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El castaño se retiró sin responder las preguntas que hacía la familia Dun.

"Tyler, espera."

La gruesa y suave voz de Josh llamó su atención. Giró sobre sus talones, para encontrar al azabache con sus cejas fruncidas.

"Y-yo..."

"No expliques nada. Así está bien."

El pálido caminó hacia el menor, jalando su mano para envolverlo en un fuerte abrazo.

"Gracias."

Acunó el rostro del moreno entre sus manos, para juntar sus labios en un suave y tierno beso.

Solo eran sus labios juntos, pero aún así iba despertando millones de emociones en ellos.

La vista de Josh era menos borrosa, podía distinguir la perfecta nariz de Tyler, sus hermosas pestañas, y sus brillantes ojos chocolate.

"Estás temblando, ¿tienes frío?"

"Un poco."

"Vamos, trataré de que no pregunten nada."

El menor volteó a ver al pelinegro, observando como su nariz era imperfecta, como sus labios eran delgados, como se acomodaba su cabello de manera tierna.

"Solo quiero que me contestes algo. ¿Cómo es que recuperé la vista, y cómo sabes que los colores desaparecían?"

"El beso."

El mayor le miró confundido.

"C-cuando era pequeño, había una niña que tenía una condición similar a la tuya."

"¿La besaste?"

"Fue en la mejilla. Por eso te besé."

Las palabras eran cada vez más extrañas.

"Deja veo si estoy entendiendo, ¿con besos ayudas a la gente a recuperar la vista?"

"Algo así. Me da pena contarle a tus padres y hermanos."

"A ellos no les importa si me gustan los chicos o las chicas."

"¿Me darían una oportunidad de salir contigo?"

"Creo que si."

Y ahora, el muchacho moreno tomaba las mejillas del pálido, plantando un delicado beso.