4. Soluciones.

4.5K 384 63
                                    

Llevo una semana encerrado aquí, si sigo aquí, pienso que me voy a volver loco. Un psicólogo me come la cabeza casi a diario, y casi todos lloro. La ansiedad me come, hace poco empecé a fumar y ahora que estoy aquí no puedo fumar nada.

Todos los días vienes, hablas conmigo. Te disculpas mil veces o simplemente me ves dormir. Muchas noches te has quedado temiendo que no haga ninguna locura. Solo porque un día me intenté quitar esos molestos tubos.  Porque el verte diariamente después de que vengas del gimnasio y que vengas con tu camisa corta, me hace sentir que soy patético, que mi cuerpo es feo, gordo, lleno de cicatrices. Veo el tuyo, y me muero de lo mierda que me siento. Tú me recalcas que me quieres, yo también te quiero, pero no te creo. No después de todo. Ya no sé de quien fiarme.

Hoy has llegado más feliz que nunca. Abres la puerta y dices un alegre:
—¿Me has echado de menos? Porque tengo una gran noticia.—mientras te quitas tus guantes de moto.

Yo solo sonrío levemente. Me agradas, pero no confío mucho en tí. Me haces sentir lleno.

Tengo lo que siempre he querido, pero no es lo mismo. Ahora tu me quieres por pena, porque eres consciente de que estoy solo.

Yo quiero que me quieras y no porque estoy hospitalizado.

Te sientas al lado de mi cama:
–Mañana te dan el alta. Y he pensado si quieres quedarte en mi casa por un tiempo.—Esto último lo dice apartándose, como con miedo. Normal, la última vez que me intentó volver a abrazar me puse a pegarle con mi poca fuerza y a insultarle.
—¿Cómo qué me quede en tu casa? ¿Y tus padres?¿No le importa?—Dije mientras me incorporaba y me intentaba peinar un poco con mis manos.
—¿Mis padres? A ellos le da igual lo que haga, a parte de que están casi todo el día fuera de casa, se lo he comentado y dice que mientras que no des mucho la lata, puedes.—
Me pongo nervioso, lo notas, porque cada vez que lo estoy, me toco las cicatrices.¿Qué hago? Claro que quiero, pero,¿hasta cuando estaré ahí? ¿Y si una vez que voy, ya no quiero volver a mi casa?¿Y si no les caigo bien a sus padres? ¿Y si piensan que estoy ahí por ser algo más de Marshall?

—Hombre, iba a decirte de ir a tu casa mejor, pero no sé, lo digo para hacerte un favor— Le miro a los ojos.
—Creo que sería mejor mi casa. Tengo habitaciones de sobra, y además no molestaré a tus familares, no quiero ser una molestia—
—Ya estas otra vez con el tema de ser perfecto, sabes que no eres una molestia. Comentaré esto en casa y mañana vendré a por tí para ayudarte. Por favor, esta noche no voy a poder estar, no hagas nada malo, por favor, hazlo por mí.–Dijo mientras me miraba con una sonrisa triste.
—Trataré de no hacerlo. Pero sinceramente, prefiero quedarme en mi casa, y tú conmigo... Mañana lo hablamos, estoy cansado. –Solté una promesa. Mi primera promesa que cumpliría.
Pero con esa frase el azabache no se quedó tranquilo y tuve que recular– Te prometo que no volveré a intentar nada.–Le sonreí, por primera vez una sonrisa sincera, después de demasiado tiempo fingiendo.

Me estoy volviendo a enamorar.
Solo espero que no me rompan de nuevo.

.

.

.

Hoy es mi último día aquí, ya no me molestaban aquellos molestos goteros, sustituí aquella bata por la ropa que llevé el día que ingresé, peiné un poco mi pelo y recogí mis cosas. Esperé. Esperé a aquel pelinegro por el cual sufrí. Y sufro. Me peinaba un poco y me levanté la camisa para colocarla bien. Vi mi asqueroso cuerpo lleno de cicatrices. Ahora no se veían mis costillas, como lo odio. Los odio a todos los que me hicieron volver a el aspecto que tanto necesitaba tener. Aunque él dijera que no quería que me pasara esto. Ví moratones que me hicieron hace poco.

-¿Qué tal estás?

-Si te soy sincero,¿Aparte de gordo y feo? ¿Aparte de locamente enamorado? ¿Aparte de destrozado tanto por fuera como por dentro? ¿Aparte de ser un error humano? Bien, gracias. - Después de estas palabras me tapé la boca corriendo. A veces hablo solo y, cuando el azabache me preguntó esto (no sé cuándo ha llegado) respondí pensando que era yo la persona quien había preguntado, como si estuviera hablando solo. -P-perdón, pensaba que estaba solo.-dije bajándome la camisa inconscientemente y sonrojado. - Suelo ser así de borde conmigo mismo, pocas veces con los demás,lo hice sin querer.

-Pues yo no creo que seas nada de eso. Eres perfecto,puede que estés destrozado, pero quiero que sepas que estoy contigo, en las buenas y en las malas. A partir de ahora, quiero saber todo lo que se te pase por tu mente, quiero saber como te sientes, quiero consolarte. -Dicho esto, el azabache me abrazó por la espalda, yo, cómo no, como el gilipollas que soy, ya estaba llorando en sus brazos.
Estuve un rato en esta posición hasta que me calmé.

-Bueno, y sobre lo de ayer, ¿qué vas a hacer?¿Aceptas mi compañía?-Dijo mientras me dí la vuelta.

Estube pensativo, no me había acordado de eso.

-Entonces, ¿al final qué?¿En mi casa o en la tuya? - me susurró en la oreja mientras yo me estremecía, añadió una risa burlona y acto seguido respondió - No pienses mal, no tan rápido.

-B-bueno...He pensado que es mejor que te quedes en mi casa, es muy grande y me siento demasiado solo.
-Bien, ¿Tienes miedo a las motos?-dijo mientras íbamos de camino al aparcamiento del médico
-¿Qué?Y-yo nunca he...-

-Es decir, vas de "malo" por decirlo así, y ¿nunca has montado en moto?–Negué, Marshall me tiró un casco que yo cogí en el aire. -No me seas cobarde y dime dónde vives,anda.

Le dije mi dirección y ahí estábamos.

Yo pegado fuertemente a su espalda, con miedo a caer en cualquier momento por mi falta de fuerza.

Llegamos y abrí la puerta de la casa. Le sugerí que se quitara los zapatos, ya que el suelo de mi casa era frágil.

-Espero que esta casa sea de tu agrado-le dije mientras me quitaba los zapatos.
-Lo será.-respondió sonriendo.

"Bullying" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora