Capítulo 1

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Narra Madison.

Miro horrizada esa escena tan cruel que tengo enfrente, siento como el aire abandona mi cuerpo cuando el hombre me mira fijamente, la oscuridad no me deja verle la cara completamente, pero por sus facciones deduzco que es alguien joven. No entiendo cómo alguien puede tener la suficiente valentía para quitarle la vida a alguien que seguramente no tiene la culpa de nada.

— ¿Te quedarás ahí parada como una estúpida? —pregunta con ironía en su voz.

Lo miro y siento como mi cuerpo tiembla, su voz impone seguridad y autoridad, sus ojos brillan a pesar de la oscuridad que hay en el lugar y puedo observar como una sonrisa macabra se dibuja en su rostro.

—Disculpame por favor, me iré y olvidaré todo lo que pasó aquí. Pero no me hagas nada, por favor —le ruego con temor.

Noto como me mira de arriba abajo e inmediatamente mi cuerpo se tensa.

— ¿Quién dijo que no me puedo divertir un rato contigo? —pregunta con un tono de diversión en su voz.

—Por favor no, juro que no le diré a nadie lo que acabo de ver, pero déjame ir a casa.

Veo que se acerca lentamente a mí, es más alto que yo y eso me intimida aún más, fácilmente podría asesinarme.

Está tan cerca de mí que puedo sentir su respiración, alzo la vista y sus ojos, oscuros como la noche, me dejan sin aliento, «¿Cómo es posible qué me esté pasando esto?» yo solo quería llegar a mi casa, nunca imaginé que esto pasaría.

Siento algo afilado recorrer mi brazo derecho, un cosquilleo invade todo mi cuerpo al sentir el metal frío y afilado sobre mi piel; mi corazón late a mil y lo único que quiero es salir corriendo de aquí. Siento como nuestras respiraciones se van mezclando más y más y mis pies se tambalean, lo que ocasiona que pierda la estabilidad y mi bolso caiga al suelo.

Su cuchillo acaricia mi cuerpo y sus manos me sujetan fuertemente, veo que tiene la intención de decir algo, pero las sirenas de la policía se escuchan a lo lejos haciendo que me suelte bruscamente, dándome tiempo así de correr como si mi vida dependiera de ello. La falta de aire empieza a afectarme, pero veo mi casa a tan solo unos pasos y siento como en mi pecho se instala un gran alivio.

Con mis manos aún temblorosas trato de buscar mis llaves, entonces recuerdo que mi bolso hace rato se cayó de mis manos. Es tan grande la adrenalina que corre por mis venas que decido trepar las rejas de mi casa, lo hago con mucho cuidado para no activar la alarma de seguridad, cuando estoy apunto de saltar mis pies se enredan y caigo de cara contra el piso.

—Madison. ¿Estás ahí? —pregunta mi madre asomándose por la ventana de su habitación.

—Sí, mamá. Mis llaves se perdieron y tuve que trepar —contesto.

No diré nada de lo que pasó hoy, solo fue un mal momento que no quiero volver a repetirlo nunca más.

—Espera, ya bajo a abrirte. Estoy esperando a tu padre —dice, y veo como se aleja de la ventana.

Rápidamente me levanto del suelo, sacudo el polvo de mi ropa y me acerco a la gran puerta de mi casa.

—Madi, estás pálida, ¿qué te pasó? —pregunta mi madre cuando abre la puerta.

Mi Demonio GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora