Su piel tan suave y blanca como la nieve, su cabello rubio como si fueran rayos de sol, sus ojos rosas pálidos como los pétalos de una rosa, su voz suave y delicada.
Sin embargo, ella esta muerta por dentro.
A pesar de portar tanta belleza sus ojos...
Una niña estaba en medio de unos escombros y cenizas, a su alrededor había fuego, sus ojos estaban vacíos.
Su ropa estaba rasgada y sucia, su cuerpo herido.
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-nunca te abandonare, eres lo mejor que me paso mi amada hija -recordó la hermosa sonrisa de su amada madre.
Ella siempre le daba esas hermosas sonrisas que lograban iluminar su día.
-corre!...No vengas -le gritó su madre con lágrimas.
Cómo alguien tan puro podía estar rodeada de tanta oscuridad.
-lo siento, tus padres....están muertos.
Por qué?.
-desde ahora eres mía, me perteneces pequeña.
Por qué le ocurría eso a ella?.
-ahora que él se fue....serás mía.
Qué hizo ella?, qué pecado cometió para tanto dolor?.
-eres un monstruo!.
Eso era?, un monstruo?.
-AHHHH!!!
Esos gritos desgarradores tanto de su madre y de su padre, esos gritos que la perseguían noche tras noche, esos gritos que demostraban que ella era un monstruo que solo traía desgracia a la vida de los demás.
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La niña cayó de rodillas mirando a la nada.
Por qué le pasaba todo eso a ella?, por qué?.
Alguien toco su hombro y ella lo miró de reojo.
Era un hombre con un aire desconocido, su cabello blanco con toques rosas, tenía ojos ámbar y estaba vestido con ropa elegante.
Su aura era oscura pero a la vez atrayente para los demas, él estaba rodeado de sangre...como ella.
-cómo te llamas? -pregunto el hombre sonriendo, la niña solo miro sus ojos ámbar con un leve brillo carmesí igual que la sangre.
Tanta sangre que los rodeaba.
Los dos eran monstruos bañados de sangre.
-mitsuki...komori -susurro con la voz débil, el hombre al escuchar el apellido estrechó los ojos pero sonrió y la alzó con lentitud.
Ella lo miro con su vista borrosa, sus ojos brillaban más de lo normal, había un brillo raro en sus ojos.
-desde ahora serás mi hija....mitsuki komori -susurro para luego desaparecer con la niña en brazos.
El lugar se hizo cenizas al momento en que ellos se fueron.
Solo quedaron cenizas de ese lugar lleno de sangre.
