Siguiendo con el castigo

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Tengo la mente hecha un revoltijo de información. No me esperaba que los trasfondos de Karma fueran tan... impactantes. Quiero decir, pensaba que solo era un hombre normal – dejando a un lado lo de endemoniadamente guapo y seductor – con un trabajo normal, un pasado duro y poca cosa más. Pero quien hubiera dicho que pertenece a una de las familias más ricas e influyentes de Japón. Me quedo un buen rato parado en medio del salón intentando digerir la gran bomba que Karma me ha lanzado sin previo aviso. Tan absorto estoy en mis propis pensamientos que ni me percato de la marcha de Miho. Pero soy sacado de mis pensamientos por un ataque sorpresa de Karma.

De repente pone sus grandes manos a cada lado de mi rostro y me besa apasionadamente, ya que tengo la boca entreabierta por la sorpresa anterior le es muy fácil introducir su traviesa lengua. Aún puedo percibir un poco el sabor amargo del café que se ha tomado antes.

- Nagisa, creo que te he dado tiempo suficiente para asimilar la información, ahora nos toca seguir... – se me acerca al oído y me susurra con un leve tono ronco. –... con tu castigo. – termina la frase mientras me muerda la oreja diestra.

- Ah... – un leve gemido se me escapa ya que no estaba preparado por el repentino ataque.

Esboza una sonrisa y me vuelve a besar sin pudor. Sin resistirme, envuelvo los brazos por su nuca para profundizar nuestro contacto. Sus manos, antiguamente en mi rostro, van deslizándose por mi cuello, pecho, cintura hasta detenerse en mis glúteos; los dedos amasan con gusto mi trasero. Un escalofrió me recorre el cuerpo entero, al sentir aún, un sutil hormigueo por el camino que trazaron las manos de Karma antiguamente. Todavía no hemos hecho nada pero el cuerpo me arde de antelación, quiero sentir otra vez cada una de las sensaciones de ayer.

- Si lo esperas con tantas ganas ya no será un castigo. – me susurra otra vez al oído con cierto tono de diversión.

Me sonrojo porque sé que tiene razón, estoy deseando tanto el contacto de nuestras pieles desnudas, las fricciones de nuestras virilidades, los sonidos obscenos de nuestro acto y el querer volver a sentirme lleno con su profanación.

- Es... es tu culpa... ¿quién te manda a tener tan buena técnica que a pesar de haberlo hecho por primera vez anoche, ya tengo ganas de volver a sentir lo mismo otra vez? – me defiendo con una excusa que no se sostiene por ningún lado.

Karma al oír dicha respuesta detiene todo movimiento y empieza a reír sonoramente, dejándome un poco en ridículo en el proceso porqué sé que mi respuesta ha sido algo estúpida.

- T-tienes... hahaha.... razón, es mi culpa, mi culpa. – me da la razón mientras sigue riéndose. Yo, un poco molesto, me aparto de él de un empujón y salgo del salón.

- Cuando termines de reírte de tu novio, o sea yo, me encontrarás en tu habitación. – le digo con un tono de pocos amigos, aunque realmente no estoy muy enfadado que digamos. Pero a veces hay que mantener las apariencias, que vea que él no es el único que sostiene la sartén por el mango.

Sin esperar por su respuesta voy hacia la habitación mencionada. Una vez allí, me meto dentro de la cama y me envuelvo con las sábanas pareciendo una oruga. Karma no tarda demasiado en seguirme.

- ¿Oye, Nagisa, estás enfadado? – me pregunta él des de la distancia, aunque no lo puedo ver porque estoy envuelto de pies a cabeza.

No le doy ninguna respuesta. Él, como buen hombre de poca paciencia que es, no espera ni dos segundos y se acerca a la cama tirándose encima de mi sin delicadeza. A pesar del traicionero ataque, intento resistir debajo de las frazadas y del pesado cuerpo del contrario, pero no resisto más de cinco minutos y saco mi cabeza de entre las sabanas ya que casi me ahogo.

Un profesor travieso y un chico 1/2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora