25. Marcas de nacimiento.

1.7K 181 70
                                    

Al llegar a mi habitación, me encontré a un Marshall, que se había vuelto a dormir, y aunque pareciera increíble, no estaba roncando tan fuerte. Me dediqué a mirar la habitación con detalle.

La mesilla que un día fue de mi madre, donde ella dejaba sus libros preferidos, esos a los que ella siempre se quedaba hasta la madrugada leyendo.

Había una pequeña cómoda, con algunas fotos familiares. Sabía que no debía comerme la cabeza ahora sobre el accidente de mi familia, pero era casi imposible. Cogí una de las fotos, intentando decidirme entre si dejarla en su sitio o guardarla para que dejar de pensar en el asunto de momento. Finalmente la guardé en un cajón.

Miré a Marshall, que ya estaba totalmente dormido y balbuceando un poco en sueños.

Estaba tan confuso con mis sentimientos, él me gusta desde pequeño, pero cuando empezó a juntarse con la gente equivocada, él cambió. Por supuesto que le odio al mismo tiempo. Pero algo me dice que él sigue siendo el mismo crío de siempre.

Y pensar que todo empezó por que él empezó a hacerme pequeñas bromas sanas para que yo me picara y le hiciera algo de caso, la gente empezó a imitarle, pero de una forma más cruel. Al principio solo eran pequeños gestos o algún que otro comentario por lo bajo. Pero cada vez las bromas de todos (incluidas las del azabache) dejaron de serlo para mí, porque me ridiculizaban. Luego siguió con algunas zancadillas, algunos codazos. Y de ahí, paso a casi perseguirme de camino a casa para pegarme.

Eso sí, él nunca me puso una mano encima. Pero sí me dijo comentarios tan hirientes. Esos fueron los que me destrozaron por dentro.

Suspiré. Me metí en la cama. Creo que va a ser una noche larga porque, bueno, no suelo dormir diariamente en la misma cama que la de la persona que me gusta.

.
.
.

Me equivoqué al decir que no iba a dormir. Al contrario, cuando sentí a Marshall detrás de mí, dándome calor corporal, me relajé totalmente y caí rendido. Nunca me había costado tan poco dormir sin ningún tipo de medicación.

Me desperté al sentir unos pequeños pasos en el cuarto, y después algo más de peso en el colchón.

-Gumball...- decía la pequeña mientras me movía ligeramente.

Me moví y al abrir los ojos, me encontré a Alexa, ahora sin trenzas y con su pelo ondulado y despeinado.

-Me ha dicho Marshall que te despierte y que te vistas, porque después de desayunar vamos a ir al parque y al centro comercial.- Alexa tenía un brillo especial en sus ojos. Según sus madres, le solía pasar cuando le mencionabas la palabra parque, algo similar como cuando le dices a un perro que le vas a sacar y se pone muy contento.

-Está bien, ahora iré.- respondí mientras me incorporaba y al sentarme en la cama me quedé unos segundos mirando a un zapato, pensando sobre el infinito.

La niña se fue, canturreando alguna canción infantil, lo más seguro.

Algo no cuadraba. Eran las diez de la mañana, sí, era algo tarde, pero de todos modos, nunca imaginé que Marshall sería el tipo de persona que se levanta antes que los demás.

Mientras le daba vueltas al asunto, me peiné, me lavé los dientes y me vestí. No era consciente, pero ya empezaba a mirarme un poco más en los espejos.

Me puse una camiseta blanca de manga corta y unos vaqueros negros.

-Buenos días...- saludé, aún demasiado dormido, mientras me sentaba en el sofá.

"Bullying" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora