Nuestros sentimientos

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¡Chic@s he vuelto!

Sé que os he hecho esperar mucho, pero como disculpa os tengo tres capítulos que los subiré uno detrás de otro.
Espero que con esto me perdonéis por teneros abandonados. ^_^U

Y sin más espera, aquí esta el primer soborno de disculpa... quiero decir, primer capítulo de disculpa hahaha.

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Mientras el temor me impregna el cuerpo me baño, intentando así, apaciguar mis miedos. Aún y con la calidez del agua, mi cuerpo sigue rígido como una piedra por el nerviosismo. La frase "Me ha descubierto, me ha descubierto..." se repite en mi mente una y otra vez igual a un disco rayado. Sinceramente no sé qué hacer, después de todo aún no estoy seguro si realmente ha visto mi cuerpo totalmente en cueros. 

Mientras pienso en salir o no de dentro de la tina porque ya ha pasado un largo rato, oigo un golpeteo que proviene de la puerta. Al principio casi ni lo percibo por estar tan enfrascado en mis pensamientos.

- ¿Nagisa, te encuentras bien? Ya hace un buen rato que estás ahí dentro. – dice Karma elevando su voz para que lo pueda escuchar a través de la puerta con facilidad.

- S-sí, ahora salgo. – tartamudeo.

- Está bien, entonces te espero en el comedor.

- Vale.

Rápidamente salgo de la tina y me empiezo a secar con la mullida toalla de color azul cielo. Cojo las prendas prestadas por Karma para vestirme. La parte de arriba no tengo ningún problema – excepto por el inconveniente de que me va inmensamente grande – pero cuando estoy por ponerme la parte inferior, me doy cuenta que no tengo ropa interior limpia. Dudoso, al final decido vestir los pantalones sin ropa interior ya que los míos están totalmente empapados, aunque no me hace mucha gracia. Y aquí tengo el segundo problema, los pantalones no se me ajustan. Cada vez que me los subo, estos se deslizan hacia abajo sin ningún inconveniente. Después del decimoctavo intento, me rindo y me los vuelvo a quitar.
Al final, salgo del baño solo con la camisa puesta. Ya que me va tan grande, parece más bien como si llevara un vestido corto el cual me llega hasta medio muslo.

Nervioso, me dirijo hacia el comedor. El corazón me late a mil, las manos me sudan y mi cuerpo se vuelve más pesado a medida que avanzo. Por un momento se me pasa por la mente huir, pero si hago eso solo conseguiré empeorar las cosas... o eso creo.

Cuando me encuentro delante de la puerta del comedor, un inmenso nudo se forma en mi estómago. Jamás, una puerta, me había parecido tan inmensa como me lo parece ahora. Otra vez, se me pasa por la mente huir, pero tengo que ser fuerte y afrontar las cosas.
Con valor – la cual no tengo – pongo mi mano en el pomo y empujo el trozo de madera, con pasos temblorosos me adentro en la sala. Recorro con los ojos todo el lugar buscando el causante de mi ansiedad, no demoro demasiado en encontrarlo. Se encuentra sentado encima de un gran sofá color marrón oscuro, con una pierna encima de la otra y un libro entre las manos. Lleva ropa de ir por casa, una camisa blanca con los tres primeros botones sin abrochar, unos pantalones negros un poco ajustado, unas zapatillas para interiores y una gafas como toque final.
No puedo evitar quedarme unos segundos sin aire, casi olvido la acción de respirar. Jamás habría pensado que pudiera existir alguien que le quedara tan sexy la ropa casual. Veo que se percata de mi presencia y dirige su mirada hacia mí.
Inmediatamente aparto los ojos de él y me giro en dirección a la puerta con la excusa de cerrarla. Aprovecho el momento para calmarme, porque ya no sé el motivo por el que me late tan fuerte el corazón. Si es por los nervios por haber sido descubierto – lo cual aún no estoy seguro – o por el hecho de tener un adonis detrás, intentando descifrar mis pensamientos más profundos con sus penetrantes orbes color cobre.
Para mala suerte, la "excusa" no dura demasiado, tan solo me da unos escasos segundos. Con lentitud me vuelvo a girar hacia su dirección.

Un profesor travieso y un chico 1/2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora