-Largo- murmure subiendo las sabanas aún más.
-Vamos Vivian, déjame ayudarte- apreté los puños sobre la sabana y me hundí aún más en la cama.
-Vete, solo vete, por favor- rogué al sentir mis ojos arder con las lágrimas contenidas.
-No me iré, soy tu amiga- sentí la cama hundirse detrás de mí y los brazos de Katia alrededor de mi cuerpo, me gire y enterré la cabeza en su cuello mientras dejaba las lágrimas caer libres por mis mejillas.
-Por qué? Por qué a mí? Por qué ella?- comencé a temblar debido al llanto, me sentía como la mierda y nada ni nadie podía hacerme sentir mejor.
-Todo va a estar bien, todo esto va a pasar, estaremos bien- negué con la cabeza frenéticamente y me aleje de ella con una expresión herida en el rostro.
-Cómo puedes decirme eso!? Está muerta!- mi llanto empeoro y salí de la habitación echa una furia, corrí hacia el baño, cerré con llave la puerta y me apoye en lavamanos evitando ver mi reflejo en el espejo.
-Vivian, vamos, sal de allí, aquí no es seguro- sabía que Katia estaba detrás de la puerta y no se movería de allí pero me negaba a moverme, me importaba una mierda si era un lugar seguro o si alguien podía entrar y matarme en unos segundos.
-No quiero estar aquí, volvamos a casa- me senté con la espalda pegada a la puerta de madera hecha pedazos.
-Casa? Vivian han pasado 5 años! No podemos volver allí, esta es nuestra casa ahora- sabía que ella tenía razón pero no podía quedarme en este lugar por más tiempo, escondí mi cabeza entre las rodillas y me quede allí por horas.
Abrí los ojos confundida y recordé que me había quedado dormida en el baño de aquella vieja cabaña, me levante del suelo y abrí la puerta lentamente, Katia se encontraba dormida sentada al lado de la puerta, coloque una manta sobre la joven, tome mis cosas, y salí de la vieja cabaña.
Afuera el frio invernal de Sofreen me dio la bienvenida metiéndose en mis huesos, suspire notando el vapor salir de mi boca, me cubrí con un abrigo de piel y camine hacia la salida del blanco bosque invernal. Camine por las calles de Halltei, arenosas, rojas y desoladas, mientras algún que otro vendedor me sonreía y saludaba con entusiasmo.
Era en momentos como estos en los que deseaba ser una extraña y no una "celebridad". Devolví los saludos con un asentimiento de cabeza y le compre un caballo blanco a un anciano, este me agradeció y yo monte al animal con un salto, jale las riendas y el pequeño comenzó a caminar adentrándose en otra ciudad. Atravesamos otras tres ciudades a paso lento y cuando por fin nos despedimos de Randomhall, echamos a correr por los extensos campos del reino Hyum.
Al llegar a mi destino, me detuve en la entrada de un bosque primaveral y golpeé el lomo del caballo para que se alejase de mí, camine quitándome las pieles que llevaba de más, dejándolas tiradas por el suelo, y cortando las plantas que molestaban a mi paso.
-Aquí está- suspire mirando la cabaña hecha añicos al lado de una enorme cascada de agua cristalina, al tocar la destrozada puerta de madera, esta cayo hecha pedazos, entre recorriendo las paredes con la punta de mis dedos, trazando las pinturas en ellas, los marcos colgados allí. Me detuve frente a la puerta de una habitación completamente de madera y entre, escuchando rechinar el material viejo bajo mis pies.
Camine hacia la destrozada cama y me senté sobre ella, tosiendo cuando el polvo comenzó a levantarse, sacudí la mano para dispersar el polvo y me gire hacia la mesa de luz un tanto podrida, abrí el primer cajón y saque una pequeña botella de cristal con un líquido morado en ella.
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Let's End This
RandomHace muchos años ellas fueron heroínas, la gente por las calles llamaba sus nombres y les alababan. Ahora no son nadie, sus vida son monótonas hasta que ya no lo son, todo cambia, de nuevo, todo se da vuelta. El futuro de ambas y sus vidas penden de...