eight.

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Día: 60.
Lauren P.O.V.:

Casi 3 meses sin ella y las penas necesitaban ser ahogadas.

Había estado en un día de spa y eso implicaba deshacerme de todo rastro de tecnología, por lo que, aunque millones de cosas rondaban mi cabeza para decirle a Camila; ninguna de ellas fue dicha.

En la noche estaba decidida a ir a una fiesta con las chicas. Debía dejar este 'luto' que tenía por la pérdida de mi chica.

Tomé hasta que ya no tenía razón de ser o existir, mi mente se nubló y solo recuerdo de un momento a otro haber perdido la noción y desperté en la cama de nuestro hotel.

Al despertar rápidamente me percaté del peso que tienen mis acciones en el grupo y como una artista individual así que tomé mi teléfono; ningún mensaje, tweet, llamada, notificación alguna o noticia de los medios con respecto a la noche anterior. Un suspiro pesado se escapó de mí ante el alivio de eso.

En ese momento entró Ally a la habitación con un jugo de naranja en la mano: - Buenos días, traviesa.

Me incorporé y al tratar hablar sentí un jalón en la garganta, señal de que había perdido parte o toda la voz. Aclaré mi gargante y con esfuerzo logré decir: - ¿Traviesa? - Se hubiese reído por la usual elección de apodo pero el dolor no lo permitió.

Me extendió el jugo y le di un sorbo mientras me hablaba: - Sí, traviesa. Anoche te volviste loca y gracias a Dios te pudimos traer de vuelta sin ningún escándalo.

Mi garganta y mi ser agradeció por ese jugo, tomé la pastilla que tenía en la otra mano y me la tomé con el resto de jugo que quedó, de seguro era para el dolor de cabeza y resaca.

- Gracias. - Articulé con más facilidad antes de que Ally volviese a responder.

- Ahora sí: toma tu teléfono. No quiero ni imaginar las barbaridades que le hubieses escrito a Camila.

Al nombrarla un hilo de su voz se perdió. En momentos así se percataba de que no solo a ella le dolía la ida de Camz.

No respondió. Decidió que ese día, al igual que el anterior, no le escribiría y lo pasaría con las chicas así no pudiese hablar... Después de todo, ellas compartían su dolor.

Leído | CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora