14: "Abismo".

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Maratón 1/3

Luego de que Maximiliano me llevara de vuelta a mi mundo de pesadillas al sacarme de los brazos de su hermano, él sospecha que entre nosotros existe una relación más allá de la amistad, pero no tiene como probarlo. Podía notarlo en sus ojos grises acusadores y malvados, esperando a que cometiera un simple error para colocar la soga alrededor de mi cuello. Me quedo parada allí mirándolo fijamente pero no dice nada, solamente cierra la puerta de la habitación con llave, de nuevo encerrada en esta celda en un inmenso Palacio. Confiaba de que Frederick podría sacarme de aquí, por mucho que había luchado contra el impulso y huir de mis sentimientos, comenzaba a enamorarme de ese chico de ojos azules, habíamos llegado al punto máximo, entregar mi cuerpo y mi corazón a él, podía aun sentir sus labios en mi cuello, susurrándome que me amaba, mientras nuestros cuerpos se movían en sincronía sin lujuria solo había pasión y amor, podía sentirlo en cada fibra de mi ser.

¿Había cometido un error? ¿Un error que acabara con mi vida? Puede que lo sea, puede que haya arriesgado todo pero no me arrepiento de lo que hice, quiero a Frederick aunque mi instinto me dice que no confié del todo en él, quizás son paranoias mías o es el encierro que no me deja pensar con claridad, solo sé que lo hecho, hecho esta.

Me dirijo al baño para ducharme y me quito la ropa, meto mi cuerpo dentro de la bañera llena de agua tibia, me relajo apoyo mi cabeza en el respaldo y cierro los ojos, imaginando aquellas horas que pasamos juntos en el granero, tenía tiempo que no hacia el amor con nadie desde que Rixon se fue para seguir a los Rebeldes en la lucha por la libertad de Helian. De momento abro los ojos de golpe y reprimo un gemido de angustia, al recordar que no usamos protección esas dos veces que estuvimos juntos, Dios por favor que no vaya a pasar, te lo pido. Rece en silencio asustada de que esas consecuencias trajeran un embarazo, eso acabaría con todo. Aunque un bebé con Frederick sería realmente hermoso pero no es el momento para ese gran compromiso de hacernos padres, ni menos en mi situación, primero tenía que escapar de este Palacio. Ambos teníamos que hacerlo, ya que Erick me había prometido que nos iríamos juntos para comenzar una nueva vida, a pesar que ese sueño lo veo muy lejano, aun no sé si será capaz de abandonar todo solamente por mí.

Luego de salir de la ducha y vestirme con un pijama limpia, ya que son las 8 de la noche, de pronto mi puerta se abre y entra Kathia con una bandeja con mi cena. Ella no me habla, ni me mira ¿Ordenes de Maximiliano? Ahora la única persona que mantenía cuerda no me presta atención, actúa como si no existiera. Me deja la comida encima de la mesa del centro y se dispone a salir de la habitación.

—¿Kathia? ¿Qué sucede? — Le pregunto preocupada.

—¿Disculpe, mi lady?— ¿Qué bicho le picaba? De nuevo había comenzado a llamarme "mi lady".

—Estas muy rara, ni siquiera me miras cuando te estoy hablando y has vuelto a las formalidades ¿Te hice alguna cosa?

—Mi trabajo es cuidarla, mi lady. No hacer una amistad entre nosotras.

—Se que no estoy aquí para hacernos amigas, pero al menos antes eras más amable ¿Acaso te hice algo?

—Si... Llegar a este palacio. — Murmura en voz baja, pero lo suficiente para que pueda escucharla, se va de la habitación, dejándome anonadada.

Kathia ahora al parecer me odia por razones que desconozco, un problema que tengo que agregar a mi lista, ya de mi vida desastrosa, como si no tuviera suficiente, tenía que cuidarme las espaldas de la chica de servicio, cualquier paso en falso que de puede ser una sentencia de muerte, tenía que averiguar porque ahora se comportaba de esa forma conmigo ¿Max tiene algo que ver? ¿La amenazo? Son muchas las dudas que rondan en mi cabeza pero ninguna respuesta y ella no parece dispuesta a brindarme mayor información, no se cuánto podría afectar que Kathia ahora no quiera hablar conmigo, con mis planes para rescatar a Rixon, eso sin duda complicarían mucho las cosas, ya era demasiado con el hecho que Frederick le pidiera a Stephen, quien puede traicionarnos si quisiera con el Rey.

Aun en mi cabeza sigue rodando aquellas palabras fuertes y concisas, más bien es mi sentido común hablándome desde lo más profundo de mí ser: No confíes en nadie. Se repite una y otra vez como un disco rayado. Por mucho que no quisiera confiar en ninguno,tenía que hacerlo si quiero escapar realmente de aquí, aunque me duela admitirlo así tenga que traicionar a Frederick por mi libertad soy capaz de hacerlo.

Suena cruel y despiadado de mi parte, luego de aquel chico de ojos azules abriera su corazón y me revelara sus verdaderos sentimientos, diciéndome que me amaba, lo demostró de una de las formas más hermosas en aquel granero, aunque no haya sido un lugar romántico donde me hubiera gustado tener nuestra primera vez, fue mágico y especial. No quería lastimarlo, porque sé que eso le dolería demasiado pero mi vida está en riesgo y haré lo necesario para sobrevivir.

No pude dormir en lo que resta de noche, pensando en los acontecimientos que están pronto a ocurrir, por ejemplo el rescate de Rixon, mi huida de este Palacio junto con Frederick, tenía un mal sabor de boca que me decía que algo malo iba a pasar pero tenía que arriesgarme de igual manera.

Escucho el sonido de la puerta que me sobresalta abriéndose aparatosamente, miro asustada a un hombre vestido de negro en mi habitación, iba a gritar pero me cubre con su mano, mi boca. Quedo indefensa cuando aquellos ojos grises que tanto conozco lo suficiente, me mira con odio y dolor al mismo tiempo, el olor nauseabundo alcohol llega a mis fosas nasales, tanto que me causan nauseas. Trato de levantarme de la cama pero su cuerpo es más fuerte que el mío y aprisiona mas en el colchón, quiero gritar y pedir ayuda pero es inútil porque sé que nadie vendrá a mi rescate.

—Se lo que haces, eres una zorra que le gusta seducir a los hombres, después de hacer su cometido, los dejan con el corazón roto ¿Cierto?— Me susurra al oído, me estremezco sin entender que mierda le pasa a Maximiliano.

—No se de que estas hablando.

—¡Claro que lo sabes! — Exclama molesto. — Sé que te estas follando a mi hermano, zorra inmunda.

—¡Estás loco, Maximiliano!— Se cabreadas aún más cuando lo llamo por su nombre completo— ¡Cabrón de mierda! ¡Quítate encima de mí!— Pataleo y trato de golpearlo con mis puños pero no me lo permite, comenzaba a dolerme el cuerpo por su fuerte agarre. Como puedo muevo la pierna hacia arriba y logro golpearlo en su ingle, él chilla adolorido mientras cae en el suelo, agarrándose su entrepierna, me levanto apresuradamente de la cama para correr hacia a la puerta, pero él me toma de la pierna y me tumba en el suelo, golpeo mi quijada contra el suelo, siento el sabor metálico en mi boca.

—¡Suéltame! — Grito forcejando con él, logra subirse encima de mí de nuevo, colocando mis brazos a los lados presionando mis muñecas con sus manos.

—No hasta que me digas la verdad, dime realmente quien eres ¿Por qué quieres quitarme mi Reino? ¡Ah! ¡Dime!— Estaba completamente loco y el alcohol añade más a esa locura. Sus ojos están rojos chispeando de rabia y una persona así es realmente peligrosa.

—¿Qué verdad quieres saber? ¿Tu hermano y yo follamos? Si, lo hacemos y en tu maldita cara. — Digo furiosa, harta que me tratara como una basura, si iba a morir esta noche, le daría pelea.

Para mi sorpresa, sus manos rápidamente rodean mi cuello y comienza asfixiarme, trato de apartarlo de mi pero es inútil, quiero gritar para pedir ayudar, las lágrimas caen por mis mejillas, lo miro aterrorizada porque él de verdad va a matarme puedo verlo en su rostro, me estoy quedando sin aire, poco a poco siento que mi alma abandona mi cuerpo, siento que estoy cayendo en un abismo, casi pierdo el conocimiento hasta que escucho los pasos de alguien que entra en la habitación.

—Quita tus manos de ella, ahora mismo o jalare del gatillo — Max por fin me suelta, comienzo a toser mientras acaricio mi cuello adolorido, me dolía mucho la garganta y trato de tomar grandes bocados de aire. Enfoco la mirada hacia la persona que tiene parada al lado, está sosteniendo un arma en la cabeza del Rey ¡Oh Dios mío!

La Reina De Los Rebeldes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora