Su piel tan suave y blanca como la nieve, su cabello rubio como si fueran rayos de sol, sus ojos rosas pálidos como los pétalos de una rosa, su voz suave y delicada.
Sin embargo, ella esta muerta por dentro.
A pesar de portar tanta belleza sus ojos...
Esas hermosas rosas blancas, tan blancas como las nubes en el cielo, tan blancas como el alma de su madre. Tan hermosas como su sonrisa.
Mitsuki tocó la rosa con cuidado y cerró sus ojos recordandola.
Por qué sufrió tanto?, qué hizo de malo para merecer tanto sufrimiento?.
Solo quiso cumplir su sueño de servirle y serle fiel a dios, fue enviada a esa casa como un sacrificio. No tuvo oportunidad de amar a alguien más ya que estaba destinada, y obligada, a elegir a esos vampiros. Ellos, que desde un comienzo la trataron mal y le quitaron la oportunidad de ser libre.
Komori Yui solo fue un ángel al que le cortaron las alas.
Y Mitsuki estaba por seguir ese camino.
Pero ella no se dejaría cortar las alas, ella no supo qué era su madre para esos vampiros, pero ella no iba a suplantar a su madre.
Ella no sería una persona a la cual le fuera arrebatada su libertad.
Ella solo seguiría viva hasta que él se despertará de su sueño eterno y luego por fin.
La promesa se cumpliría y estaría en paz.
El viento hizo bailar su cabello y miro al cielo, seguía estrellado e iluminado por la luna, las nubes iban desapareciendo poco a poco.
-qué haces aquí? -pregunto una voz fría tras suyo, Mitsuki se dio la vuelta y vio al sexto hermano de la familia.
-nada -susurro volviendo a mirar las rosas.
-tch -chasqueo la lengua al ser prácticamente ignorado -ese hombre...te hizo algo?
-por qué habría de hacerme algo? -él la observo atento y cerró sus ojos metiendo sus manos a los bolsillos.
-porque ese hombre no es de fiar -respondió posando su mano en su cabello, fue un acto que sorprendió a Mitsuki.
Desde un principio ellos se mostraron curiosos con ella, por ser hija de yui, y un tanto hostiles ante su apariencia pero ahora.....su actitud era rara, la pequeña bajo la cabeza ante las caricias del albino en su cabello.
Aunque sean amables dudaba que sea porque ella les agradó, el único motivo por el cual fuesen amables es por su madre.
Su mano...era cálida.
-reiji dice que es hora de la cena -los dos miraron hacia su costado y ayato los estaba mirando con seriedad.
Un silencio tenso inundó el ambiente a su alrededor, ella notó en los ojos de los dos hermanos que no estaban muy felices de verse.
Sin decir nada empezó a caminar hacia la mansión.
-a dónde vas? -pregunto el pelirrojo.
-dudo que al segundo príncipe le agrade que vaya así a la cena -respondió siguiendo su camino dejando a los dos hermanos en silencio.
-no te la dejaré, a ella no -dijo el albino antes de desaparecer.
-ella es de ore sama.
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