Caprichos de los Dioses - Recuerdos Velados
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__Mis sirvientas se ocupran de ti,no temas__dijo la Diosa manteniendo esa sonrisa maternal mientras le acariciaba bajo el mentón a Adalia__Necesitas un buen baño.
Adalia se dejó hacer mientras las protegidas de la Diosa la ayudaban a ponerse en pie y la llevaban hacia otra estancia del palacio. Adalia miró maravillada aquel lugar... aquello por fuerza deváí de ser el Olimpo por que no concebía nada tan hermoso a lo que desfilaba ante sus ojos... los jardines exuberantes, las aromaticas flores llenando de color aquel paraíso, los salvajes saltos de agua que luego se transformaban en remansos de paz trazando rios y lagos de epsumas blancas y aguas cristalinas.
Una de las iniciadas sonrió y le señaló una de aquellas lagunas naturales pero Adalia bajo la mirada hacia su cuerpo desnudo. Se sentía impura por estar ahí y más de introducirse en esas aguas puras, pero estas, atentiéndola en todo momento la ayudaron a entrar. De nuevo fue la misma jovencita de rizos castaños la que le alzó lacara y le sonrió.
__No tienes de que avergonzarte, tú eres tan pura como estas aguas Adalia. Tú sólo relajate.
Pero ella se sentía sucía... ultrajada y dolida con ella misma por sentir aún los restos de aquel placer enloquecedor palpitando entre sus piernas.
El resto de chicas rieron lanzando petalos y sales al agua y el suave perfume de estas junto al agua templada del estanque fueron haciendo que su cuerpo se adormilará, se sentía laxa y abandonada, los parpados le pesaban pero sentía como esas manos suaves seguían deslizándose por su piel con algo aterciopelado y blando. Pronto... las voces fueron tornandose lejanas y los ojos de Adalia cerrándose viajaron mucho tiempo atrás. Volaba sobre el espacio, entre estrellas brillantes y suaves brumas que se deshacían entre su piel, era libre como una hermosa ave surcando los cielos sin fin, no había límites ni fronteras, sólo se dejaba mecer por la corriente hasta llegar a una tierra verde y desconocida.
Del enorme lago ascendían unas densas brumas que llegaban hasta los pies del acantilado rocoso que conformaba ese extraño lugar de altos arboles de denso follaje de tonos ocres, vivos rojos y amarillos mezclados con ese intenso y límpido verde. Arriba, en lo alto del escarpado peñasco o montaña había un castillo. Una enorme fortaleza que enceraba tras sus poderosas y regías murallas toda una ciudad bajo su protección, sus altas torres eran como las de los cuentos de princesas, todo el lugar parecía pura fantasía y algo casi imposible de ser real. Tras el cerro, cruzando el bosque y los saltos de agua había una extraña construcción en piedras y más allá otra fortaleza mucho más funcional. Escucho unas risas y unas susurrantes voces femeninas hasta que su visión se fue acercándo a estas, eran varias damas y tres niñas que correteaban a su alrededor cogiendo florecillas, la que iba regazada era callada, su aura era atrayente como una oscura llama, pero a pesar de esa regía presencia esa doncella era hermosa como una noche de luna llena... sus pólulos altos y reales estaban sonrosados, sus labios rojos formaban un perfecto corazón y su melena negra como la nada caía liso y libre tras su espalda, salvaje e indomable como lo era ella. Esa imagen pero, pronto se desbaneció como si la propia Adalía se diluyese en la mirada azul de la joven.
Ahora, ésta estaba sentada en el alfeizar de su ventana en un acto poco propio de una dama de su refinada clase, podía perder pie y caer al vacío desde lo alto de su elegante torre de marfil, pero de nuevo lo que llamó a Aradia era la mirada de esa mujer, parecía estar a años luz de ahí, atrapada en su propia tierra de cuento mientras su corazón se llenaba de oscuridad y amarga venganza, sentía odio y Adalia podía sentir fluir por sus venas una magia poderosa y letal que jamás antes había conocido. Algo que iba más allá de la tierra y sus huesos y la tarspasaba hasta ella haciéndola estremecer. La hora del ocaso estaba al llegar y la joven observó como el día moría lentamente...
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Caprichos de los Dioses
Ficción históricaPrimer Capítulo de esta historia de aventura, fantasía, Dioses, maldiciones, sexo, pasiones y todo lo que podáis imaginar.