IX. Sebastián

111 16 1
                                    


YouTube era la razón por la cual mi documento de Word seguía en blanco desde hace más de una hora y media. Empecé mirando videos musicales solo para asegurarme de que tenía una buena canción de fondo para hacer mi tarea, y terminé viendo videos de corte de cabello. Por alguna extraña razón, YouTube me recomendó un video de una chica enseñando a cortarse el cabello y me quedé viéndolo pensando en Natalia.

— Así que soy un experto. — le dije después de explicarle que había visto como cinco videos en los que chicas explicaban el modo correcto de cortarse el cabello sin arruinarlo.

— ¿Y crees que porque viste unos cuantos videos en internet dejaré que te acerques a mi cabello con un par de tijeras? Ni siquiera estoy interesada en un corte, y si lo estuviera iría donde un profesional.

— Ese es el problema. El profesional te cobrará, yo solo lo hago por la experiencia.

— ¿Tuviste experiencia antes?

— ¿No es lo que a las chicas les gusta? Cortarse el cabello para iniciar una nueva etapa de su vida o algo por el estilo. Sé que cuando están mal y quieren cambiar lo primero que hacen es cortarse el cabello o teñirlo.

Podía ser que mi hermana aún era una pre puberta, pero ya tenía esas ideas de adolescente. Para entrar al colegio quiso un cambio de look completo y se arrepintió cuando nos alejamos del tipo que le cortó el cabello. Lloró unos cuantos minutos hasta que busqué en internet formas de hacerlo crecer más rápido.

— Yo no quiero cambiar nada así que el corte no es bienvenido.

— Cambiarás algo a la larga, esto sería como una premonición. Podríamos intentar con un flequillo...

— Podríamos intentar no hacer nada.

— ¡Vamos! No hicimos nada esta semana, necesito filmar algo.

— Si no hicimos nada esta semana fue porque tú estabas muy ocupado para idear planes locos. — Era cierto, los últimos días ni siquiera tuve tiempo para ir a la cafetería a comer porque corría de un lado a otro intentando convencer a mis compañeras que no iba a hacer nada con sus apuntes, que los iba a cuidar con mi vida y se los devolvería tal y como me los entregaron. Y cuando no estaba leyendo, estaba intentando convencer a Diana que mis sentimientos por ella no habían cambiado en absoluto y que, en cuanto terminara los exámenes y trabajos, estaría siendo su acompañante a cualquier fiesta que quisiera. — Además no te dejaría filmar el corte de cabello, nada me garantiza que no lo subas a internet para que todos se burlen por esta estupidez.

— Soy bueno con las tijeras. En kínder cortaba muy bien los papelitos, ganaba estrellas doradas por eso.

— A pesar de toda la experiencia que pareces tener, no aceptaré.

— Bien... entonces elige alguna receta de un postre y la haremos. Usa Pinterest. — le tendí mi celular para que lo usara. Cathy solía usar esa aplicación para ver comida y antojarse de algo que mamá nunca cocinaría. Le prometí que algún día haría alguna de esas cosas y se la daría (yo tenía que hacerlo porque ella sabía perfectamente que todo lo que tocaba en la cocina terminaba quemándose).

— Estas cosas son hermosas, no hay forma de que podamos hacer algo así.

— Tienes que dejar de ser el tipo de personas que solo ve la comida y se antoja, tienes que ser del tipo que hace las comidas para que los demás se antojen... y tienes que ser la persona que después lo come.

Ella soltó una carcajada y siguió deslizando su dedo por la pantalla de mi celular.

Tardó unos cuantos minutos en decidirse por unos snickers que se suponía que no necesitaba un horno para hacerlo, lo cual simplificaba las cosas porque no era tan bueno cocinando. Como mamá iba a estar trabajando y después iría a una clase de Yoga, ofrecí nuestra cocina para el intento de cocina y después de insistir mucho ella aceptó.

Sabor UniversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora