Soul Hunter

ACTO 2: Partida

Habían salido en la madrugada, sin que nadie se diera cuenta de que ninguno de los dos estaba en sus camas. Como durante la noche anterior no pudo dormir bien, tanto por la batalla como por que tuvo que quedarse despierto reparando las paredes, Hans estaba un poco exhausto, y sus constantes bostezos lo dejaban claro. Pero si Hans había dormido poco, Elizabeth no había dormido nada. Luego de un rato llorando fuera de la casa de Katalina, Elizabeth finalmente se había logrado calmar, aunque no se había desecho de la cadena que le oprimía el pecho. -Tengo que hacer algo- pensó, pero sabía que era poco, o nada lo que podía hacer, pero eso no la iba a detener. Luego d ayudar con la reparación de los muros, Elizabeth se dedicó a planear que hacer, y cuando tuvo listo su plan se fue a su casa a conseguir suministros; Algo de comida, algo de dinero, la espada que Galván había hecho hacia dos inviernos, según él, esa espada no sería comprada por nadie, sabría el por qué. Pero la espada no estaba en la forja, tampoco en la habitación de Galván, ni siquiera en la de Cedric, o en el ático. Entonces recordó el sótano. Cedric le había prohibido entrar en ese lugar, rara vez era abierto, de hecho, Elizabeth solo recordaba dos ocasiones en que en que aquellas viejas puertas de roble habían sido abiertas. Aunque busco la llave por cielo y tierra no la encontró, así que decidió usar una ganzúa. Había cajas y más cajas, algunas grandes, otras pequeñas, algunas cubiertas por mantas y las otras por polvo, había también tres cajas pequeñas y largas superpuestas una sobre otra en una mesa, su contenido era obvio: espadas. Abrió la de más arriba y encontró lo que buscaba, la espada Lenka MK IV. Era un nombre extraño para un arma extraña que ni siquiera tenía empuñadura, solo era una hoja con algo de tela roja en uno de sus extremos. Quizás las otras si tuvieran empuñadura, pero era algo que no sabría. Las cajas estaban cerradas y aunque ella era buena abriendo cerraduras, ya se había enfrentado a aquellos modelos y nunca había podido con ellos. -Quizás haya alguna espada por aquí- se dijo, pero todo lo que encontró fue una alabarda y en vista de que no era buena con ese tipo de armas decidió dejarla en su lugar. Lo que no pudo dejar en su ligar fue un pequeño cofre con aristas de acero. En vista de lo inusual de ello, pues la mayoría de cofre tenían las aristas de hierro o algún metal precioso, dependiendo el uso que se le diera, de modo que aristas de acero significaban algo que se trataba de mantener a salvo, dinero quizás. Luego de una pequeña lucha el cerrojo por fin cedió, pero en el interior no había monedas de oro, plata o bronce, ni siquiera un Rukh, solo había unos viejos documentos.

18 del noveno mes de 1754

Oficina de protección territorial.

Bajo las órdenes del general Wang, me permito informarles que mediante decreto 0076 de 1754 se otorga autoridad al Alférez Reven Cedric Gelinger y al Alférez Paladín Galván Asimov de llevar a cabo la voluntad del emperador y recuperar las tierras que por derecho le pertenecen y que a día de hoy se encuentran ocupadas por semihumanos. Dichas tierras se encuentran en el distrito de Vals. Se autoriza a los mencionados a usar el método que consideren adecuado para dicha labor, de igual modo se ordena a todos los ciudadanos, civiles y militares ayudar en todo lo que los mencionados necesiten y soliciten.

Adjunto a esta carta la orden 0076 de 1754.

General de brigada Gunther Blez.

Elizabeth estaba ahora más confundida que nunca, según parecía, Cedric y Galván eran miembros del ejército rebelde, pero también eran, o fuero, miembros del ejército, y no solo eso, ambos eran soldados con un título de alto grado. Hasta ese entonces Elizabeth solo había visto a un par de blancos y a un hunter, y pensar que un Paladín y un Raven la habían educado.

-Oye, no deberías estar aquí.

La voz de Hans la hizo volver de sus pensamientos.

- ¿Qué haces?