Capítulo 5

321 37 4
                                    

Llegó el día, ese día tan esperado por Aaron, pero tan temido por mí. Hoy en mi "cita" con Aaron, si es que se le puede llamar así. Han pasado unos días desde que me encontré esa extraña nota en mi auto, aunque mi familia y amigos digan que es una broma de alguien con ganas de molestar, en el fondo sé que no es así, que en verdad estoy rodeada de gente mala, y no solo es Aaron, eso es lo que más me preocupa.

Estos días he estado más paranoica que nunca, veo cosas donde no las hay, incluso he visto unas sombras en mi ventana, pero me obligo a pensar que es parte de mi imaginación, que solo estoy asustada y por eso mi cerebro proyecta imágenes que son ficticias.

Estoy tan sumergida en mis propios pensamientos, que no me doy cuenta de que mi celular está vibrando. Miro el identificador de llamadas, pero dice número privado. Decido contestar, pero sé que lo que escucharé no será de mi agrado.

—¡Aléjate, aléjate! ellos son muy malos ¡Te harán daño! —dice una voz entrecortada, pero de lo que estoy segura es que esa voz proviene de una mujer.

Sin darme tiempo a contestar, la mujer cuelga el teléfono. Me quedo paralizada con el celular en las manos, no sé qué hacer, me siento atrapada entre cuatro paredes. El ruido de unos pequeños golpes en mi puerta me espanta, mi madre asoma su cabeza a través de la puerta.

—¿Pasa algo, Madison? Te noto extraña —dice entrando a la habitación.

Me quedo unos segundos sin contestar, analizando lo que diré y rogándole a Dios que mi voz no salga entrecortada.

—Estoy bien, mamá. Solo estoy un poco estresada —contesto finalmente, fingiendo una sonrisa.

Ella me examina con los ojos, pero finalmente asiente y sale de la habitación.

Decido levantarme y ducharme, en una hora Aaron pasará por mí, la verdad es que no tengo ni idea a donde me llevara, pero tampoco me interesa, solo quiero que esta noche pase rápido. En unos minutos ya estoy envuelta en una toalla secando mi pelo, me maquillo con un poco de base, rímel y labial rosa fucsia; tomo un jean negro con algunos rotos en las rodillas, una blusa de tirantes negra y una chaqueta rosada fucsia, conviné el vestuario con unos tacones.

Me miro al espejo y la chica de unas semanas atrás, ya no está; mis ojos carecen de brillo, mi piel está más pálida que nunca y ya mi rostro no muestra una sonrisa verdadera. Siento como si toda mi vida he estado en una mentira, las notas y llamadas me han echo dudar hasta de mi sombra, no sé si culpar a Aaron de todo, o si culparme a mí por crearme una burbuja e ignorar tantos años mi alrededor.

Me doy un último vistazo y me digo a mi misma que todo estará bien, que a final de la tormenta siempre hay un arcoiris. El claxon de un auto me indica que ya Aaron está afuera, respiro profundo y salgo de mi habitación, me encuentro a mi padre en el pasillo y le informo que saldré con un amigo.

—Espero que ese amigo cuide muy bien de mi princesa —dice mi padre con una sonrisa.

A final de cuentas, en los únicos que puedo confiar es en mis padres, estoy segura que ellos nunca harían nada que me lastime. Miro a mi padre con una sonrisa y le doy un abrazo, al cual él corresponde rápidamente.

Salgo por la puerta principal, y el fuerte viento azota mi cara haciendo que mi pelo vuele hacia atrás, me dirijo rápidamente al auto de Aaron y cuando entro no digo nada, él me mira y decide no decir nada.

Narra Aaron

Mirar a Madison tan vulnerable me lastima, sé que conmigo no se siente cómoda, pero también estoy consciente de que yo soy el culpable de que me tenga miedo y se sienta obligada a salir conmigo.

Mi Demonio GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora