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Día: 61.
Lauren P.O.V.:

Debo admitir que no respondí porque quedé en shock, mi mente se vació y un espacio en blanco apareció.

Quité su mano de mi rostro cuando finalmente caí en cuenta de lo ocurrido. Mi mejor amiga me besó.

— Lucy. — Dije con la voz apagada y los ojos más abiertos de lo normal.

Era muy pronto para eso y realmente nada, pero nada ni nadie en el mundo sustituiría a Camz. Ni siquiera Lucy.

¿qué hice para alentarla a eso? Aunque, viendo las cosas de otra forma: ¡ni sabía que le gustaba!

— Lau-... — Iba a empezar a hablar pero la interrumpí.

— Sé que la otra vez nos besamos en la boda de mi primo y fue todo un escándalo, lo sé, ya el mundo sabe como soy, pero.. No. Lo siento, Lucy. Iban bien las cosas. No lo vuelvas a hacer, por favor.

Me di la vuelta, casi como huyendo de la situación y abrí la puerta, cuando me iba a bajar del carro siento que me jala del brazo, pero con un movimiento brusco me zafo de su agarre y me termino de bajar.

— Ah, gracias por traerme, Lucy. — Las palabras salieron atropelladas y rápidas.

Me fui de ahí con prisa aunque escuchaba que me llamaba, una y dos veces aunque a la tercera se le quebró la voz.

Saludé con la cabeza al portero del hotel y cuando éste cerró la puerta tras de mí, dejé escapar una bocanada de aire.

Mierda. Mierda. Mierda.

Necesito tanto a Camila justo ahora.

...

Iba subiendo en el ascensor, por suerte, sola. Saqué mi teléfono del bolsillo y rápidamente teclee el segundo mensaje del día para Camila.

“Cam... Lucy me acaba de besar.”

— Mensaje de Lauren para Camila a las 1:01p.m.

Y aunque sabía que no respondería seguí:

“y sinceramente, nadie se compara a ti y a las sensaciones que me haces sentir con cada beso,

lo siento tanto. Estoy acostumbrada a ser tuya nada más,

y así será por los siglos de los siglos, hasta el fin de los tiempos.”

— Mensaje de Lauren para Camila a las 1:03 p.m. y leído a las 1:05p.m.

Sentía mi respiración agitada. Iba a salir del ascensor aún escribiendo otro mensaje y choqué con Dinah, que iba al café de abajo donde siempre nos veíamos luego del gimnasio.

— ¡Ven! — La jalo con la mano libre fuera del ascensor y la dirijo a una pared.

Ambas teníamos los ojos muy abiertos.

— Tenemos que hablar.— Dijimos al unísono.

Otra vez volvemos a hablar al mismo tiempo:

— Lucy me besó. — Digo con prisa, a la vez que ella dice: — Camila me escribió.

Y sentí como el color se fue de mi rostro.

Leído | CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora