Capítulo 2

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Entonces nos adentramos al pueblo, yo hacía lo máximo posible para ocultar mi miedo y evitar llorar por todo lo que pasé, en ese momento quería demostrar ser fuerte, debía hacerlo o de lo contrario sería una carga para Leon.

Me pregunto, ¿quién ha de ser esa chica a la que él busca, y en qué anda metido? bueno lo preguntaré en otra ocasión.

Cruzamos nuevamente el puente que yo había creído que era la salida y nos dirigimos a la enorme puerta de entrada al pueblo. Me detuve para cerrar los ojos e intentar olvidar todo lo que había ocurrido con aquellas personas y mis padres.

- ¿Estás bien? - Me preguntó.

- Sí, es sólo un dolor de cabeza, pero nada de qué preocuparse. - Contesté algo triste.

Leon me miró y con una media sonrisa apoyó una de sus manos en mi hombro derecho.

- Te comprendo. - Fue lo único que dijo y siguió caminando.

Yo me quedé pensando, ¿acaso él pasó lo mismo que yo?.

Nos adentramos al sitio y nos acercamos a un árbol, observé que él, con sus binoculares, miraba la zona.


- Oh no. - Murmuró. - Tenemos que cruzar entre ellos.

- Ajá. - Me limité a decir.

Ambos nos dirigimos por un costado para que no nos vieran, nos agachamos detrás de unas maderas y logré tener una mejor vista del lugar.

Todo parecía más calmado, los españoles estaban haciendo sus trabajos habituales que solían realizar antes de que todo cambiara de rumbo, ni siquiera estaban los cuerpos de los asesinados, parecía un día normal. Aunque algo no andaba bien, sus formas de caminar, de hacer ciertas cosas, parecían tener el mismo patrón de movimiento en todos los individuos.

No tardó mucho para que algunas llamas captaran mi atención, traté de enfocar mi vista para ver que estaba siendo quemado, algo estaba colgado, parecía un cuerpo...

- ¡Un forastero! - Oímos a alguien gritar detrás nuestro.

Mi piel se erizó, y giré en su dirección. Era uno de ellos que llevaba un machete consigo, me sorprendí bastante

¿En qué momento llegó este aquí?

Cuando iba a atacarme, Leon lo disparó y cayó muerto al suelo. Yo me quedé congelada y miré al rubio.

- Levántate. - Me dió una mano y me puse de pie.

De pronto una multitud de pobladores se acercaron a nosotros.

- ¡Muévete! - Exclamó y corrió mientras yo le seguí a su lado con algo de dificultad.

Leon se detuvo y comenzó a disparar con su pistola, algunos caían y se levantaban, parecían zombies, pero a la mayoría él los atinaba a la cabeza y los mataba directamente.

- Mierda - Murmuró recargando su pistola.

Ellos cada vez se nos acercaban más.

- Rápido, en esa casa. - Dijo y disparó nuevamente.

Saltamos sobre una pequeña cerca y abrí la puerta para entrar, sucesivamente Leon la cerró y la trancó.

- ¿Qué son estas personas? - Preguntó un poco confundido y se asomó a la ventana mientras yo estaba entrando en pánico pero intentaba calmarme. - ¿Qué están planeando?

De pronto oímos una motosierra y él se alejó un poco.

- Genial. Una motosierra. - Dijo sarcásticamente.

Kennedy empujó un mueble para bloquear la puerta de entrada. Y me miró.

- ¡Hey! ¡Hey! Niña, necesito tu ayuda. - Me sacudió para que yo reaccionara.

- Estamos muertos. - Murmuré sin siquiera parpadear mis ojos.

- No, necesito que me escuches atentamente. - Me miró a los ojos y yo asentí. - Tienes que confiar en mí, okay?

- Está bien. - Respiré profundo y observé que Leon, rápidamente, quitó algunas cosas de un armario hasta dejarlo medio vacío.

- Tienes que ocultarte aquí, hasta que yo te avise. - Señaló y yo me asomé sospechando un poco.

- ¡Guacala! Esto apesta, hombre. - Dije con asco.

- Vamos, no es momento de ser niña delicada. - Me dijo ofendiéndome y antes de que yo dijera palabra alguna, escuchamos unos cristales rotos bruscamente. - ¡Mierda! - Exclamó Leon mirando hacia arriba.

- ¡Te voy a matar! - Gritó un hombre con gorro golpeando la ventana que estaba bloqueada por unas maderas.

- Hijo de perra. - Leon preparó su pistola en mano y empujó un mueble para cubrir aquella ventana.

Me miró como dándome una orden, entonces decidí entrar dentro de aquel apestoso armario.

En un principio me sentí algo inútil y cobarde, comencé a oír unos disparos y me puse algo nerviosa. Escuché que golpeaban muy fuerte la puerta hasta lograr atravesarla, la verdad yo no podía ver absolutamente nada, a parte trataba de ignorar el olor nauseabundo que inundaba dentro del armario.

Comencé a oír pasos y el ruido de la motosierra cada vez se hacía más fuerte, era señal de que ya tomaron la casa, pero ¿y Leon?

Abrí lentamente el armario, observé que la puerta de entrada estaba destrozada pero al parecer no había nadie en mi sector. Segura de mí misma, salí y oí la motosierra y unos disparos de arma de fuego, estaban en el segundo piso.

Tuve mucho miedo, al principio no sabía qué hacer, el simple hecho de escuchar el sonido de la motosierra me daban escalofríos, pero tenía que superarlo, ya estoy aquí y no hay vuelta atrás.

Me armé de valor y rápidamente miré a mis alrededores en busca de algún objeto que pudiera servirme como defensa. Conseguí un palo de hierro, era algo pesado, pero era eso o nada.

Cuando me acercaba lentamente a las escaleras para subirme al segundo piso, mis piernas comenzaban a temblar y me puse a pensar.

¿Qué estoy haciendo?

En realidad podría huir de este lugar de inmediato, mientras todos están distraídos por Leon, pero él me ayudó y no podría abandonarlo así nada más.
Pisé firme y subí las escaleras, observé que un enmascarado con la motosierra estaba a unos pasos de atacarlo, mientras este disparaba a los pobladores que ingresaban por la ventana.

Miles de sensaciones casi inexplicables pasaron por todo mi ser, por instinto decidí golpear con el palo, al hombre de la motosierra, directo a su cabeza pensando que lo noquearía, pero sin soltar alguna palabra se detuvo y giró a mi dirección. Eso fue aterrador. Tragué saliva y mi respiración comenzó a agitarse.

- ¡Detrás de ti imbécil! - Oí a alguien gritar.

Me giré algo asustada, pero rápidamente con el palo de hierro lo golpeé brutalmente que lo eché del segundo piso.

En un giro repentino el de la motosierra me atacó, y yo decidí agacharme, haciendo que su máquina quedara atascada por un mueble. Al ponerme de pie me tiraron un hacha, lo esquivé y quedó impregnada por la pared, todo esto pasó tan rápido, hasta que en un descuido uno de ellos se tiró encima mío y caímos sobre las escaleras, aquel anciano intentaba ahorcarme, yo trataba de agarrar el palo pero no podía.

De pronto oí un disparo y la sangre salpicó en mi cara, el anciano dejó de atacarme y cayó muerto rodando por las escaleras. Suspiré algo aliviada y sequé mi rostro.

- No te dije que salieras. - Me miró en desaprobación y yo entre cerré mis labios sin saber que decir.

Leon me ayudó a ponerme de pie y nos fijamos que el hombre enmascarado logró liberar su motosierra, debido a esto, mi acompañante lo disparó varias veces en la cabeza, pero no le hacía daño.

- ¡No se muere! - Exclamé.

Entonces Kennedy lo disparó dos veces en sus piernas y le propinó una patada rápida, dejándolo en el suelo y su motosierra a un lado.

Me quedé sorprendida ante esa acción, pero pronto mi atención se enfocó en aquel enmascarado que estaba levantándose lentamente.

Algunos flashes llegaron a mi mente, de cuando él decapitó a mi padre, su cuerpo sin cabeza, la sangre esparcida por toda la superficie... la ira y la venganza se apoderaron muy de pronto de mí, así que corrí por la motosierra y lo levanté.

- ¡Muere idiota! - Grité entre lágrimas, devolviéndole aquello causado.

Su cabeza giró por el suelo y su cuerpo comenzó a sangrar, definitivamente murió. Tenía tanta rabia, mi corazón latía a mil por hora, el sudor corría por mi frente y algunas gotas caían al suelo. Hasta que me di cuenta de lo que hice y dejé caer aquella máquina, me convertí en una asesina, no controlé mis impulsos.

- ¿Qué hice? - Miré mis manos, tenían rastros de sangre.

Antes de que Leon dijera algo, una señora lo agarró por atrás y lo tomó del cuello, pero rápidamente logró zafarse y la disparó, no tuvo tiempo suficiente para recuperarse porque comenzaron a entrar varios más a través de la ventana.

- Vamos, si seguimos aquí moriremos. - Dijo el rubio rompiendo otro cristal.

Yo asentí secando mis lágrimas y salimos de esa parte de la casa, corrimos por todo el tejado mientras él disparaba a algunos, hasta que comenzaron a acorralarnos.

Me fijé de que estábamos en la orilla del tejado y que no era muy alto. Así que di una señal a Kennedy, él en un principio se preocupó por mi pierna, pero a mí me valía un comino, así que lancé el palo de hierro y salté, esperando a que él hiciera lo mismo y así fue.

Nos dispusimos a huir, pero de la nada aparecieron más de ellos cerrándonos el paso. Yo me asusté, decidí ir por otra parte, pero también me cerraron el paso, Leon trató de hacer lo mismo, pero no tenía forma de escapar. Ambos nos vimos rodeados por los españoles.

Sujeté con fuerza aquel objeto que servía para defenderme, mientras que Kennedy recargó su pistola. Cuando parecía que la batalla iba a dar inicio, oímos el sonido de una campana.

- Oh, la campana. - Avisó uno de ellos.

- Es hora de rezar. - Dijo otro.

- Tenemos que irnos. - Añadió otro habitante.

Ellos simplemente soltaron sus armas y se alejaron de nosotros.

¿Pero qué pasó?

Les seguimos lentamente y vimos que ingresaron a una puerta muy peculiar, con un extraño símbolo.

Ambos miramos confundidos, a nuestro alrededor no había nadie.

- Ah, ¿a dónde van todos? ¿al bingo? - Preguntó Leon sarcásticamente.

Recibió una llamada, vaya y yo pensé que no había señal por ésta zona rural.

Mientras tanto me acerqué a donde estaban las llamas, por fin pude identificar a eso que estaba colgado, era un policía, yacía muerto con graves quemaduras y el rostro irreconocible.

Cubrí mi boca con una mano, pero luego recordé que la tenía manchada de sangre, casi vomité, me limpié con la manga de mi remera y volví a mirar el cuerpo en llamas, al tratar de ver su rostro solo me imaginé la cara de mi tío.

Cerré mis ojos tratando de ignorar cualquier pensamiento similar y suspiré, al sentir la presencia de mi acompañante abrí mis ojos.

- ¿Él vino contigo? - Pregunté mirándolo.

Leon no dijo nada, solamente dirigió su mirada a otra parte. Entonces comprendí.

- Lo siento. - Murmuré.

- Olvídalo. - Dijo algo triste, pero pronto cambió de expresión. - ¿Acaso es difícil obedecer un rato? ¿Por qué saliste? Habrías muerto allí.

- Lo siento, pero aunque no lo creas tú también habrías muerto, necesitabas algo de ayuda allá arriba.

- Está bien. - Suspiró. - La próxima avisas que estás siendo atacada, no tengas miedo ¿está bien? - Yo asentí con un movimiento de cabeza. - ¿Cómo te encuentras?

- Pues, ignorando que apesto a zorrillo, me encuentro bien. Claro, una ducha no me vendría mal. Pero si te refieres por lo que acaba de ocurrir... - Me quedé en silencio un momento mirando mis manos.

- Laura, no pienses en eso, hiciste lo correcto, nunca lo lamentes. Ahora mejor busquemos algo que nos pueda servir, antes de que ellos regresen.


Resident Evil: Los Iluminados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora