruido de mi estómago me sacó de mi ensimismamiento. Bajé con lentitud las escaleras de mi casa y me encaminé hacia la cocina para prepararme el desayuno. Prendí la televisión mientras esperaba a que las tostadas estuviesen listas.

"Los grupos yakuzas de menor rango han presentado mayor nivel de actividad durante las últimas semanas, los oficiales están intentando averiguar el por qué de estos cambios. Se ruega a los habitantes que mantengan la calma y que notifiquen a la comisaría más cercana cualquier indicio de actividad sospechosa..."

¡Clinck!

El ruido del tostador me avisó de que mi desayuno ya estaba servido. Apagué la televisión y rápidamente engullí el pan tostado con mantequilla. Me cambié y lavé los dientes. Cogí mi mochila, estaba dispuesto a salir por la puerta cuando me percaté de algo. Había olvidado mi pequeño cuchillo, estando las cosas como estaban no me fiaba un pelo de lo que pudiese pasar. Como siempre me decían:

"Estáte preparado, pues nunca sabes quien te puede estar acechando"

-Que bonito- dije por lo bajo con sarcasmo. Me coloqué el arma en un pequeño soporte que tenía escondido en el cinturón. Solo me separaba de él cuando jugaba al voleibol.

-Tendré que pensar como ocultarlo en las prácticas, no creo que sea buena idea alejarme demasiado de él...-giré el picaporte de la puerta y me monté en la bici. Bajé la montaña con lentitud, todavía quedaba mucho para el comienzo de las clases, y el moverme provocaba que sintiese pequeñas descargas de dolor en mi cuerpo, como si fuesen agujetas, pero mucho(mucho) más dolorosas.

Miré el cielo despistado, una mancha negra se acercaba a una velocidad vertiginosa. Comprobé que no había nadie por los alrededores y frené la bici. Coloqué mi brazo de tal manera que el animal que se acercaba hacia mí tuviese un punto de apoyo. El cuervo preparó sus patas para aterrizar y comenzó a disminuir la velocidad. Sus garras se hincaron en mi pálida piel, mas no llegaron a ocasionarme ninguna herida. Unas plumas ónix cayeron en el momento en que batió sus alas con ímpetu en busca de equilibrio. Me miró como pidiendo permiso para hablar.

-Habla- dije con voz firme.

"ELLOS VER, ELLOS ESCUCHAR" 

El sonido resonó en mi mente, la aguda voz del polluelo que tenía en mi brazo me provocó un dolor de cabeza. Hacía mucho tiempo que no hablaba con ninguno, y el volver a tomar la rutina me costaba. Si solo estuviese Shadow aquí...Aparté esos pensamientos y me centré en lo que había dicho.

-¿Ver? ¿Escuchar? Quién- demandé, usualmente no era así con ellos, pero el estrés y el cansancio provocaba que mi paciencia no fuese suficiente para tratarles con el cariño que se merecían. 

"UNO TENER CENIZA EN CABEZA, OTRO TRIGO"

-¿Eh...?- pregunté con duda.

"YO...NO SABER COMO DECIR. UNO MAYOR,OTRO NO TANTO. YO SENTIR."el cuervo bajó la cabeza ante su insuficiencia de conocimientos para poder explicarse correctamente. Era normal que al no conocer nuestro idioma les costase, eran animales listos pero pocas veces utilizaban nuestras palabras, habitualmente su lenguaje se basaba en movimientos corporales y distintos tipos de graznidos.

CuervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora