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"¿A qué se debe eso, Tyler?"

"Ah, uhm... No-no lo sé, Josh. Disculpa, fue... fue un impulso."

Era una terrible mentira. Sabía lo que quería, sabía lo que hacía y por qué lo hacía.

"Tengo que regresar a mi casa. ¿Puedes acompañarme?"

"Claro, ¿sabes en dónde queda?"

"El hecho de ser ciego no me hace olvidadizo, Tyler." rió Josh, era estúpido pero aún así le daba gracia la ternura que provocaba la voz de Tyler en él.

"Oh, claro, tienes razón."

"Vámonos."

El pelinegro trataba de alcanzar el brazo del moreno, para tener más seguridad al caminar.

Su camino ya era conocido.

La casa del pálido quedaba como a unas tres cuadras del parque, así que era un paseo corto.

Al llegar, tocó la puerta con su bastón, y una mujer rubia abrió la puerta.

"Buenas tardes, joven. Gracias por traer a William, a veces es un poco torpe y se equivoca de camino"

"¡Mamá!"

"No es nada, señora. Es un gusto ayudar a Josh. Él es un amor de persona."

"Pasa, ¿cómo te llamas, cielo?..."

"Tyler, Tyler Joseph."

"Pasa, Ty. Nuestra casa es tu casa."

"Gracias, mamá de Josh."

"Llámame Laura, cariño."

Ambos chicos se encontraban sentados en la sala, conociéndose un poco más.

El pelinegro escuchaba atento todo lo que Tyler decía, le parecía interesante lo que el muchacho contaba.

"Y... ¿Qué edad tienes, Josh?"

"Uhm, voy para los veintitrés años, el dieciocho de junio."

"Vaya, eres más viejo que yo. Mi cumpleaños es el primero de diciembre, también cumplo veintitrés."

"¡Oye! No estoy tan viejo."

"Claro que si estás viejito, Jish."

Ese apodo provocó que una sonrisa verdadera apareciera después de años de muecas falsas.

e y e sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora