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"Siempre vengo aquí para escucharte cantar." atinó a decir el invidente, logrando un leve sonrojo que no pudo ver en el rostro del cantante.

"Vaya, me alegra saber que a alguien le guste mi desafinada voz."

"No es desafinada, es diferente, es linda. Suave como las caricias, y dulce como el café con leche."

"Hablas como si escribieras poesía, Josh."

"Solamente digo lo que pienso, Tyler."

El castaño miraba las gafas oscuras del pelinegro, el quería ver los ojos de ese poético muchacho.

"Y, ¿por qué las gafas oscuras?"

"Soy ciego."

"Oh, disculpa."

Y de nuevo, la actitud lastimera, aquella que molestaba al invidente.

"No te disculpes. No es como si tu me hubieras dejado ciego."

"Fue la impresión. No quería hacerte sentir incómodo."

"De hecho, es reconfortante platicar con alguien que no es mi madre."

"¿Te molesta si te quito las gafas?"

"Solo me va a molestar la luz, no importa."

El moreno las removió cuidadosamente del pálido, para encontrarse con unos rasgados ojos avellana, que tenían una pupila gris, sin vida.

"Que bonitos ojos tienes."

"Gracias, supongo que los tuyos son más bonitos."

"Tonterías. Lo único bonito de mi es mi nariz."

El pelinegro acercó sus manos al rostro del muchacho con voz bonita.

Y pudo sentir su corazón palpitar aún más fuerte, al tocar los labios del moreno con sus dedos.

e y e sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora