Ya habían pasado varios días tras mi beso con Alfredo. Nuestra relación había cambiado. Nos veíamos más a menudo y nos solíamos escribir mensajes constantemente. Además tras las clases particulares siempre acabábamos besándonos como despedida.
Gracias a sus clases había mejorado en historia, conseguí sacar un ocho en uno de los exámenes que había hecho. Aunque lo cierto es que me costaba prestarle atención cuando me explicaba el temario, me quedaba embobada mirándole. Cada vez que me tocaba mi corazón se aceleraba y me entraban unas ganas tremendas de besarlo. Nunca había sentido esto por nadie pero lo que sí podía asegurar es que acabaré enamorándome de Alfredo.
Me sentía bastante confundida, por lo que les pedí consejo a mis amigas. Todas estaban de acuerdo en que lo que debía hacer era darle tiempo a Alfredo para que aclarará sus sentimientos y pensara que era lo que quería. Estaban seguras de que no tardaría mucho en pedirme que fuera su novia.
Durante el recreo, cuando estaba sentada con mis amigas en un banco, vi salir a Alfredo y a Leticia de la cafetería que hay situada enfrente de donde nos encontrábamos. Quería hablar con él un rato por lo que me retoque un poco el pelo con las manos.
- ¡Chicas ahora vuelvo!- le dije mientras me levantaba de mi sitio y me dirigía hacia él.
Sabía que todas me estaban mirando con guasa pero preferí no volverme a comprobarlo, ya luego se burlarían. Ahora lo que me interesaba era estar un rato con él.
- Hola- les salude al llegar a su lado interrumpiendo sus pasos.
Ambos me miraron con cara seria. Alfredo tenía una expresión dura en el rostro mientras que Leticia se dedico a dirigirme una mirada despectiva.
Antes de que pudiera decir nada más, Alfredo me sorprendió con sus palabras.
- No quiero ni me interesa lo que me tengas que decir y te agradecería que de ahora en adelante no me molestes – exclamó en voz alta mirándome con desprecio.
No me esperaba que me saliera con algo así, pensé que las cosas entre nosotros estaban bien. Me quede ahí parada sin poder moverme mientras veía como ellos se iban.
Estaba cavilando todo lo que había pasado, intentado entender el porqué de todo esto cuando sentí que mis amigas se acercaban a mí y me rodeaban. Al verme, se dieron cuenta que algo malo había tenido que pasar.
- ¡Pero a este que bicho le pico!- exclamo Belinda cabreada mirando en la dirección en que se habían ido Alfredo y Leticia.
- ¡Cómo se le ocurre tratarte así! ¡Es un estúpido!- añadió Tania.
Al parecer habían oído todo lo que me había dicho. Con el dorso de la mano procedí a limpiarme un par de lágrimas que, sin darme cuenta, habían salido de mis ojos y levante la cabeza.
- No importa chicas- dije intentando mantener una expresión de indiferencia- si él no quiere volver hablar conmigo pues perfecto. Voy un momento al baño antes de que toque el timbre, nos vemos en clase.
Sin esperar respuesta alguna, me encamine hacia el baño que sabía que era el menos transitado por la gente. Cerré la puerta y me coloque delante del espejo que hay encima del lavabo. Al encontrarme sola, deje que las lágrimas corrieran libremente empapando mis mejillas. Me dolía mucho el desprecio de Alfredo. Tras unos minutos, decidí que ya era suficiente de autocompadecerme. Me limpie las lágrimas, me lave la cara y me metí en el cubículo.
Cuando estaba ya dentro, oí unos pasos cerca y como abrían uno de los grifos.
- Te tengo que contar una cosa que paso el sábado- reconocí la voz como la de Sheila.
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Desapercibida... !Y una mierda¡
Novela JuvenilDe por sí ya es complicado pasar por la etapa de la adolescencia, pero se hace más complicado cuando encima tienes que tratar de sobrevivir en un infierno como es el instituto. Para Nadia, que siempre ha intentado pasar desapercibida, verá como desd...