diez : escort in twilight drive-in 1/2
—Aquí tienes. Enserio, ¿no deseas otra cosa? Pides lo mismo siempre.
—Ya te dije que no me alcanza el dinero.
—Deja de mentir, el dinero que te sobra lo usas para libros o para ir a imprimir tus fotografías a lo grande para pegarlas en la pared de tu habitación.
—Si ya sabes que hago con mi dinero, ¿Para qué preguntas?
— ¡Porque quiero que te pidas un batido!
—No quiero, no me gusta —tomo un sorbo de mi jugo y luego lo vuelvo a dejar sobre la mesa.
—Sí, eso también lo sé.
—¿Entonces para que pregun..?
—¡Bueno ya! —responde riéndose—. Déjame trabajar.
—Tú vienes a molestarme.
Me cruzo de brazos y lo miro como hace su trabajo. Esta vez sí logre librarme de Olive y lo mande en autobús a casa. Mentira, mamá lo recogió y se lo ha llevado al trabajo. ¿Por qué no hace eso conmigo? Esta es la razón: un día por andar de curiosa y tratar de explorar el lugar a más a fondo, me perdí en el hospital, y termine ingresando a un quirófano para ver cómo le extraían el apéndice a una persona. Casi despiden a mamá.
...y desde ese día no volví a pisar un pie en ese lugar. Literal, porque cuando me enfermaba y parecía que estaba a punto de morir e irme a vivir con los ángeles, mamá me hacía quedarme en casa conectada a un suero especial que ella misma se traía de su trabajo.
Maldito Olive con ventajas de echarse en una camilla y compartir anécdotas con otros pacientes.
—Oye — vuelve Lincoln hacia mí, pero esta vez sin su uniforme de Pop's—. Voy a salir con Abba, ¿te nos unes?
—Van a salir...¿a coger?
—¿Qué? ¡No! ¡Lee! ¿¡Que te ocurre!?
—Han planeado algo sin mi.... Me siento defraudada. —pongo una mano en mi pecho haciéndome la víctima.
Por favor, que me salga bien mi actuación.
—No... bueno si, ósea... —pasa su mano por su cabello ¿Por qué los chicos tienden a hacer eso?—. ¿Es complicado?
—Si...es tan complicado que me invitas para hacer de toca violín.
— ¡Claro que no! —grita, y le pido que baje la voz.
—Solo una pregunta...¿tú la invitaste o ella a ti?
—Ella a mí —responde como si fuera lo más normal. Le tiraría mi jugo, pero malograría su camisa y demoraría en llegar con Abba...así que solo le tiro una bofetada.
— ¿Y eso por qué?
—Para que reacciones y a la próxima la invites tú.
— ¿Qué? Espera... ¿crees que es una...?
—Solo vete, Lincoln. Me lo vas a agradecer.
Lee haciendo de vidente y formando parejas a partir de hoy.
Podría ser una Madame Dorothea.
Me levanto de mi asiento, me termino mi jugo lo más rápido posible, lo dejo sobre la barra junto con el dinero para pagarlo, y muy segura de lo que voy a hacer, voy hacia donde están Jughead, Betty, Kevin y Verónica.
—El autocine cierra. Es lo que le faltaba a Riverdale. ¡No! Olvida Riverdale. Lo que le faltaba al sueño americano.
—Hola—le susurro a Betty.
—Hey, ven, siéntate.— se arrima un poco y me hace espacio. Al ver que tiene una malteada con una fresa colgada de ella, tomo la fresa y me la meto rápidamente a la boca. Betty refunfuña pero se olvida rápido de ellos y sigue disfrutando de su malteada.
—...y los entusiastas de los coches, ¿no es así, Betty?
La golpeo en suave por debajo de la mesa y reacciona.
—Claro que sí. —afirma ella, sin tener idea de lo que hablan. Ni yo tengo idea, a penas oí algo sobre el autocine.
—Reed — saluda Jughead.
—Jones... —le respondo confundida. Las veces en las que nos hemos visto, no ha sido de saludarme por mi apellido, solo por mi nombre.
—Como decía, cierra porque pertenece al ayuntamiento, pero no ha invertido en él. Y un comprador anónimo hizo una oferta a McCoy que no pudo rechazar...
—Maldita, desgraciada. —susurro, pero está claro que todos me oyeron. — Lo siento, no me agrada demasiado.
Solo sonríen y siguen prestándole atención a Jughead.
—¿Comprador anónimo? ¿Por qué se oculta? A quien le importa. —dice Veronica.
— ¡A mí! —responde Jughead. — Todos ustedes deberían venir a la noche de cierre. Estoy pensando en American Grafiti. ¿O es demasiado obvia?
—En esa película sale Harrison Ford — indico—. Solo he logrado ver una escena por internet. Mi mamá la debe de conocer...o mi abuela.
—Voto por cualquiera de Audrey Hepburn. O Cate Blanchett.
—O El Talento de Mr. Ripley.
—Con Gwyneth Paltrow. — vuelvo a mencionar.
—Lo estás buscando en internet —me dice Betty al oído.
—Shhh, trato de informarme más sobre el mundo del cine.
Betty rueda los ojos.
Apago mi teléfono que tenía debajo de la mesa y me la meto en el bolsillo. No quería hacerlo, pero la única figura artística de la que hablaban que me resulto conocida fue Cate Blanchett que salió en la Cenicienta y próximamente en Thor: Ragnarok.
Olive me tiene informada muy bien sobre el universo de Marvel.
—...menudo grupo de gente —dice Kevin mirando a algo más atrás de nosotros.
Todos giramos a ver qué es lo que causo sorpresa a Kevin.
La asaltacunas cuatro ojos con Archie y su padre.Menuda mierda. Sí que esta jodido.
Mejora tu vocabulario.
—Ahora vuelvo. — Betty me empuja y me levanto para que ella salga.
—No, Betty. No lo hagas. —dice Jughead tratando de detenerla.
—No creo que sea buena idea... —es lo que yo digo.
—Espera, ¿Qué sucede? —pregunta Kevin, pero lo ignoramos.
Tomo el lugar de Betty en la mesa y comienzo a ver a donde ha ido. Le dice algo a Archie y este se levanta, dirigiéndose a la salida junto a Betty, pero antes dirige una mirada hacia nuestra mesa y yo rápidamente junto a Jughead volteo.
Salen hasta la entrada y se quedan hablando, Jughead corre un poco las persianas para obtener una vista mejor.
—Agáchate más, que yo no veo. —le digo tomando su cabeza y poniendo la mía sobre ella.
—Ahora yo no veo.
—¿Qué está pasando afuera? ¿Es acerca de mí? —pregunta Verónica.
—No
—Si
Jughead y yo nos miramos.
—Si
—No —respondo.
Nos volvemos a mirar.
—¿Saben qué? Lo averiguare por mí misma.
Se levanta de su puesto y sale al encuentro de Betty y Archie.
— ¿Archie se molestará? —pregunto apoyándome en su hombro.
—No. Digo, es Archie, nunca se cabrea tanto como para...dejar de hablarnos.—responde dudando sobre lo que acaba de decir.
—Eso espero — susurro.
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Mystery | Riverdale
Fanfiction-¿Te pasa algo?-pregunto confundida. -¿Que? ¿A mí? No, nada-responde desorientado. -¿Entonces porque me miras tanto?-alzo una ceja. Al escucharme, se queda tan quieto, que parece una estatua.