fourteen.

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Día: 62.
Camila P.O.V.:

Estaba tan feliz de estar con ella que sentía mis manos cosquillear con cada toque y mi estómago dio un vuelco ante sus palabras.

— Lo mejor para esta ocasión.

Respondí aún detrás de ella. Mis dedos extrañaron esa pequeña cintura y debía aprovecharlo. Esto no se repetirá con la constancia que quisiera.

Sabía que estaba acostumbrada a lujos pero esto era... Excesivo. Como todo lugar en general.

Era muy iluminado gracias a las arañas que colgaban del techo con tantas piedritas pequeñas que serían difíciles de contar.

Desde la puerta se podía ver un pequeño pasillo a la izquierda que conduce a una habitación extra para guardar las cosas de los huéspedes;  a la derecha otro pasillo, al final de éste y separando el pasillo de la cocina un mini bar.

Mientras, al frente, la atracción del lugar: la habitación principal. Toda la pared era de vidrio por lo que, y gracias a que estaban en uno de los últimos pisos, se alcanza a ver una de las mejores vistas de la ciudad. Además una cama muy grande en forma de corazón con sábanas blancas de algodón, pétalos de rosas rojas esparcidos en esta y unas almohadas color vino en la cabecera.

Cursi, sí, pero era lo que necesitaba en ese momento.

Junto a la cama una pequeña mesa con champagne y unas copas, detrás de esta otro mini bar. Ni sé para que tanto mini bar en un mismo lugar.

Habían tantas cosas incluidas en el paquete de relación prohibida, como ellos mismos lo llaman, que sería largo de mencionar.
  
  
  
— ¿Y qué te apetece? — Aún la tenía tomada de su pequeña cintura.

Deslicé mis manos por su abdomen hasta quedar abrazándola por detrás. Sus manos acariciaron mis brazos en el acto.

— Estar así... Si es posible toda la noche.

Alcanzaba a percibir el aroma de su ser. Esa esencia que tanto extrañe.

La felicidad duró poco ya que la dejé de abrazar pero igual la tomé de la mano para dirigirla a la cama.

— Ven.

La dejé frente a esta y se sentó.

— Te serviré algo de tomar.

— Está bien. — Respondió mientras me dirigía a ese mini bar.

Destape el vino que estaba ahí y con esas mismas copas serví un poco. Me devolví y se la extendí para luego sentarme junto a ella. Mi mano libre sobre la suya.

— Te extrañé, Camz. ¿Por qué no respondías?

Suspire. No sabía que responder a eso.

¿"No quería", "no podía" o "era lo mejor"?

— Yo también, Lern. Sabes porqué. No me dejan. Esto...

Bufé y desvié un momento la mirada de sus ojos al vino.

— "Está mal". — Cité las palabras que tantas veces nos repitieron los agentes.

— Pero... Ésta será una forma de volver a estar juntas. Al menos hasta que yo pueda ser. — Continué. De nuevo viéndola, solo esa acción me causaba placer. Realmente la extrañaba.

— No sabes cuanto lloré por ti... — Dijo algo dolida. Sabía que algo así vendría.

Sentí un nudo formarse en mi garganta. Sus ojos estaban cristalizados aunque se notó que luego trató de reponerse.

— Lo siento, en serio. — Mi voz se partió un poco.

— Lauren... No siempre me dejaban ver tus mensajes. Algunos días los borraban. Otros... Los usaban para hacerme sentir mal y que así hiciese "mejor" mi trabajo. Já. — Reí irónica.

— En serio, lo siento. Quiero compensarlo. — Hice una pequeña pausa.

—Suficiente de buscar culpables, Camz. Ya estamos juntas.

Una lágrima se escapó de mí y rápidamente la limpió con un dedo y dejó su mano un momento en mi mejilla.

— Sí... Desearía haber estado junto a ti en mi cumpleaños.

Los ojos cristalizados volvieron.

— Yo igual. Te escribí pero... Ya sabemos que pasó.

Bebí de mi vino. Estaba realmente bueno.

— Tanto que tenía para decir que ahora siento que observarte es de los mejores placeres de la vida. Realmente estás hermosa.

Sonrió y al igual que yo tomó de su vino, solo que ella lo acabó casi todo.

— Te amo, Camila. Te extraño. ¿Podemos repetir esto hasta que alguna tenga que salir de la ciudad? — Preguntó con un poco de cohesión.

— Claro que podemos. Me encantaría.

Tomé su copa y la coloqué junto a la mía en la mesa sin necesidad de levantarme de la cama.

— Y también te amo. Mucho. Eres mi sol y lo sabes.

Me acerqué a ella con cautela, como si fuese la primera vez, y la besé. Un beso dulce y tranquilo, a pesar de que nuestros labios se deseaban tanto los unos a los otros. Al separarnos por falta de aire; nuestras frentes estaban apoyadas, nuestros ojos cerrados y las respiraciones algo agitadas se mezclaban. Susurré:

— Realmente te amo.

***

¡Feliz cumpleaños #20, Camila! Los harmonizers te amamos. Espero hayas tenido mucho sexo lésbico con Lauren. Ahq.

Por cierto, no había tenido oportunidad de agradecer que casi llegamos a los 2k de leídos y ya pasamos los 200 votos. Wowowow. No pensé llegar a esto con una historia tan pequeña y sin rumbo, pero así es y... ¡Gracias! Sigan votando y comenten, por favor.

Nuevo capítulo mañana o cuando esto tenga algunos votos y comentarios (?). ¿Qué quisieran que pasase en el siguiente capítulo?

Leído | CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora