ACTO 6: Los Que Roen Las Entrañas De La Tierra.

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-Johann Setward, portador del brazo izquierdo de Ferir.

-Es un verdadero honor que me conozcas, pero debo decir que no sé quién eres tú.

-Allan Bernard Cooper, aquel que llevara tu cabeza al inquisidor Seibat.

Allan blandia su estoque frente a sus rostro, miraba fijamente a Johann quien se mantenía en guardia, aun con su espada en su vaina.

-¿Vienes o qué?

-Allan lanzo una mirada despectiva a Johann y lanzo su estocada, su estilo de pelea era un tanto peculiar, lanzaba estocadas y defendía muy rápidamente, pero Johan desviaba sus ataques con su guantelete.

-Digno de Ferir.

-Parece que no me das crédito de nada, bien, tendré que cambiar eso.

Johann saco su espada de la vaina, no era una Ammut, pero era muy resistente.

-Prepárate por que acabe con las formalidades.

Sostenía la estada con amas manos, sus golpes eran terriblemente poderosos, poco a poco Allan retrocedía, casi incapaz de reaccionar a los ataques.

-¿Qué ocurre? Creí que tomarías mi cabeza.

-No tientes a tu suerte. Bien, creo que es hora de que yo también deje las formalidades. Allan cambio de postura, su pierna derecha estaba más adelante, sus rodillas un poco flexionadas su mano izquierda señalaba a Johann mientras la derecha, más atrás y sobre su cabeza le apuntaba con el estoque. Giro rápidamente su muñeca izquierda.

-Stone Snake.

Johann sintió como las pétreas criaturas se enrollaban en sus extremidades, habían salido directamente de suelo y lo ataba cual cuerdas.

-¿Magia?, exclamo con dificultad.

Allan giro nuevamente su mano izquierda, ahora la palma apuntaba a Johann, tenía los dedos hacia adentro de la palma.

-Big  Stone Snake.

La criatura se elevó a sus espaldas, era muy similar a las serpientes de roca pero más grande, mucho más grande, su cabeza tenía fácilmente el tamaño de la de un cocodrilo.

*****

Cedric trataba siempre de esquivar las embestidas de Seibat, era mucho más fácil, aunque él podía detenerlos, no sabía con exactitud cuanto más resistiría Homúnculo, pues aun no la dominaba por completo. Seibat embistió una vez más, esta vez más rápido, por lo que Cedric se vio obligado a detener el ataque, la onda expansiva elevo el polvo. Por un instante, el sudor y la sangre no se vio afectada por la gravedad, las esferas flotaron estáticas, y luego, cayeron a tierra. Cedric sostuvo la espada frente a él, apuntaba directo al cielo, un rápido movimiento y esta dio un giro de 360 grados, lentamente, un disco rojo con un agujero en su centro se fue haciendo más y más duro.

-Impresionante, su anterior usuario no tenía tal dominio de Homúnculo.

-Lo note.

Seibat ataco nuevamente, el disco se interpuso en su camino, era como un escudo de sangre muy duro, pero suave al tiempo.

-¿También notaste que eso no me detendrá?

La espada de Seibat lentamente atravesaba el escudo, Seibat se esforzó más, un trozo del escudo rojo cayó a tierra.

-Sí, también lo note.

La espada de Cedric había perdido la cobertura de sangre, pero este ya se encontraba apuñalando a otro soldado para conseguir más, el soldado cayo y Cedric apunto a Seibat, una línea delgada de sangre fluyo por la hoja a gran velocidad, Seibat esquivo por poco el ataque, por su mejilla corria sangre, su sangre.

-Bien, se acabó esto.

Seibat sostenía ahora la espada con sus dos manos. Corrió hacia Cedric, pero el escudo de sangre se interpuso, Seibat lo corto, trozo a trozo el escudo iba siendo cortado, Seibat lanzo nuevamente su ataque, ya nada se interponía, y Cedric no tena su cobertura de sangre.

La mitad de la enorme espada que llevaba Galvan cayó a tierra, Seibat miraba al dúo con detenimiento, tratando de hallar una pista sobre quienes eran.

-¿Dónde estabas? Protesto Cedric.

-No creas que los guardianes de este buen sujeto son fáciles de tratar.

Cedric Giro su cabeza, uno de los hombres que acompañaba a Seibat estaba a un costado de un pilar, le faltaba una pierna y la cabeza.

-¿Dónde está Edgar?

-Fue por Gottfried... Creo.

-Un demonio y una bestia, vaya par más peculiar.

-Pues, gracias por eso, repuso Galván mientras miraba el corte que Seibat había hecho. Arrojo lo que quedaba de espada y llevo su mano a su cinturón.

-No lo hagas.

Galván desenfundo una espada cuya cruz parecían las alas de un murciélago  de color amarillo verdoso.

-¿De dónde sacaste esa cosa?

-Se la quite a ese hombre, respondió señalando al guardaespaldas de Seibat.

Una enorme explosión desvió su atención, venia de fuera del castillo.

-¡Capitán! ¿Qué ha sido eso?, pregunto Seibat a un hombre que estaba sobre la torre 1.

-Parece que volaron el túnel de la casa de piedra.

-¿Los Rebeldes?

-No sabemos quién fue.

Seibat miro nuevamente a Cedric y Galván, ahora havía alguien más.

-¿Qué fue eso Johann?

-Refuerzos.

Seibat miro detrás de Johann, Allan estaba boca abajo, tendido e inmóvil en el suelo.

-No te preocupes, no lo mate.

-¿Y eso a que se debe?

-Creo que tengo el derecho de elegir a quien mato y a quien no.

Seibat miro la espada que empuñaba Galván, realizo un rápido movimiento y la espada salió volando, Galván retrocedió sujetándose la mano derecha, le faltaba medio meñique, y la espada cayó en las manos de Seibat.

-Eres un hombre con suerte, Kemono el Terrible, hubiese sido peligroso dejarte a Anfiptero.  Nos veremos en otra ocasión, igual para ti, Akuma el sangriento, tu conserva a Homúnculo, me gustaría luchar otro día contigo.

-Eso es todo, ¿te iras así como así?

-Tengo prioridades, Ustedes, añadió señalando a un par de soldados, recojan a Allan y sáquenlo de aquí. ¡Capitán!, De la orden, no quiero que quede ni hombre ni casa en pie.

Otra explosión sacudió el lugar, la torre 1 había estallado.

-Parece que no es tu día, Inquisidor Seibat.

Seibat suspiro.

-Ah, tienes razón, y se pondrá peor. Exclamó mientras le daba la espalda al grupo de Cedric.

-¿Seguros que debemos dejarlo ir? Murmuro Johann.

-No podemos con el... hubiésemos tenido una oportunidad si alguien no se hubiese dejado quitar la espada dragón mas dura

-¿Cómo iba a saber que se trataba de Anfiptero?

*****

-Donde Demonios esta Seibat.

-Aquí estoy anciano, andando, debemos irnos.

-Espera, no me iré sin...

-Tranquilo, ya están aquí.

Seibat miro a un niño y una niña que estaban detrás de él, el niño lo miro fijamente.

-¿Por qué me miras así... mascota?

-Bien, ya es tiempo de irnos exclamo Gottfried.

-¿Tan pronto?, Repuso Edgar, Pero si la fiesta apenas empieza.

Soul HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora