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Mi olfato viene poseído por un olor desagradable, abro los ojos con dificultad. La cabeza me duele un montón. Miro a mi alrededor: estoy atado a una silla y a mi alrededor hay un montón de rosas rojas, están posicionadas en círculo, a pocos metros de mí. A mi derecha está Adrien atado a una silla de hierro, está dormido.

- E...Ehi... - intento despertarlo pero ni yo oigo mi propia voz. Me duele la garganta.

- No intente despertarlo, es inútil. No lo conseguirá.

La mujer vestida de blanco entra en la sala, su cuerpo es luminoso. Es como una pequeña estrella.

- Lo he dormido, quería escaparse pero lo necesitaba. - continua y se acerca a Adrien y con la mano le agarra por el mentón, acercándolo a ella. - Sucio y traídor Bloosom. - ¿Bloosom? - Seguramente tendrá muchas preguntas.

- No te lo niego. - miro a mi alrededor, estas rosas me dan mucho mal rollo. - ¿Dónde estamos?

- En vuestro reino, mi señor. En el reino de Marvox, tierra protegida por el espíritu del viento y gobernada por usted.

- ¿Gobernada por mí? - mi cara expresa toda la sorpresa que esas palabras me provocan y la suya está manchada por una gran tristeza.

Toca mi mejilla y su cabeza se inclina ligeramente.

- ¿Qué le han hecho? ¿Por qué no me recuerda...? - coge una de las rosas y me la restriega contra la cara. - ¡¿Se recuerda de esto?! - levanta la voz.

- ¡Alejala de mí!

La tierra bajo mis pies tiembla, ella tiembla y yo me quedo paralizado. ¿Por qué he gritado?

- ...Siempre le fastidió esta hermosa flor. Por alguna razón le debilita. - explica con una voz apagada. - Por eso existe... él.

Miro a Adrien que está aún dormido sobre la silla y después a ella. No entiendo.

- ¿Qué pasa con Adrien? ¿Qué le has hecho? - mi tono es grave, lo odio pero por alguna razón imaginar el hecho de que esta mujer lo ha dañado me provoca cierto fastidio.

- Adrien ha nacido entre estas flores del vientre de una mujer hermosa de cabello igual que el oro. Usted lo encontró, abandonado, aún bañado en la sangre. Aunque la flor le dañaba el cuerpo, lo recogió sin importar las consecuencias y cuando lo tuvo entre los brazos las rosas dejaron de hacerle daño.

- No... ¿Cómo...?

Adrien tendrá por lo menos veinte años y si supuestamente yo lo encontré cuando era aún un bebé eso significa que soy mucho más mayor de lo que pienso.

¡Oh Dios mío! Estoy comenzando a asustarme.

- Mi señor, tengo que irme. - dice haciendo una reverencia.

Adrien empieza a moverse y lentamente abre los ojos pero los vuelve a cerrar. Sobre sus mejillas corren lágrimas. ¿Por qué?

- Descanse, le espera una larga noche. El reino está impaciente de verle.

Y con pasos ligeros, la mujer se va.

Un deseo para Lucifer [Adrinath]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora