Capítulo X: "Estrellas y Final"

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Capitulo Final


—¡MinGyu!

Poco a poco, aquel eco que resonaba entre sus sueños se escuchaba más cercano. Había tenido un sueño hermoso donde sus padres estaban recibiendo con los brazos abiertos pero, al ver que su derecha estaba entrelazada a otra mano más fina, sonrió. WonWoo estaba allí arrugando su nariz de felicidad al igual que él, todos juntos, todos felices. Pero aquella voz no lo dejaba llegar, lo separó del mundo perfecto de sus sueños y la luz que vio, obligó a sus ojos cerrarse por el dolor. Pestañeó varias veces antes de observar a quien lo llamaba y vio una cara familiar muy cerca de la suya.

—¿SeokMin? ¿Qué haces aquí?

—Gracias a Dios despiertas, MinGyu ¿qué sucedió?

El más alto se apoyó sobre sus codos, sentía el cuerpo pesado y trató de asimilar lo que estaba sucediendo. Se encontraba dentro de la tienda, afuera no podía ser más de las ocho de la mañana pero la luz que entraba por allí era casi que la de mediodía. Su cuerpo estaba hormigueando por sus extremidades dormidas y el calor comenzaba a subir por su rostro como una fiebre repentina.
Recordó la noche anterior, él y WonWoo había dejado durmiendo a los mayores mientras que ellos estaban en la tienda, no lo entendía, se habían besado y luego sintió mucho pero mucho sueño. Antes de eso, había tomado agua para salir a buscar leña y mantener la fogata con la fría luna encima.

<<Prometeme no mirar atrás, pase lo que pase y si yo me quedo allí en el pasado, no vuelvas por mi. >>

Sus ojos se abrieron de golpe por el impacto de aquella voz en su mente, sacó las mantas de su regazo con fuerza y ante la atenta mirada de SeokMin, buscó a WonWoo por todos lados. El psicólogo lo observó con la misma preocupación, y salió detrás del más alto que se encontró con una escena que lo dejó el doble de confuso. Su cuerpo gritaba por el azabache que aún no aparecía, algo dentro de sí le decía que corría peligro. Observó si habían huellas de otras personas mientras los americanos ayudaron a Jeonghan y SoonYoung a levantarse de sus improvisados lechos. Estaban tan confundidos como MinGyu o peor, ya que sus recuerdos eran menores.

—¿Dónde está?

Vernon solo siguió unas huellas hasta los camellos y el vidrio color ámbar de un pequeño frasco completó su atención. Tomó el recipiente leyendo la inscripción del mismo, ahora todo tenía sentido. Volvió sobre sus pasos y llegó hasta el grupo que seguía confundido debajo de las sombras de las palmeras. El sonido tintineante de las pastillas dentro de ese frasco al agitarlo, logró la atención que necesitaba.

—Creo que ya sé que pasó aquí.

WonWoo no quería golpear a un animal indefenso y menos a uno que había sacado a la fuerza a penas el sol comenzaba a nacer en el horizonte pero, no tenía opción. Antes de que MinGyu o los demás lo siguieran, tenía que llegar hasta el final del mapa. Y el golpear levemente con una varilla al camello le dió una velocidad que apenas podía controlar, aunque eso era bueno. Tenía el rostro tapado por un turbante para alejar el calor, y a los hombres de Akins que seguramente vendrían por él. Esperaba que lo último no fuese verdad y que tampoco se encontrara con el grupo al cual había traicionado.
Miró el bolso que subía y bajaba por el movimiento al costado del camello, en él venía el arma que le robó a MinGyu luego de haberlo drogado. Nunca en su vida se había sentido tan culpable de algo, tampoco había drogado al grupo entero de personas que venían con él con el fin de protegerlo y es por ello, que su corazón punzada de arrepentimiento por haber metido un cuarto de pastilla en cada cantimplora.

WonWoo se sintió peligroso.

Los sueños que lo acompañaban sólo relataban imágenes de él matando a cada ser vivo que se acercaba a él por decisión ajena. Con ojos nublados y llorando, le daba el beso de la muerte a cada persona que conoció allí y, esa mañana al despertar, en su mente solo seguía la imagen traumática de MinGyu muriendo en sus brazos.
La brasas del fuego apenas eran una luz tenue en la noche abandonandolos,cuando él tomó sus cosas y se fué de allí con la esperanza de que nadie lo viese. Sus labios ardían y suplicaban que volviera por el beso del final pero no podía darse ese derecho.

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