14 - Calor

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Había dejado la barra en manos de Amber, desde allí no podía tener un panorama del bar, así que subi las escaleras y desde allí controlo todo. Es tan raro estar a cuenta de todo eso, son muchas cosas para estar pendiente. Agradezco que hay bastante seguridad aquí y mantienen bajo control a algunos viejos borrachos y pervertidos.

Jadeo cuando unas manos tatuadas se apoyan en el barandal del segundo piso y un pecho choca con mi espalda. Sin pudor alguno Stephen entierra su cara en mi cuello y yo me estremezco, mi corazón va a parar o va a saltar por mi boca.

--Hola preciosa

-- Apodo de quien quiere llevarme a la cama –susurro riendo.-

-- Linda

-- Me da diabetes.

-- ¿Princesa? –noto su sonrisa y niego.-

-- ¿Acaso vives en Disney?

-- ¿Nena?

-- Muy barato...

-- Dejame pensar –me gira y yo paso mis manos por sus caderas, sus musculos son tan duros.- Morena, mi morena.

-- Aceptado –me acerco a sus labios y cuando pienso que él va a alejarse, se acerca a mi. Puedo sentir su aliento y quiero que me bese, tal vez esto esta yendo demasiado rápido, pero quiero correr, disfrutar mi vida, no quiero perder tiempo pensando que puede pasar si hago tal cosa, no quiero perder más tiempo. Confieso que Stephen se ganó un lugar en mi corazón viniendo todos los días al bar durante un mes o más, siempre charlábamos y no negaba que existía una química, era tan lindo tener charlas con una persona así, que cualquier tema fluya con toda la normalidad.

-- ¿Caro? –él me nombra y yo miro sus ojos, seguimos igual de cerca.- Te fuiste un momento...

-- Lo siento. –sonrio y acaricio su ancha espalda.- ¿Vas a besarme o...? –sonrie y sus labios terminan la distancia entre nuestras bocas, me besa suavemente y gimo cuando tira mi labio inferior con sus dientes; nuestro beso aumenta de temperatura cuando su lengua invade mi boca, su lengua acaricia la mia en un vaivén delicioso, mis piernas flaquean cuando siento un pedazo de metal rozar mi lengua. Tiene un pircing en la lengua, esto es demasiado para mis hormonas, estoy segura que mis bragas están empadadas. Ese ultimo pensamiento me hace sonreír y nos apartamos, él alza una ceja y yo lo abrazo. No quiero que vea mis mejillas rojas como un tomate.- Lo siento.

-- Para de decir los siento –sonrie y yo asiento. Diablos sus labios están tan húmedos y rojos, hace que un zoológico se presente en mi estómago.- ¿Puedes sacarte el antifaz?

-- Aquí no... -miro a mi alrededor y noto que una de las cabinas donde se hacen los bailes privador están libres.- Ven conmigo. –tiro de él hasta que entramos a la cabina, no lo dejo pensar mucho cuando lo empujo al sofá y me siento sobre sus piernas.- Ahora si. –desato la cinta en la parte de atrás y me quito el antifaz, veo como sus ojos escanean una y otra vez mi rostro.-

-- Eres hermosa Caroline –mi corazón duele al escuchar ese nombre, pero su voz hace que me olvide enseguida. Ese tono de asombro y fascinación me deja muda.-

-- ¿Y ahora que? –pregunto y sus ojos brillan perversamente.-

Sus labios atacan los mios una vez mas y siento que se mueve debajo de mi, no alejo mis manos de su pecho, el pasa sus manos por mi cintura y me atrae haciendo que quede sentada sobre su ingle. Noto algo duro bajo sus jeans, no soy la persona más santa e inocente de este planeta así que comienzo a moverme sobre su miembro, el suelta un par de gemidos y yo suspiro satisfecha, esto es un alivio para mi entrepierna.

--¿No es un poco rápido? –me susurra y yo lo miro.-

-- ¿Quieres parar?

-- No, y tu?

-- Tampoco –el me sonríe y vuelve a besarme.-

Esto va enserio. Estoy a punto de follar con un tipo que me bese dos veces, y que conozco desde hace un mes. ¿Lo peor? No me importa, solo quiero disfrutar sin ningún problema.

Aunque en un momento pensé en llegar a esto con él, nunca me imaginé que sería dentro de estas cabinas. ¡Son muy chicas!. Las cabinas constan de un cubículo con un sillón, frente a un vidrio polarizado de tal manera que la bailarina no ve al cliente, pero él si la ve.

Mis manos recorren su abdomen acariciando cada centímetro, no se que va a pasar después pero quiero disfrutar a este hombre cada segundo. 

Caroline. |Stephen J.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora