Capítulo 7

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Leon Kennedy aún continuaba inconsciente y Pamela me había ayudado a levantarlo para acostarlo en una cama de madera que había en la casa, no muy cómoda pero era mejor que dejarlo en el suelo.

Me quedé de pie mirando el cuerpo del agente. Aún no podía creer que hasta aquí habíamos llegado, no podía creer que yo aún siguiera con vida. Esto es increíble, es como un maldito sueño.

De pronto me mareé y sentí como si algo caminaba dentro de mi pecho y mi abdomen. Chillé de dolor y tosí, rayos, era sangre. Pamela justo se puso a lado mío y me sujetó.

- ¿Estás bien? - Preguntó preocupada.

- Sí. - Contesté con una voz un poco ronca.

Salí corriendo afuera de la casa y vomité sangre. 

- No estás bien. - Interrumpió Pamela que fue a mi auxilio y me entregó una botellita de agua.

- Gracias. - Me limité a decir y comencé a beberlo. - ¿Puedo saber qué estás haciendo aquí, señorita? - Pregunté con mi tono muy peculiar y con una media sonrisa.

- Vine de vacaciones, señorita ¿y usted? - Dijo siguiendo el juego y solo sonreí, pasaron mucho tiempo desde que no la veía.

- Igual, pero no te vi con los demás turistas ¿Hace cuánto estás por acá?

- La verdad que vine con Richard...

- Ooopaaa. - Interrumpí con mi mirada pervertida.

- Él murió. - Al decir esto me impacté.
- Lo siento ¿cómo?
- Esos españoles nos atacaron, Richard se creyó del héroe y lo mataron por idiota. - Lo dijo fríamente y yo me quedé congelada.

- ¿No deberías llorar o algo así? - Traté de entender sus sentimientos.

- ¿Vos decís? Ya no quiero deprimirme, ahora que estás conmigo me siento mejor.

- Por cierto no respondiste mi pregunta ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

- Oh, lo siento señorita, estoy hace un mes.

- ¿Qué? - Me impacté. - Y aún estás viva.

- ¿Qué? ¿Pensaste que me iba a rendir y morir ya? No rulita, por suerte esta casa tenía algunas comodidades y algo para comer, pero ya se están agotando.

- ¿Y de dónde quitaste esa pistola? - Cuestioné al ver que tenía el arma colgada por la cintura.

- Siempre la llevo conmigo, mi papá dice que es para mi seguridad.

- Oh claro, él es policía, y yo pensaba que ninguna cucaracha podías matar.

- Sos una perra. - Me dijo mostrando su dedo del medio.

- Y así me querés. - Sonreí y ella rodó sus ojos. - No hagas eso, te quedarás bizca.

- Sí claro, como sea ¿Cómo llegaste hasta aquí? y ¿quién es tu extraño acompañante que está inconsciente en la cama? - Me interrogó.

- Es un chico emo que encontré por ahí. - Contesté sin darle mucha importancia.

- Ruli, decime. - Insistió.

- Me. - Dije divertida y ella me miró muy enojada. - Okay, te cuento. Hace unos días vine de vacaciones y hay una secta satánica, diría yo, que se llama “Los Iluminados”, estoy segura que ellos son los culpables de todo. Que ellos controlan a los aldeanos de la zona. Un tal Osmund Saddler es el causante de todo. Mira. - Comenté mientras quité de la mochila el archivo y se lo entregué a mi amiga.

Ella comenzó a leerlo, mientras yo decidí mirar mi entorno. Todo estaba muy tranquilo.

- Esto puede servirnos como evidencia de todos los asesinatos. - Dijo Pamela al terminar de leerlo.

Me devolvió el archivo y yo lo guardé en la mochila.

- ¿Qué más? - Me preguntó.

- Bueno, ellos tienen a mi tío, y los aldeanos mataron a los turistas que vinieron con nosotros y también a mis padres. - Dije lo último en un murmuro.

- Lo siento, rulis. - Me dijo y se acercó a mí.

- ¡Aléjate satanás! No quiero tus abrazos, por favor. - Bromeé para evitar deprimirme, ella solamente rió y dió un paso atrás.

- ¿Y qué hay con el chico emo? - Cuestionó nuevamente.

- Bueno respecto a ese tipo...Yo logré escapar de la aldea o eso pensé, hasta que pisé una estúpida trampa que me lesionó el pie, como ves. - Le señalé mi herida. - Él me asistió, es una clase de agente que trabaja para el gobierno de los Estados Unidos y vino a esta zona para rescatar a la hija del presidente, por lo visto la secuestraron.

- ¿No me estás mintiendo? - Me preguntó incrédula.

- No. - Contesté mirándola a los ojos. - Por cierto habla inglés y no entiende bien el español, así que menos el guaraní.
- Ay no, va a ser un dolor de cabeza. - Añadió mi amiga mientras se posaba una mano sobre su cabeza.

- Para vos nomás. - Dije.

- Maldita, sabes inglés.

- No te preocupes, te puedo traducir.

Dicho esto entramos de vuelta a la casa, el sol ya se había ocultado. Dejé la mochila en un costado de la cama. Luego Pamela me dió una lata de choclo, y con todo el hambre que tenía me lo tuve que comer.

- ¿Así que ahora vas a ir con él? - Preguntó.

- ¿Qué otra opción tengo? Espera, ¿te estás poniendo celosa? - La miré curiosa.

- ¿Qué? Claro que no, ruli. Solamente intento protegerte, no me cae bien ese tipo.

- Bueno, mami. - Bromeé. - Ja, puedes venir con nosotros.

- ¿No deberías preguntárselo primero?

- No me importa, tenemos que salir de este infierno a como sea. Si no es con él, lo haremos las dos juntas. - Dejé la lata vacía sobre la mesa. - Pamela, no puedes quedarte aquí. Tenemos que avanzar, debe haber una salida.

De repente fuimos interrumpidas por un sonido, una llamada telefónica. Me acerqué a Leon, quité de su bolsillo su celular y vi que decía “Videocall- Hunnigan” era una videollamada.

- ¿Vas a atender? - Preguntó mi amiga.

- Ehh, sí. - Dije dudosa y atendí la videollamada, pude ver el rostro de la tal Hunnigan. - Ahh... ¿Hola?

- ¿Quién eres tú? - Preguntó la chica en inglés un poco a la defensiva. - ¿Dónde está Leon?

- Disculpe, soy Laura López. Supongo que Leon te habló de mí. Él está inconsciente. - Dije en su idioma.

- ¿Cómo?

- No lo sé, estaba bien hasta que repentinamente se desmayó. Pero no te preocupes, estoy cuidando de él. Se parece a la bella durmiente. - Dije mientras le mostraba desde el celular a donde Leon.

Hunnigan solamente hizo una mueca.

- Okay, avísale que me llame cuando despierte. - Dijo.

- Entendido, pero espera, Hunnigan. - Interrumpí.

- ¿Sí?

- ¿Hay posibilidades de que salgamos vivos de aquí?

- No te preocupes, el agente Kennedy es uno de los mejores entrenados en la agencia, si él prometió llevarte consigo, entonces estás en buenas manos. - Al oír esto me quedé un poco desconcertada y se finalizó la videollamada.

- ¿Qué dijiste? - Me preguntó Pamela con su expresión perdida.

- Es un contacto de aquel rubio, quiere que le avise cuando despierte para que le devuelva la llamada, o en este caso, videollamada. - Expliqué.

- Okay. - Dijo mi amiga

Entonces miré el teléfono que tenía en mi mano. ¿Debe tener algo importante? Dicen que la curiosidad mató al gato, pero yo no soy un gato, así que.

Me aparté un poco de mi amiga y me dispuse a infiltrarme en el celular de Leon hasta que oí a alguien aclarando su garganta detrás mío, giré y era él.

Ay, ay, ay, creo que ahora me siento como el gato.

- Hola. - Sonreí inocente.

Él me mostró su mano para que le devolviera lo que le pertenecía, así que se lo devolví.

- Hunnigan quiere que le regreses la llamada. - Le avisé en inglés.

- Okay, y ¡wow!, ya oscureció, ¿cuántas horas he estado inconsciente? - Preguntó.

- Ehhh, no lo sé, alrededor de tres horas tal vez.

- Finalmente despertó. - Interrumpió Pamela.

- Ajá. - Me limité a decir.

- ¿Quién eres tú? - Interrogó Kennedy y mi amiga me miró.

- Ella es mi amiga. - Interrumpí. - Su nombre es Pamela, ella solo habla español.

- Mmm, okay. - Comentó el agente. - Mi nombre es Leon Kennedy. - Se presentó mirando a mi amiga y ambos se estrecharon las manos, a Pamela le pareció muy raro, se lo notaba en su rostro.

- Quiero que ella venga con nosotros, su padre es un policía y ella es una experta en, ya tu sabes, pelear y todo eso. - Le expliqué.

- Está bien, tenemos que irnos a la iglesia, pero antes haré una llamada. - Dijo Leon para luego salir de la casa.

- ¿Qué pasó? - Preguntó Pamela.

- Nos acompañarás. - Sonreí. - Nos vamos a ir a una iglesia, por lo que parece ahí está la hija del presidente y probablemente mi tío.

- ¿Iglesia? Espera...¿qué? - Cuestionó mi amiga bastante confundida.

- La hija del presidente, si queremos salir vivas de aquí, vamos a acompañarlo y a ayudarlo en su misión, al menos que conozcas otra forma de salir de este maldito pueblo.

- Ya está. - Dijo sin discutir. Por lo visto no tenía otra idea.

El norteamericano ingresó de nuevo a la casa, se sentó en una silla y apoyó su brazo sobre la mesa suspirando, parece que estaba algo agotado.

- ¿Cómo te sientes? - Pregunté.

Yo estaba parada y apoyada por un mueble mirando hacia el techo.

- Estaré bien. ¿Y tú? - Contestó.

- Mejorando. - Respondí.

En eso mi amiga se acercó, se sentó en frente de Leon dejando dos latas de choclo abiertas, sobre la mesa, de las cuales una se la dió a él con una cucharita.

- Tienes que alimentarte un poco, para recuperar energía. - Lo interrumpí antes de que dijera palabra alguna y me miró sospechando. - No le pusimos droga ni veneno ni nada por el estilo, así que no te preocupes. - Dije y él dirigió su mirada hacia Pamela quien ya estaba comiendo la suya.

- Gracias. - Dijo y procedió a comer. - ¿No comerás? - Me preguntó.

- Ya comí, no te preocupes.- Contesté y él simplemente siguió comiendo.

Resident Evil: Los Iluminados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora