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Al contrario de lo que yo esperaba, aceptaste a ir conmigo al parque de diversiones. No sabía si habías aceptado porque te gustaba estar conmigo o porque entrarías gratis ya que yo pagaría las entradas.

«Eres guapo, Wesley. Seguro le gustas» intenté convencerme a mi mismo mirándome en un espejo de cuerpo entero, aunque sabía que ambas cosas eran mentira. Me despeiné el cabello. ¿Por qué querías estar conmigo? ¿Qué tenía yo que los demás chicos no tuvieran?

Miré mi reloj para comprobar la hora. Si saliera ahora, llegaría a las 12:00, la hora que habíamos acordado. Decidí esperar un minuto o dos para no parecer tan desesperado. Llegar a las 12:02 sería mejor que a las 12:00.

Me quedé viendo la TV para matar el tiempo y solté una exclamación al notar que en lugar de dos minutos habían pasado veinte. Corrí hacia mi auto y comencé a manejar a toda prisa.

«¿Por qué le das tanta importancia?» me pregunté a mi mismo. Miré mis manos. Apretaban el volante con tanta fuerza que los nudillos se me habían puesto blancos. «Summer siempre tarda media hora o más y nunca parece importarte».

Relajé un poco las manos. Era verdad.

Conduje el resto del camino hacia tu casa más tranquilo. Al llegar a tu casa te vi sentada frente a tu puerta. Cuando me viste, viniste corriendo. Le quité el seguro a las puertas y te sentaste en el asiento del copiloto.

— ¿Por qué tardaste tanto, Wes? Siempre eres puntual. Creí que te había sucedido algo —dijiste mirando hacia adelante.

—Se me pasó el rato. No creí que fuera tan tarde.

Asentiste. El resto del viaje fue en silencio, hasta que divisaste el parque a lo lejos y soltaste un chillido de emoción.

Aparqué y te bajaste de un salto. Me dirigí al lugar donde se compraban los tickets y abrí los ojos, confundido cuando vi que ya habías entrado.

—Conozco al dueño, bobo. Ven, entra —dijiste haciendo una seña. Le susurraste algo al guardia y me dejó entrar.

¿Cómo te atreves a volver? | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora