Capítulo VII

28 8 8
                                    


Una persona, eso es todo lo que necesitaba para vivir y lo había perdido. Las lágrimas no tardaron en salir, presioné mis párpados con fuerza en un inútil intento de impedir el correr de esas gotas de agua salada por mi cara. Abracé mis piernas contra mi pecho y lloré como nunca antes. No podía, no podía con la vida, todo menos eso. Me lo habían arrebatado, él era una parte de mí y ahora sentía estaba aún más incompleta.

Después de lo que parecieron horas comencé a calmarme. No iba a solucionar nada en posición fetal mientras lloro. Si quieres que algo suceda debes tomar cartas en el asunto. Un inmenso odio y dolor acogieron mi cuerpo, la venganza comenzó a reinar mis pensamientos. Si ellos le hicieron algo a él se las iban a ver conmigo. No sé a quién ni la razón pero algo tenía claro, los iba a eliminar.

Abrí lentamente los ojos tardando unos momentos en acostumbrarme a la luz del lugar. Seguía en esa extremadamente blanca habitación de hospital.

Todo estaba extraño y borroso en mi memoria. Sucesos se conglomeran en mi cerebro no dándoles sentido. Mis amigos, una fiesta, un niño, un castillo de arena y esos hombres uno con ojos negros cual abismo y el otro al que nunca le pude ver el rostro pero por quien daría mi vida. ¿Qué ha pasado? Me pregunté a mi misma.

De pronto se escucharon ruidos sobre el pasillo sacándome de mis pensamientos, volteo mi mirada hacia la puerta en la espera de alguien. Pero no, el sonido pasa de largo sobre el corredor. ¿Cuántas personas habrá en este lugar? ¿Qué tan grande será?

¿No quieres ir a averiguarlo? -Sonó en mi cabeza. Una sonrisa se dibujó en mi rostro

-¡Gemi! - Exclamé en voz alta.

¿Lo recuerdas? - Preguntó claramente sorprendida y con un toque de ilusión en sus palabras

-Sí, lo hago. -Respondí sonriendo aunque ella probablemente no pudiese verme

Gracias -Dijo verdaderamente conmovida.

-No hay de qué -Hablé dando por terminada nuestra conversación por el momento. -Ahora necesitamos saber qué sucedió y cómo salir de este lugar.

Analizo mi alrededor, estoy conectada a una máquina que mide mis signos vitales, tengo un respirador sobre las fosas nasales y una intravenosa en mi brazo. Mi ropa completamente blanca, un ventanal de mi lado izquierdo cubierto por cortinas blancas, vaya sorpresa, y una puerta a los piés de la cama.

Una vez más se escuchan ruidos confusos sobre el corredor. Miro la puerta con intención de hacer que alguien entre por ella, pero nada, no pasa absolutamente nada. Después de unos cuantos segundos me enderezo y bajo los pies tocando el piso, está frío. Me quito el respirador y la intravenosa, también me deshago de todos esos chupones alrededor de mi cuerpo. Un escalofriante sonido sale de la máquina anunciando que he muerto. Gracioso, siento que ya estaba muerta.

Me paro en un movimiento rápido y no fue lo más listo que pude hacer. Me caí golpeando todo mi cuerpo, mi cara ardió como nunca.

-¡Maldición! - Exclamé mientras trataba de pararme en un fallido intento.

Fue ahí cuando me dí cuenta lo delgados que se encontraban mis brazos. Bajé la vista hacia mis piernas.

-¡Mierda! -Espeté - No recuerdo haber sido tan "delgada" nunca y esto es increíble, parezco una calavera. ¿Cuánto tiempo estuve en esa cama?

Puse todo mi esfuerzo en pararme, me mantenía agarrada de la cama para no volver a caer. Comencé a mover mis pies poco a poco haciendo que estos se acostumbraran de nuevo al peso de mi cuerpo. ¡Shit! Había dado como dos pasos y ya estaba cansada. Miré a todos lados sin encontrar nada que me ayudase a mantenerme en pie. Escaneaba la cabecera de la cama de hospital, muchos aparatos pegados a la pared y la intravenosa.

-¡Claro, la intravenosa! - Exclamé con emoción.

Estiré mi cuerpo para alcanzar la bolsa de suero colgada de una saliente del respaldo de la cama.

-¡Bingo! - Solté con felicidad.

Quité el dosificador y comencé a beber el líquido amarillento. No tenía el mejor sabor del mundo pero es algo. Una vez vacía la bolsa la dejé en el suelo. Volví mi vista a las máquinas. Una de ellas parecía tener todos los medicamentos del mundo en su pantalla. Mis ojos escanearon la lista de estos encontrandose con el santo grial.

Teclee en la máquina para subir la concentración y frecuencia de esa molécula creada por los dioses. Un líquido blanquecino salió por uno ducto que inicialmente llegaba a la bolsa de suero pero ahora iba directamente a mi boca. Dulces placeres de la vida. Aunque solo me sirviera como fuente de energía a corto plazo.

Una vez que terminé mi dotación de glucosa me paré cuidadosamente de la cama, no iba a arriesgarme a golpearme de nuevo. Para mi sorpresa me mantuve en pie. Arqueé una ceja ante lo ocurrido, nada mal. Sonreí victoriosa

Caminé lentamente mientras me sostenía de la cama pero todo era mucho más fácil ahora. Creo que mi cuerpo se estaba acostumbrando al movimiento de los músculos. Aunque sigo dando pena, parezco un venado recién parido. Me detuve de la pared para dirigirme a la puerta. Una vez ahí coloqué mi oído sobre esta, un sonido agudo y sordo, pasos y murmullos venían desde afuera.

Intenté abrir pero nada, estaba cerrada. Había un tablero con números a un lado del marco junto con un escáner, un lector de tarjeta y un foquito rojo prendido. Silbé por lo bajo.

-Sí que se toman en serio la seguridad. Pero nada puede detenerme y menos cuando se trata de comandos y circuitos -Hablé orgullosa. Esperen ¿qué?

Mis manos comenzaron a moverse solas, no sabía lo que estaba haciendo pero al parecer sí lo sabía. Raro. Abrí el aparato para encontrarme con un montón de cables y circuitos que en mi vida, o lo que recordaba, había visto. Más tardé en percatarme como mi cuerpo se movía solo que en lo que este desbloqueó la puerta. El foco pasó de estar rojo a verde y supe que lo había logrado.

-¡Increíble! - Hablé emocionada -Has alcanzado el nivel: Hacker -Hablé como robot y me solté a reír instantes después.

Abrí lentamente la puerta para encontrarme con una terrorífica escena. Una pequeña pelota de color verde siendo lanzada hacia mi puerta. Al estar tan cerca me di cuenta y resultó ser una granada de las que usan los militares. ¿Como sé que es real? Bueno, tengo la ligera sospecha por todos esos casquillos de bala regados en el suelo, los cuerpos inertes sobre este último y el sonido de las armas siendo disparadas, pero denme el privilegio de la duda.

Una sola cosa pasó por mi mente, he llegado hasta aquí 

Full HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora