Capítulo IV

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Mateo...

La escuché suspirar y removerse incómoda en su cama.

- No te vas a acostumbrar por un tiempo, así que no te muevas tanto. - le dije.

- Es que estoy nerviosa. - dijo encendiendo la lámpara de esquina. - Mañana es un gran día.

- Dirás hoy. Son las una de mañana.

- Como sea. - se sentó y me miró. - Esto marca una época importante en nuestras vidas. Nos convertimos en profesionales.

Me senté en el borde de la cama quedando frente a frente.

- ¿Qué concentración has escogido? - pregunté.

- Ciencias ambientales. Luego estudiaré biología marina. ¿Y tú?

- Contabilidad.

- Eso es genial. ¿Cuáles son tus metas? Suéltalo todo.

- Estudiar Contabilidad, graduarme, sacar la licencia y trabajar en Nueva York, quizás Newark, en una agencia de aeronaves como Contable. Luego quizás encontrar a alguien para tener algo serio.

- Por fin decides ponerte serio.

- No. Ya he detenido mis cosas de chico malo. Ahora quiero concentrarme y me estoy esforzando por no coquetear con nadie.

- Lindo. Yo no sé que esperar en mi futuro.

- Tienes tiempo. Ve paso a paso.

- Quiero ser distinta a antes. Quiero vivir mi juventud, vivir la vida al máximo.

- Éxito con eso, nena. - puse mis manos para atrás y me recosté.

- Veamos una película.

- Ven, trae mi laptop.

Me acomodé en mi cama y la ví bajarse de la suya, traer mi laptop y entrar bajo mis frizadas.

~~~~

Que jodido problema. Aún no me logro concentrar en la película. Me quedo mirando a la chica de mi lado. Cada vez la tengo más cerca. Se ha ido recostando más y más.

Ahora nos encontramos acostados y muy pegados para mi gusto.

Esto no es nada bueno. Lo que estoy sintiendo es pura lujuria. Y si ella no sale de mi cama, no podré hacer más que arrancarle su hermosa pijama y treparla encima de mi.

Puso pausa a la película y me miró.

- No has estado pendiente a nada. Te. Lo has perdido todo. - dijo.

- No puedo estar pendiente si te tengo tan cerca, y menos con esa ropa. Aún se me hace difícil estar cerca de cualquier chica.

- Bien. - se sentó, sacó la laptop de encima de nosotros y la puso en el piso. - Veamos a donde llega tu paciencia.

- ¿Qué? - pregunté.

Pero, antes de poder decir algo más ya la tenía sentada a horcajadas encima de mi aún más erecto miembro.

- Quiero que te aguantes. Es un reto. Debes soportar esto. Si lo soporta, se te hará fácil afuera.

- Y aquí se me hará una maldición.

Movió un poco sus caderas y gemí sorprendido.

- Aguántalo. Vamos. - dijo.

- Bien. Lo haré. ¿Vez? Fácil. - dije aguantando las ganas de sacarle todo lo que lleva encima.

En cambio ella misma me ayudó.

Sacó su blusa dejándome ver sus dos hermosas y perfectas esferas.

Este es mi límite.

Me senté con ella aún a horcajadas encima de mi.

- Detente. Este es mi límite. - dije con una voz grave.

- No. - Juntó nuestros labios y nuestras lenguas comenzaron una batalla de muerte. Era un beso agitado, con lujuria en casa parte.

¡Dios! Es todo una delicia.

Quizás pueda comenzar mañana a cumplir mis metas.

Le di la vuelta y la hice caer sobre la almohada.

Solté sus labios dejando de ellos un gemido. Bajé por si clavícula hasta el pecho.

Pasé mi mano por cada borde de su cuerpo y lo reclamé como mío.

En este momento lo único mío, es su cuerpo.

Besé y chupé su pesón y con la mano jugaba con su otro seno.

Otro gemido salió de su garganta haciéndome pegar mi miembro en su celda a su hermoso y casi inexistente short.

Volví a reclamar sus labios con los míos y su cuerpo con mis manos.

La solté un momento y comencé con su cuello para preguntar...

- Dime qué me detenga antes de que no pueda más. - le supliqué.

- No...- gimió -yo...Lo quiero...Todo. - dijo con la respiración agitada.

- Por mi, está bien. - dije antes de volver a reclamar sus labios.

Estiré mi mano hasta la mesa de noche y alcancé mi cartera donde me quedaba mi último condón, era para una emergencia, y está parece ser la perfecta.

La puse a un lado en la cama y comencé a deshacerme de sus pantalones y bragas.

Ver su pequeño y ordenado monte esperando por la entrada de mi compañero me animó a avanzar.

Besé una ves más sus labios y comencé a bajar hasta llegar al ombligo.

Comencé a jugar con su clítoris entre mis dedos y la escuché gemir con entusiasmo. Está lista.

Bajé un poco mi bóxer, lo suficiente para dejar al muy ansioso salir.

Busqué con mis dedos el condón por la cama, desgarré el empaque y Melo puse.

Besé su cuello y me acerqué a su oído.

- ¿Estás lista, nena? - pregunté.

Y entré sin esperar respuesta.

Cuando sentí algo...Estaba muy tensa. Más de lo que estaría cualquier otra. Y la entrada se me hizo un poco más dificultosa. Su grito, me dijo más que todo ello.

Salí de mi escondite en su cuello sin salir de dentro de su vagina.

- Amanda. - la miré a los ojos y ví lágrimas comenzando a salir. - ¡Maldita seas! ¡Eres virgen! ¿Cómo carajos no me lo dijiste?

- Lo siento. - susurró - Me dejé llevar.

Secó sus pequeñas lágrimas y colocó sus brazos alrededor de mi cuello.

- ¿Ahora que mierda hago? Se supone que la primera ves sea especial, Amanda. - estaba decepcionado conmigo mismo.

- Solo síguelo, ya puedo soportarlo.

- No lo haré. Saldré de ti suavemente. - dije mientras me aproximaba a su salida.

- ¡No! - gritó más duro de lo que esperaba. - Solo terminalo, Mateo.

Suspiré y asentí suavemente.

Besé sus labios con ternura y volví a entrar en ella con suavidad.

Acaricié cada parte de su cuerpo con una mano, mientras la otra agarré la suya.

Al principio no fue especial pero haré que recuerde un final feliz por lo menos.

Comencé a salir y entrar en ella con tranquilidad hasta sentir como comenzaba a temblar.

- Mateo. - susurró con voz grave.

- Amanda. - le susurré pegado a su cuello.

- Matt. - dijo un poco más fuerte.

- ¿Qué pasa, Amanda?

- No lo sé. - gimió.

- Te vas a correr, nena. Y lo bueno es...Que yo igual.

Y ahí ambos llegamos al clímax a la misma ves.

Es Mi DebilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora