"Yo hago lo que tú no puedes, y tú haces lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas" - Madre Teresa de Calcuta.
Capítulo 12: Me uniré
Aquel grupo de persona, tenían miradas depredadoras sobre los chicos. En sus ojos, no había atisbo de miedo. Al contrario, tenían una determinación tan atractiva y, al mismo tiempo, tan imponente, que hizo que los hermanos no actuaran de la mejor forma. De hecho, Ransell, quien era conocida por una chica temeraria en el corralito, en ese momento aparentaba lo que era: una chica de 16 años.
El hombre enorme que los había arrojado con anterioridad al suelo, iba a acercarse, con la buena intención de agredirlos. Y, para los hermanos, golpearlos hasta sacarle información por creer que eran de FACTORY.
Entonces, Ransell gritó eufórica:
—¡Rayos, es en serio!... con toda la locura que aparece en estos tiempos, ¿no pueden creer que yo use el agua del medio ambiente? ¡Esto es ridículo! —Estaba exasperada y notoriamente molesta, pero a Christopher le pareció incluso que hacía especie de un puchero.
¿Aquello era un berrinche real?
El hombre enorme iba a responder, cuando apareció en ese momento un señor mayor, quizás de sesenta años o más, de cabello rapado, alto, blanco y vestimenta de corte militar, diciendo:
—Deja en paz a los chicos, Oslo —refiriéndose al grandulón—. Y tú también Gligar... deja tranquilo al muchacho.
Ambos obedecieron sin rechistar.
Oslo, pareció relajarse de inmediato, mientras Gligar soltaba a Christopher de sus ropajes. Lo que más llamó la atención de los hermanos, es que estos bajaran sus rostros al suelo, como si estuvieran avergonzados. Aquello les hizo saber que el anciano debía ser importante. Motivo por el cual ellos se levantaron, aprovechando tal interrupción.
—Díganme ¿De dónde son? —preguntó el hombre, arrastrando las palabras con un pequeño silbido entre ellas, acercándose para mirarles detalladamente.
—Somos de Vancouver, Canadá —respondió él, claramente buscando un atisbo de otro tipo de agresión o si se tratara de una trampa oculta—. Me llamo Christopher Notherway, tengo diecisiete años de edad...
—Dieciocho —le corrigió su hermana, igual de nerviosa que él.
No obstante, aquel hombre mayor solo le llamó la atención su apellido, no solo porque no fuera común, sino por aquella casualidad de que, justo ese apellido se presentara en aquel momento. No dijo nada.
—Sí, eso, dieciocho —confirmó él, recordando el tiempo que había pasado—. Y ella es mi hermana Ransell. Tiene quince... —Ransell le abrió los ojos regañándole—. Perdón, dieciséis años de edad —Maldijo dentro de sí por lo nervioso que estaba.
Creía que era mejor que no hablara demasiado.
—¿Ransell? Creí que era H2Olga —dijo el hombre mayor, haciendo que el resto soltaran carcajadas. La chica solo pudo abrir los ojos sin poder creer aquello. ¿En serio se burlaban de ella? Lo peor es que ahora los rostros iluminados que les observaban, parecían quitar el aire amenazante, excepto el tal Gligar—. ¿Cómo es que llegaron hasta aquí? ¿Por qué, Christopher, dices que Gligar te conoce?
Christopher supo que Gligar era aquel hombre de porte ruso que se había infiltrado en la prisión y había hecho una revuelta en la que por poco salieron vivos.
—Bueno, le vimos irrumpir en las celdas. Parecía estar buscando algo en especial y no podía hallarlo —todos miraron a Gligar y negaban con sus cabezas, como si hubiera fallado en algo. Pero él continuó— Salimos de aquella prisión gracias a mis poderes. Ya sabe, abriendo las puertas...

ESTÁS LEYENDO
Código Genético: El Inicio [Libro 1]
Ficção CientíficaLa historia comienza bajo la vida de dos hermanos que viven en Vancouver, Canadá. Una epidemia causada por un virus se expande rápidamente por todo el país, colocando a este en un estado de emergencia nacional. FACTORY, una compañía especializada e...