Entrada I.

357 11 1
                                    

...

Entrada I

...

¡Querido diario!

¿Sabes? Recuerdo cuando era apenas una mocosa y soñaba con tener una vida independiente.

Tener una casa enorme. Tener un auto de lujo. Tener millones de sobra.

Haber viajado por todo el mundo más de una ocasión junto a los dos perros enorme de la raza akita que adoptaría y al que llamaría Duran y Dunas.

Soñaba con tener fama y poder.

También soñaba con vivir lejos de Fuuka, en una enorme casa con vista al mar o en un inmenso edificio con vista a la cuidad.

Soñaba con que mis padres vivieran cómodamente en una casa de campo que entre mis hermanos y yo pagaríamos para que tuvieran una estancia placentera.

Soñaba con que mi hermano pequeño fuera un gran doctor y mi hermana mayor una gran ingeniera química.

Lo que más tengo presente es que soñaba con encontrar el amor de mi vida. Con encontrar a mi alma gemela y vivir un felices por siempre.

En aquel entones yo solo tenía ocho años.

Lo gracioso de todo eso, es que mientras más planeas y mientras más sueñas con ello, pareciera que más te alejas de esos deseos.

Supongo que algo tiene que ver que mientras vas creciendo, la vida puede guardarte muchas sorpresas. Muchas sorpresas por la que no estas mínimamente preparada. Y para mí no fue la excepción.

Hubo una ocasión cuando era un poco más grande, pero igual de ingenua, creó yo, en la que me encontraba lavando una gran montaña de ropa sucia de toda la familia.

Recuerdo haber lavado todas las camisas. Y sacos. Y corbatas. Y calcetines. Y pantalones. Y vestidos. Y uniformes de toda la familia.

Recuedo que no sabia encender la maldita lavadora por lo que todo lo hice a mano. Ese día me había levantado muy temprano en el frío de la mañana para que la ropa estuviera seca lo más rápido posible.

Para que tuviera tiempo de cocinar algo sencillo. Para que mi madre estuviera orgullosa de mi. Para cuando volviera viera que habíamos esperado su regreso con ansias. Para que no se preocupara por nada que no fuera el cuidar de su salud... Para que no estuviera triste porqué le habían quitado la matriz en el que los doctores habían encontrado grandes cantidades de bolitas de carne muerta que se aferraban a las paredes de su útero y que estaban viviendo de ella, alimentándose de lo que ella comía y formando un hogar dentro de su cuerpo, como si fuera un hermanito nuevo.

Yo solo quería que fuera feliz otra vez.

Ese era el plan, hasta que se soltó una ligera llovizna, que luego se volvió en una gran lluvia llena de rayos y relámpagos. Al final termino transformarse en una fuerte tormenta.

Ese día mamá se molesto. Papá me regaño por varios minutos. Mis hermanos guardaron silencio. La ropa no se seco y cuando lo hizo se apesto.

Nadie se pudo cambiar de ropa por tres días y yo terminé en cama con una épica gripe que duro tres semanas.

Solo tenia once años.

...

Noir Désir (ShizNat) EDITADO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora