3. Encuentro: Abraham Mateo.

104 13 5
                                    

3. Encuentro: Abraham Mateo.

Las clases pasaban rápido y era momento de darle asceso a mi estómago con algo de comida. Una pizza de preferencia. Paso por los pasillos, siguiendo a la multitud de caníbales. Varios empujones y palabrotas me dan a entender lo hambrientos que están.

Que miedo.

Al llegar al lugar, miro para todos los lados. Un comedor enorme aparece en mi campo visual, muchas mesas redondas separadas, sillas que lo acompañan, un cristal ancho que detrás se ven los alimentos para pedir. Esto es como en las películas.

Me acerco para hacer fila, pero antes de poder ponerme atrás de una chica morocha, un chico se me adelanta y me empuja para salirme de la fila.

—¡Hey! Ese es mi lugar, enanito de blancanieves.— me quejo al acercarme.

El chico se da vuelta y lo veo. Me quedo hipnotizada por lo que mis verdes ojos ven. Es tan...sin palabras. Cabello castaño acomodado en puntas pero levemente caído, unos ojos marrones profundos, unos labios finos y algo rosados, y lo que no puede faltar...

La estatura. Es un duende en miniatura. Bueno exagero, pero es que tenemos la misma estatura.

Vuelvo al mundo cuando escucho una risa de su parte. Y valla risa.

—¿Perdón? Yo llegue primero por si no lo viste.— cuestiona burlón y se da la vuelta cuando la fila avanza.

—Me empujaste.— digo molesta. ¿Quién se creía este?

Se da la vuelta para enfrentarme.

—No. Sólo retrocediste para admirarme mejor, admitelo rubia.— dice con picardia y guiña un ojo.

¿Qué dijo? No lo dijo. ¿O si? ¡Claro que lo dijo!

Me acaba de decir rubia. Si, lo soy pero detesto cuando alguien se refiere a otra persona por el pelo, es como si las rubias fuéramos algo. Tontas, huecas, estúpidas, zorras...

Y ese ego va a explotar de lo grande que es.

—Uno, no me digas rubia y dos, ni estando solos en el mundo me quedaría admirandote.— mascullo apuntandolo con mi dedo índice.

Se ríe.

—Como digas, rubia.— casi que le golpeo la cara de niño lindo.

De lindo nada.

Cuando ya pude salir de la fila con mi almuerzo (que consistía en dos rebanadas de pizza, un jugo de naranja y de postre gelatina de fresa), respire con calma por el conflicto que tuve con aquel chico.

Este día esta en mi lista de "Los peores días de mi vida".

No era el primer día que me esperaba pero creo que tuve peores.

Como aquella vez en Sevilla, cuando tropecé con mis propios piel y tire mi almuerzo en el piso, cuando me agache para recogerlo, un chico se tropezó conmigo al no verme y me tiró la bebida ensima.

Fatal.

Encontré una mesa vacía y me senté. Pero la mesa no era la única vacía, yo me sentía vacía.

No conozco a nadie y estoy más sola que en el día de San Valentín.

Forever Alone.

—Que deprimente te vez.— dice Devon mientras se sienta adelante de mí.

Lo que faltaba.

Infiltrada. ||Abraham Mateo||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora