Capítulo VI

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Amanda...

Me estiré disimuladamente y miré a mi alrededor.

No puedo ser la única que tiene tanto sueño.

Encontré a Mateo y ví que estaba luchando por estar atento a la conferencia, pero se veía cansado.

Muchos chicos y chicas dormían y otros estaban casi dormidos.

Pensaba que esto sería como una clase, pero es una orientación.

Ya no podría contar las veces en que han comparado está universidad con otras.

Volví a mirar a Mateo y ví que tenía la silla de su lado vacía.

Ninguno conocíamos a muchas personas así que me levanté de mi silla y caminé calladamente a la de su lado.

Me senté y crucé mis piernas aún un poco adolorida. Quizás me dolían más por tener las piernas tanto tiempo abiertas que por perder la virginidad en si.

- ¿Cómo te sientes? - susurró.

- Bien. ¿Qué dices de almorzar juntos? - le pregunté queriendo pasar más tiempo con él.

- Estaría bien, pero debo ir a comprar algo un momento. Iré a la farmacia al salir de aquí. ¿Quieres algo?

- No. Iré haciendo la comida mientras compras lo que vallas a comprar.

Asintió y volvió a intentar atender a la conferencia.

- Y para concluir el último punto...Bienvenidos. Gracias por prestar atención y darme unos minutos de su tiempo. Buenas noches. - la conferencia culminó y nunca me había sentido tan feliz de que algo se acabara.

Ya era la tarde, había tomado horas en terminar esa conferencia en la que no aprendimos nada.

- Vamos. - dijo Mateo apoyándome a salir.

- Amanda. - saludó Carlo - Mateo. - dijo un poco más serio.

Me sentía un poco intimidada al sentir la presión en mi vagina y estar viendo a mi hermano.

- Carlo. - respondí.

- ¿Te sientes bien? - asentí y continuó - ¿Aburrido? - preguntó jocoso.

- A la máxima potencia, hermano. Por lo menos aprendí que está universidad es comparada con todas las universidades del mundo. No les gana, pero por lo menos podemos comparar. - respondió Mateo.

- Terrible, ¿no? Por lo menos ya eso se acaba y mañana comienza lo bueno. - comentó Carlo. - Bueno, disfruten el día de hoy. Hablamos luego. Te veo, Amanda. - se despidió.

Mateo dió una despedida con la cabeza y me empujó suavemente para caminar.

- Ve a la habitación, nena. Yo vuelvo pronto. - dijo Mateo.

- Bien.

~~~~~
Mateo...

¿Nena? ¿Enserio? Procura solo decirle nena en tus sueños.

Pobre niña, no le mostré compasión para quitarle la virginidad y ahora se nota que le duele, por su forma de caminar.

- No te enamores, morirás, ¿recuerdas? - dijo Carlo al aparecer a mi lado.

- Lo siento. Tu hermana es una buena chica, Carlo. Y te ama como a nadie. - disimulé.

- Es una niña, Mateo. Todavía la veo como una niña. No le hagas nada.

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Fue un almuerzo silencioso, pero uno cómodo.

Me recosté en la cama y comencé a buscar información sobre la biología marina.

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