Capítulo II

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Mateo...

- ¿Cómo piensas que puedo alejarme de las chicas si vivo con una? - le susurré a mi padre por una llamada.

- Ese es el reto, hijo. Te toca a ti verificar eso. No puedes acostarte con ella por mejor que se lleven.

- Esto es una mierda. Ella es hermosa. Aunque tengo un presentimiento de que ya me conoce.

Estaba escondido en el baño hablando con mi papá. Pensé que podría lograr mi meta, pero no podía dejar de mirarla mientras arreglaba sus pertenencias. Tanto la miré que tuve que esconderme en el baño con mi compañero listo para ser saciado. Tengo que adaptarme a la masturbación si espero vivir con ella todo este tiempo. Y masturbarme todos los días por cuatro años o más va a ser una jodienda.

- Mejor aún. Si te conoce, no se va a meter contigo. Vamos agarra tus pantalones y logra lo que te has propuesto.

- Bien, voy a ver...- el sonido de alguien golpeando la puerta sutilmente me sacó de concentración, me levanté del suelo, enganché la llamada y abrí la puerta.

- Lo siento, llevabas mucho y solo me falta estás pocas cosas que acomodar. - dijo la chiquilla.

- Sí, sí, adelante. Solo hablaba...Emm...Con...Mi...Padre.

- No me tienes que mentir, se que tienes novia...O novias. ¿Puedo? - preguntó señalando dentro.

Le abrí espacio para dejarla pasar.

- No, no, no tengo novia ni nada, ya eso...- lo pensé bien y decidí mejor mantener mi meta en secreto - eso ya...Se acabó. Ya no es mi novia. - no se ni de quién hablaba, habían tantas chicas que ya no sabía de quién hablaba.

- No me tienes que decir. Se ve que la amabas...¿cómo se llamaba?...¿Ally?

- Si, ella era...- la verdad no creo conocer ninguna Ally, pero diré lo que quiera escuchar.

- Mateo, - se giró a verme a la cara dejándome ver sus hermosos ojos oscuros. - Ally fue la única chica en todo el instituto que no quiso nada contigo, era lesbiana.

- Maldita. - bromeé antes de salir a la habitación.

Escuché su carcajada haciendo que se me escape una sonrisa.

- Lo gracioso es que me has respondido que es ella con mucha seguridad. - dijo aún riendo.

Me senté en la cama y la observé asomada por la puerta del baño con lágrimas de risa en los ojos.

- ¿Estudiamos juntos? - pregunté.

- ¿Perdón? - odié que dejara de reír pero debía preguntarle. Caminó a mi cama y se sentó en la cabecera.

- En la escuela, ¿Tomamos una clase juntos?

- Oh, no...Eras el popular de la escuela...Todos te conocían.

- ¿Cómo no te ví?

- No quise que me vieras.

- Pero, eres hermosa.

Eso salió sin permiso por mi boca.

Ella abrió los ojos como platos y comenzó a bajar de la cama.

~~~~~
Amanda...

¿Hermosa? ¿Yo? Uau.

- Emm...No lo sé.

Salí rápido para el área de la cocina y abrí la nevera para encontrarla vacía; congelador, vacío; estantes, vacío; gavetas, vacía.

- Creo que hay que hacer compras. - su comentario a mis espaldas me hizo dar un brinco.

- Sí, ¿qué dices de ir juntos?

- Yo conduzco.

Salió, tomó mi cartera, me la pasó y abrió la puerta.

- Adelante. - me dejó pasar y nos dirigimos al estacionamiento.

Caminamos al auto tan conocido para ambos, el mismo que llevaba a la escuela.

Sacó el seguro, abrió la puerta del pasajero, me dejó entrar y la cerró.

- Diablos, que chulo. - dije en suspiro.

No soy de las que espera que les abra la puerta, pero lo agradezco. Hasta ahora ha mostrado ser un caballero.
Entró al área del conductor y suspiró.

- Bueno, allá vamos.

*****
Eran las siete de la noche cuando llegamos a casa con la compra. Tardamos casi una hora en terminar de guardarla.

Él insistió en pagar la mayoría, dejándome pagar solo los utensilios y ollas.

- Listo. Esta es la última. - dije sacando unas pastas de una bolsa.

- Genial. Ahora, ¿Quién cocina? - preguntó.

- Yo no.

- Vamos a comer fuera entonces.

Soltamos una carcajada y salimos por la puerta.

- Yo invito. - ofreció.

- Pues vamos en mi carro. - dije mostrándole las llaves.

- Bien. - dijo arrebatándolas de mis manos.

No voy a pelear, porque no tengo fuerza para ello.

Luego de comer en un agradable silencio decidimos y a caminar por la playa.

Tengo la costumbre de caminar en la playa antes de ir a dormir. Mis padres decían que eso recordaba al océano protegernos en la noche. Sé que solo era una excusa para ir, pero para mi funciona. Me gusta visitar la playa.

- Cuando era pequeño también tenía esta costumbre, la dejamos cuando mis padres se divorciaron. Es algo lindo. - dijo nostálgico.

- No te pareces a la misma persona que eras antes. - me acerqué a él para hablar de frente - Pareces todo un caballero.

- ¿Parezco? - susurró.

- Pareces...- me interrumpió juntando sus labios con los míos.

Y ahí me di cuenta, todo lo que ha hecho ha sido para tenerme en la cama, pero hoy no, no estaré en la misma cama que él.

Le empujé molesta haciendo que de un paso para atrás. Se veía sorprendido, quizás por rechazarlo o quizás por otra cosa, pero me inclino más por la primera.

- Corrijo, parecias. Lo has dañado, eres el mismo idiota de siempre.

Me comencé a alejar caminando para el carro, todavía sintiendo la presión de sus labios en los míos.

Giré mi rostro y le ví todavía en estado de shock hasta que reaccionó y pateó la arena, molesto. Molesto por no lograr lo que quería.

Pues bien. Juraré otra cosa....No dejaré, jamás, que logre lo que quiere.

No dejaré que logré sus metas.

¿Yo? No soy su meta.

Y siempre logro lo que me propongo.

Es Mi DebilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora