ACTO 3: El Pueblo De Klump

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-Creo que ya he visto ese árbol. Exclamó Elizabeth.

- ¿Cual árbol?

-Ese de ahí, repito señalando un abeto enorme.

-No lo sé, todos son iguales.

-Si te refieres al hecho de que todos tienes tronco hojas y ramas entonces tienes razón.

-Ja, eres demasiado graciosa para mí, repuso Hans en tono sarcástico.

-Creo que estamos perdidos Hans. Pensé que serias mejor para orientarte.

-Yo pensé que tu dirijas la marcha.

-Con eso confirmamos que estamos perdidos.

Elizabeth se sentó en un tronco que estaba tirado en el suelo mientras Hans trataba de orientarse usando el sol.

- ¿Qué hora crees que sea?

-Hemos estado caminado durante dos o tres horas, serán las 10 u 11.

-Así es, eso es lo que la lógica indica, pero mira el sol, está demasiado inclinado, da la impresión de que no hace mucho que salió.

-O que no le falta mucho para ocultarse.

-Lo cual no tendría sentido, no estamos cansados ni hemos tenido hambre desde que salimos en la mañana.

-Entonces que se supone que está pasando.

-Eso... ¡¿Cómo podría yo saberlo?!

El grito de Hans resonó en el bosque mientras las aves huían por el ruido. Todo aquello no tenía sentido, por la mente de Hans pasaron muchas ideas de que estaba pasando, pero cada una más ridícula que la anterior.

-Bien, creo que deberíamos comer.

- ¿Y eso se debe a?

-Esto no es algo mental, no es como que hayamos comido un hongo venenoso o algo así, tu percepción del tiempo es la misma que la mía, igual con la percepción del espacio.

-Existe algo llamado alucinación colectiva.

-Quizás tengas razón, pero no creo que sea eso, Elizabeth, creo que algo está pasando en este bosque.

El crujido de la rama hizo que Elizabeth se levantará de un salto. Instintivamente ambos llevaron sus manos a sus armas.

- ¿Hay alguien ahí? Exclamó Hans.

-Sí, y no deberían preocuparse por mí.

Un hombre salió de entre los arbustos, llevaban una camisa de algodón y un chaleco de piel que ni Hans ni Elizabeth fueron capaces de reconocer de que animal era, tenía un hacha en su cinturón y bajo un musculoso brazo tenía un tronco. No fue muy difícil llegar a la conclusión de que el hombre era un leñador. Entre su cabellera negra que caía en todas direcciones se podía percibir una mirada que examinaba detenidamente a los dos jóvenes.

- ¿Exactamente qué son ustedes?

- ¿A qué te refieres con que somos? ¿No es obvio?

-No, no lo es. Dos chicos andando por ahí con armas, obviamente no son soldados.

-Soy Elizabeth, él es Hans, solo estamos de viaje, pero nos perdimos en el bosque.

-Sí, eso lo sé.

- ¿Nos estuviste escuchando? Exclamó Hans un tanto molesto.

-No, pero si están aquí es obvio que están perdidos.

- ¿A qué te refieres?

-Solo la gente perdida entra en el bosque. Síganme, será mejor ir a otra parte.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2019 ⏰

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