Mi serpiente favorita [UsUk fanfic]

Cadenas

El sonido sordo de aquellas saetas atravesando el cuerpo de su hermano mientras sus miradas se cruzaron por un milisegundo, el leve brillo en sus ojos al ver a Arthur sano y salvo se apagó repentinamente. Arthur no podía creer lo que veía. Un humano había tomado la vida de su hermano. «¡¿Cuántos más?!» pensó. «¡¿A cuántos más tendrían que matar para estar satisfechos?!»

La impotencia, tristeza y la ira lo golpearon en un mismo instante, petrificándolo, pero luego de unos momentos y completamente ciego por esos sentimientos, comenzó a deslizarse rápidamente hacia el humano, enseñando sus colmillos y con el pecho completamente en el suelo para darle mayor velocidad. Matthew saltó bastante alto —gracias a sus piernas robóticas— antes de que Arthur lograra alcanzarlo de una mordida. Matthew sonrió mientras estaba en el aire «Serpiente inútil» pensó. Pero luego, se sintió atraído hacia abajo «¡Qué?» y la respuesta vino al ver el brazo de la serpiente sujetándolo de una de sus piernas. «¡Merde!» pensó, al ver la expresión casi de locura de la serpiente que comenzó a apretar su pierna robótica hasta destrozarla. Arthur tenía las manos ensangrentadas, pero retorcía cada parte de aquel aparato con saña, hasta llegar a la pierna original de Matthew, que también comenzó a deshacer pedazo a pedazo.

—¡Mattie detente!—una voz familiar había gritado a lo lejos.

Alfred había visto con horror cómo Matthew había desenfundado una de sus saetas y estaba a punto de dispararle una a Arthur mientras éste estaba demasiado distraído con su pierna.

Matthew sólo lo miró por un momento, su rostro totalmente inexpresivo.

¡Bang!

—Lo siento, hermano.

El arma de Matthew cayó al suelo, junto a rastros de sangre luego de que su hermano le disparara en la mano. Además de ello, un pequeño brillo dorado también cayó. Alfred lo reconoció enseguida, así como la mirada furiosa que Matthew le dedicaba.

Alfred sabía que aquel anillo significaba mucho para su hermano. Y era, en parte, la razón de que aún conservara algo de su humanidad.

Mientras tanto, Arthur se había sorprendido con el disparo repentino, haciendo que recupere la cordura por un momento, antes de fijar nuevamente su mirada en los humanos. Ambos parecían tener una discusión entre ellos, nada que a Arthur le importase en realidad.

Arthur se deslizó hacia su hermano.

Al acercarse poco a poco, aquella silueta borrosa tomó la forma de algo demasiado grotesco de ver. Ahora ya no era la ira la que lo dominaba, sino un profundo vacío. Un vacío enorme en su pecho se formaba a medida que tomaba consciencia de la situación. Sintió copiosas lágrimas deslizarse por sus mejillas, y no se atrevió a interrumpir el curso de ninguna. Era su hermano. Su mejor amigo. Su compañero de aventuras y de muchas otras cosas.

—Me hubiera gustado...— comenzó a decir, pero su voz se quebró.

Su mente se llenaba de recuerdos. El brillo en su rostro cuando le hablaba de sus sueños, la forma en cómo lo reconfortaba cuando peleaba con sus otros hermanos, las noches en que contaban estrellas e historias sólo para pasar el rato, sus bromas pesadas, su risa casi insoportable pero demasiado animada, a la que no podía evitar unírsele, su simple y silenciosa compañía en los momentos en los que más lo necesitaba, y aquella misteriosa mirada que Arthur a veces le encontraba cada vez que miraba hacia el bosque.

Observó sus manos con cariño, y notó que había una luz verde en su dedo índice. Arthur sonrió. Recordó que ese era uno de los únicos trucos que Dyland había aprendido. Con cuidado, acercó su dedo índice hasta su sien.