Epílogo

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Mateo...

- ¿Porqué siento que no se hacerme un lazo? - giré que Tala viera el nudo que me hice en el cuello.

- Niño, eso está feo. Espera a que tú novia te vea, saldrá corriendo por donde mismo entró.

Comenzó a arreglar el lazo y giré mi rostro para ver a Carlo.

- Bueno, el tuyo quedó bien. - dije.

- Claro, mi madre me lo hizo.

Soltamos una carcajada y giré para ver mi lazo, luego de que Tala terminara.

- Me va mejor una corbata.

- A las bodas se viene con lazo. - dijo Tala.

Carlo y yo nos miramos y soltamos otra carcajada.

- El show de las chicas por las bodas. - dijo Carlo.

- Sí. Bien, nos vamos. - salimos de la casa y nos dirigimos con todos los caballeros a la playa.

Luego de unos minutos, la coordinadora de eventos nos indicó que era tiempo de ir al 'altar' simulado.

Caminamos por el pasillo de sillas blancas y nos acomodamos uno al lado del otro.

- Ahora llegó tu momento, Carlo. - le susurré.

- Pronto será el tuyo, Mateo. ¿Tienes la sortija?

Golpeé mi bolsillo para indicarle que estaba allí.

Comenzaron a sonar los violines y entró mi pequeña Keala con los anillos, seguida de las demás damas, y por último mi hermosa novia vestida de color beige.

Le sonreí y ella agrandó su sonrisa.

Dentrás de ella, venía la razón de toda esta ceremonia. La novia, Silvana.

*****

La cena de recepción ha sido hermosa, pero era tiempo de sacar a Amanda fuera.

- Ven conmigo. - le ofrecí mi mano y la aceptó enseguida.

La recepción era en el mismo hotel donde nos acostamos a ver las estrellas, donde creamos a nuestra pequeña niña de cuatro años.

Le hice señas a Carlo para que supiera que iba a irme con Amanda.

Subimos al elevador y fuimos al último piso, y de ahí al techo.

- No venimos aquí desde aquella ves, ¿porqué no volvimos? - me pregunto mientras caminaba cerca de la orilla.

- Porque evitamos el sexo y este lugar nos recuerda a eso.

- Aquella ves no fue sexo...

- Te hice el amor como nunca. - culminé por ella.

- Así que debe recordarnos al amor de aquel día. - dijo girando para verme.

- A mi me recuerda a eso.

Puse una rodilla en el piso y saqué la caja roja con la sortija de compromisos adentro.

- ¿Qué... - se cubrió la boca sorprendida y escondiendo su sortija.

- Amanda Malu' Abisai, mi novia amada y madre de mi hermosa hija, ¿Quieres casarte conmigo?

Asintió rápidamente, me puse de pie y le coloqué la sortija en el dedo anular.

Me dió un fuerte abrazo y juntó nuestros labios en un casto beso.

Al separarnos susurró coqueta...

Es Mi DebilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora