Capítulo 8

174 21 13
                                    

—¿Me acompañarás a la fiesta, hermosura andante? —pregunta Adam por enésima vez. Junta sus manos en símbolo de súplica, provocando un resoplo de mi parte.

—Te dije que no, no es: no. —trato de sonar firme, pero el puchero que hace ocasiona que lance una carcajada.

Ambos estamos acostados en la cama en posición recta, pero Adam se gira hacia mí quedando justo en frente de mí. Me mira fijamente por unos segundos y yo enarco una ceja.

—Tengo que confesarte algo, Madi —dice al momento que se levanta de la cama, empieza a dar vueltas por la habitación y algo dentro de mí lanza señales de alerta.

—¿Pasa algo? —pregunto posicionándome a su lado, acuno su rostro en mis manos y puedo percibir como una lágrima se desliza por su mejilla —. ¡Joder, Adam!, ¿Qué está pasando?, me asusta tu cambio de humor tan repentino. ¿Sucedió algo con tus tíos? —cuestiono al borde de la desesperación.

—No hubo tal viaje, estaba desintoxicando mi cuerpo —suelta de repente cerrando los ojos con fuerza.

Doy un paso atrás y respiro profundo, esto no puede estar pasando, no otra vez.

—Adam, estás bromeando. ¿Cierto? —pregunto con la esperanza de que me diga que todo es parte de una broma pesada. Pero no sucede, él se sienta en el sillón que está enfrente de mi cama, sujetando su cabello con una gran presión.

No dice nada durante aproximadamente un minuto y vuelvo a cuestionarlo.

—Volví a recaer, pensé que ya no volvería a pasar; es algo que domina todo mi ser, ¿sabes?, yo tenía la esperanza de no pasar por lo mismo una vez más, pero ha sido imposible. Me siento una basura —vociferó al borde de una crisis.

Me arrodillo frente a él y quito un mechón de cabello que cae por su rostro. —No pasa nada, cariño. Esto no es tu culpa, yo te entiendo. Prometo que te ayudaré a salir de esto —hablo tratando de sonar calmada.

El rubio me mira directo a los ojos y asiente un poco convencido. Lo abrazo con todas mis fuerzas, al principio sus músculos se tensan, pero rápidamente se relaja. Siento como mi blusa se va mojando con sus lágrimas y no hago nada más que acariciar su espalda. Me odio por no saber qué decirle, pero a veces solo basta un abrazo y un: "Todo estará bien".

Adam ha pasado por mucho en su vida, tuvo la desdicha de tener que madurar de manera muy abrupta. Él ha estado conmigo en mis peores momentos, ahora es mi turno de mostrarle todo mi apoyo.

—¿Qué te han dicho? —pregunto cuando lo noto más tranquilo.

—Lo mismo de siempre, que debo ir a terapia y tratar de no pasar mucho tiempo solo —responde con los ojos perdidos en la nada. Odio verlo de esta manera, él ha sido mi mejor amigo durante años y me duele verlo en esta situación.

Pasamos toda la tarde hablando sobre otras cosas, con el fin de distraerlo un poco. Lo obligué a ver un maratón de películas románticas junto a mí, al tiempo que nos atragantábamos de dulces y palomitas. Realmente extrañaba pasar tiempo con mi mejor amigo. Al final terminé aceptando ir a la dichosa fiesta, con la condición de que no se despegaría de mí, a lo que él aceptó a regañadientes.

En este momento me debato entre un vestido color negro ceñido a mi cuerpo y uno rojo carmesí. Opto por la segunda opción, ya que el color va muy bien con el tono de mi piel, haciendo resaltar el color de mis ojos; me maquillo muy casual y le hago unas leves ondas a mi pelo. Miro mi reflejo en el espejo y una sonrisa se desliza por mis labios, sí que soy ardiente. Ese pensamiento hace que suelte una carcajada, pero el sonido de mi móvil me interrumpe.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 26, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi Demonio GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora