Amor... ¿Que palabra más extraña no? Creo que no soy la única que cuando escucha esa palabra le vienen a la cabeza miles de imágenes, millones de miradas, cientos de sentimientos.
Esas miradas disimuladas que algún día llegué a pensar que tú me dedicabas, pero que ahora estoy segura de que no eran para mí.
Esas noches soñando y soñando sin poder evitar que tú te colaras en mis sueños.
Esos duetos ahogados en llantos que tú ni siquiera veías.
Esas caricias deseadas que nunca fueron.
Esos besos soñados que nunca ocurrieron.¿Recuerdas aquel día en que te cruzaste en mi vida? Si, ese día que empecé a creer en los cuentos de hadas, porque si, el momento en que nos conocimos fue un momento de película, de esos de los que no te olvidas porque prácticamente es imposible que pasen, aún recuerdo tu mano cogiendo la mía, recuerdo pensar que no sabía lo que ibas a hacer, recuerdo también un beso suave en mi mano, como os he dicho antes, cómo un cuento de hadas aunque a veces parece que lo haya soñado, recuerdo tu mirada cruzándose con la mía después de eso, recuerdo a todo el mundo mirándonos, a mi completamente roja, pero no por las caras de sorpresa de todo el mundo, si no por tu sonrisa que ahora comprendo era simple cortesía.
Recuerdos... Recuerdos... Recuerdos...
De repente todo desaparece de mi cabeza como con un calambrazo... Solo recuerdo la sensación de un sufrimiento sin dolor... No soy capaz de identificar que es... Otro calambrazo y despierto de golpe como si hubiera estado dormida durante años.
Abro los ojos y compruebo que me encuentro en una habitación blanca, más blanca incluso que la nieve, espera... Recuerdo el color de la nieve, es un blanco tan intenso, tan bello... Bello... Bella... Arabella...
-Arabella – grito y me doy cuenta en ese momento de que había un hombre en la habitación mirándome.
-Arabella? – dice el hombre que va vestido de un tono amarillo muy peculiar, realmente cegador.
-Si, creo que es mi nombre – digo más para mi que para él.
-Bienvenida al lado vivo del mundo Arabella – dice en un tono más bien lúgubre.
-¿Quien es usted? ¿Que hago aquí? ¿Quien soy yo? ¿Dónde estoy? – enuncio atropelladamente, como si me faltara el aire. El señor de amarillo se va riendo, haciendo caso omiso de lo que le he preguntado y cerrando la puerta con llave. Estoy encerrada aquí, donde quiera que sea ese aquí, pero encerrada. Miro a mi alrededor, una ventana, intento levantarme con cuidado y compruebo que no me duele absolutamente nada, me acerco a la ventana y la abro, contemplo la calma del inmenso cielo azul solo perturbada por el batir de alas de los pájaros que vuelan cercanos a mi ventana, es de un azul tan claro que da la sensación de reflejar los verdes prados que se extienden hasta donde me alcanza la vista.
Reflejo... Reflejo... Y entonces me viene a la cabeza que no soy capaz de recordar mi propio reflejo, examino cuidadosamente la habitación y ahí está lo que andaba buscando, un espejo.
Me acerco con los ojos cerrados por el miedo que tengo a lo que pueda ver y cuando pienso que estoy lo suficientemente cerca agacho la cabeza y abro los ojos, con lo cual solo puedo ver reflejados mis pies descalzos sobre el parqué, voy levantando la vista y veo a una chica no muy delgada, mis piernas no son muy largas y mis caderas bastante anchas, sin embargo tengo una cintura muy estrecha y bueno un escote bastante prominente, sigo subiendo y me miro a los ojos de un azul intenso pero claro a la vez, puedo ver el mar en ellos...
El mar en los ojos... El mar en los ojos...
Un pinchazo en la cabeza, me tengo que sujetar de la cama para no caerme, todo se nubla...
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Recuerdos Dolorosos
Kısa HikayePerder la memoria es algo realmente horrible, no sabes quien eres, ni que sentir por quien. Acompaña a Arabella en un viaje por sus recuerdos.